ELECCIONES EN ANDALUCÍA

Ni Ayuso ni Mañueco: los datos que demuestran que Andalucía es diferente

El gobierno que se forme después de las elecciones andaluzas responderá a una nueva lógica estratégica en la derecha

El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el candidato a la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.

El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el candidato a la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. / Carlos Luján

Alberto López

En un reciente artículo, exponía una serie de claves para contestar a una pregunta: ¿abrirá Juanma Moreno a Vox las puertas del gobierno en Andalucía? En resumen, la respuesta era que el dilema que se le planteaba al PP andaluz era diferente al de elecciones pasadas. El PP andaluz no solo es el vértice más moderado de su formación, sino que marcará los límites de lo esperable en la relación PP-Vox de cara a la batería de elecciones en las que tendrán lugar en 2023.

Con las andaluzas, la política española se enfrenta a una nueva etapa. Nuevo liderazgo en el PP. Primera cita electoral a la que Vox se enfrenta tras ocupar un gobierno. El reencuentro con Andalucía, el espacio geográfico en el que dio el pistoletazo definitivo en la política española en 2018. Con datos de Predi, se ofrecen dos pistas de por qué en 2022 Andalucía es diferente y que el gobierno que se forme responderá a una nueva lógica estratégica en la derecha. 

Vox ya no es lo que era

En primer lugar, el potencial de Vox es limitado. Desde hace cuatro años y, sobre todo, hasta las elecciones de la Comunidad de Madrid el partido de Vox ha vivido su época de expansión. Prácticamente cada proceso electoral en el que participaba implicaba un nuevo máximo para los ultraderechistas. Las elecciones catalanas de 2021 serían la mejor ilustración de esta fase alcista: en una plaza adversa, los de Santiago Abascal superaron tanto a PP como a Ciudadanos.

Desde las elecciones madrileñas en las que Isabel Díaz Ayuso se impuso con claridad, con la salvedad del hiato que supuso la crisis de liderazgo y posterior reemplazo de Pablo Casado, Vox vive un estancamiento estratégico. Ya forma parte de un gobierno (el de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León), teniendo que cabalgar las contradicciones que ello implica, y a su vez sostiene a una líder madrileña indiscutida entre sus votantes. Su auge orgánico se ha detenido, a pesar espejismo que supuso su subida al calor de la hemorragia en el PP. Lo confirma su clara caída en las encuestas desde que hace dos meses Alberto Núñez Feijóo ocupara el liderazgo popular. 

Con este precedente, Vox se presenta a las elecciones con un curso errático. Según los números de Predi, a la subida inicial que vivió a principios de precampaña con el anuncio de la candidatura de Macarena Olona, el partido ha vivido un estancamiento. Desde hace un mes, el partido no ha conseguido mejorar las expectativas. El debate electoral -marcado con una línea horizontal en el gráfico de abajo- no muestra signos de haberla aupado en términos electorales. Este curso solo es equiparable con el del PSOE, que también está viviendo una campaña dura. Algo, que según los datos de Predi, ha reforzado el debate plano de su candidato Juan Espadas.

Contrasta con Por Andalucía, que ya antes del debate empezaba a reportar una mejora de expectativas. Exactamente lo mismo que le ha ocurrido al PP: el hecho de que Moreno haya salido ileso del debate, ha estabilizado las ganancias que llevaba cosechando hacía un mes. Si hay dos partidos a los que el debate vino especialmente bien, esos partidos fueron Adelante Andalucía y Ciudadanos. Más allá del desempeño de sus candidatos, el resultado es predecible: los partidos pequeños son los que suelen tener más que ganar en los debates, un espacio en el que se ven sobrerrepresentados porque tienen tanta voz como sus rivales más grandes. 

El arco argumental del PP en campaña ha cambiado

La progresión de los partidos tanto a nivel estatal como en la campaña andaluza da una idea de cuál es el momento que viven los partidos. Que Olona, tras el debate, decida apartarse por unos días renunciando a dar entrevistas a los principales medios de comunicación es una señal inequívoca del momento de confusión que vive los ultraderechistas.

Vox, al contrario que hace años, muestra señas de haber perdido el pulso del mensaje con el que quiere apelar a sus votantes. Ya no tiene al PSOE andaluz, debilitado por la corrupción en frente, o a un PP en horas bajas como el de Castilla y León: tiene a un PP renovado y un barón con buena reputación, en gran parte, por su pose moderada. Esta situación dibuja un momento muy diferente a los vividos anteriormente. Por primera vez, Vox pone a un alfil a competir en unas elecciones autonómicas. Nunca antes posicionó a una de sus líderes más mediáticas al frente de una cita electoral. Vox sabe lo que se juega, en unas elecciones en las que hace falta algo más. 

Al contrario que en Castilla y León, el PP no vive una caída estrepitosa y continuada que aprovecha Vox. Pero tampoco es la campaña ascendente de Ayuso que arrincono paulatinamente las expectativas de Vox. Es una situación nueva: un PP moderadamente reforzado, al alza a nivel nacional, frente a Vox con una candidata estrella y un mensaje incoherente ahora que es tan partido de gobierno como 'challenger'. El equilibrio es inestable.

Queda claro que en el ecuador de la campaña, a una semana de las elecciones, la trayectoria de los partidos de derecha es más errática que en los últimos envites electorales. Sin una tendencia clara, con candidatos relevantes y sin contrincantes del otro bloque viables electoralmente, los ojos se dirigen a Olona y Moreno. ¿Qué preferencias tienen? ¿Cuál es el trato entre ambos? ¿Qué implica para ellos un gobierno en coalición o en solitario?

Lo que está claro es que lo que ocurra no depende tanto de lo que haya pasado en el pasado, si no los cálculos que hacen mirando al futuro. Predi asigna en la actualidad probabilidades relativamente ajustadas entre el gobierno de coalición, que domina con un 59% de probabilidades, y el gobierno monocolor del PP apoyado por Vox, con el 30%. Los últimos actos de campaña y la intensidad de los ataques entre los dos líderes de la derecha andaluza sin duda influirán en cómo se muevan estos porcentajes.

Ante el silencio demoscópico de la última semana en la que se prohíbe publicar encuestas, recomendamos que se mantengan atentos a las estimaciones diarias de Predi que permanecerán activas hasta el mismo día de las elecciones arrojando predicciones sobre el gobierno y el reparto de escaños más probable.