FRENTE PROGRESISTA

Preocupación en toda la izquierda por la guerra fría entre Díaz y Podemos: "Nos vamos a tomar por saco"

Moncloa colabora con la vicepresidenta segunda para que ella tenga su espacio y se ponga al frente de una plataforma que aglutine a la izquierda a la izquierda del PSOE

Se consolida la percepción de que hay tres partes en el Ejecutivo: el bloque socialista, Díaz, por una lado, y Ione Belarra e Irene Montero, por otro

En el PSOE creen que Díaz no aprovechó su momento álgido y que titubea demasiado con su candidatura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se felicitan tras la aprobación de la reforma laboral.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se felicitan tras la aprobación de la reforma laboral. / Kiko Huesca

En apenas unas semanas se ha instalado en la política española una sensación de cambio. Al comienzo no fue fácil reconocerlo. Era como un sonido lejano, imperceptible. Pero en unos días comenzó a escucharse en multitud de despachos. Asesores con buena información, que aconsejan al quién es quién del mundo empresarial, han empezado a advertir a sus clientes de que en las próximas elecciones generales, Alberto Núñez Feijóo será presidente del Gobierno. Por supuesto con Vox dentro del Ejecutivo.

Este vaticinio se ha extendido como la pólvora pese al riesgo que supone dar a un político como Pedro Sánchez, un absoluto superviviente, por liquidado. Ni el Gobierno ni el PSOE se dan por aludidos. Se reconoce, y así lo apuntaban este semana a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA diputados socialistas, que se ha gestionado mal la crisis del espionaje de 'Pegasus'. Incluso se admite que el resultado electoral en Andalucía será malo. Pero de ahí a que Sánchez no vaya a ganar las próximas generales va un trecho. "Hay tiempo", aseguran fuentes del partido.

El problema es que no sólo inquieta el grado de acierto del Gobierno, que esta semana, dejando traslucir un evidente nerviosismo, ha echado mano de la corrupción del PP para intentar tapar que ha ofrecido la cabeza de la directora del CNI para congraciarse con el independentismo. Es que en todo el ámbito de la izquierda cunde la preocupación por la guerra fría que libra Yolanda Díaz con Podemos y por el futuro de la plataforma que ella debe liderar a la izquierda del PSOE. El ensayo en Andalucía, que ha salido adelante 'in extremis', con negociaciones de última hora y el error administrativo de que Podemos no figure formalmente en la coalición, no ha hecho más que acrecentarla. "O hacemos algo o esto se va a tomar por saco", señala un dirigente comprometido con una alianza progresista en torno a la vicepresidenta segunda.

En Moncloa esta situación también intranquiliza. El desasosiego no es de ahora sino que es patente desde hace varios meses. Sánchez y su equipo más cercano es totalmente consciente de que la candidatura de Díaz es fundamental para tener opciones de reeditar la actual mayoría de la investidura y el Gobierno de coalición. "La necesitamos", confiesan fuentes del Ejecutivo. Pero la sensación en toda la izquierda es que Díaz está siendo boicoteada por la formación morada y, fundamentalmente, por Pablo Iglesias, quien no ahorra ni una sola valoración a sus actuaciones, muchas veces para reconvenirla.

TRES PATAS EN EL GOBIERNO

La distancia que exhiben Díaz y las dos ministras 'pata negra' de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, es tan amplia que ya no se habla de un Gobierno de coalición sino dividido en tres bloques. Fuentes conocedoras asumen que, efectivamente, el de la vicepresidenta y el de la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos y la ministra de Igualdad son dos universos distintos y que cada uno funciona "por libre". Pero, subrayan también, que cada vez que hay un conflicto, cuando el vaso está a punto de derramarse, son capaces de coger el teléfono y llegar a un acuerdo.

Sánchez es consciente del ninguneo que sufre su vicepresidenta segunda y ha dado orden en Moncloa, según aseguran fuentes gubernamentales, de que se facilite su trabajo. Que "se le dé lo que pida" para impulsar su imagen pública y, por extensión, su candidatura. A lo largo de la legislatura ha sido continuo y totalmente público el combate interno entre el PSOE y Unidas Podemos. Los primeros, ignorando a sus socios, tratando de actuar como si no existieran. Los segundos intentando transmitir que todo lo que el Gobierno ha hecho bien, sobre todo en el ámbito social, es gracias a su influencia. Esa pulsión parece haber desaparecido o ha quedado circunscrita a aspectos muy puntuales y, desde la marcha hace un año de Iglesias, se ha estrechado la comunicación entre Sánchez y Díaz.

La percepción de que la vicepresidenta no cuenta con el respaldo de Podemos, a pesar de reconocer que es su mejor cartel electoral, es algo que también tienen muy presente en el PSOE . "Es una guerra de poder", declaran fuentes de la organización. "Tenemos confianza en que al final haya entendimiento" porque ella, destacan, es quien tiene el "liderazgo social".

NO APROVECHÓ SU MOMENTO

Otras fuentes del partido opinan, en cambio, que Diaz tampoco está acertando. Ha pospuesto varias veces el denominado "proceso de escucha" con el que iba a recorrer España para dar forma a su proyecto. Primero el pasado verano, después tras la aprobación de la reforma laboral, más tarde al pasar las elecciones en Castilla y León, recuerdan. Este titubeo, sostienen, ofrece una "mala imagen". Debió aprovechar su momento, cuando en otoño pasado era el centro de todas las miradas. En política, concluyen, "es fundamental el manejo de los tiempos". Otro error que le atribuyen es su empeño es orillar a los partidos, algo que hace al defender que no formarán parte de su movimiento. "Sin organización no haces nada". Esto es algo que también le reprochan en otras formaciones a la izquierda del PSOE.

Andalucía ya ha puesto de manifiesto lo difícil que es llegar a acuerdos y este ejemplo ha hecho saltar las alarmas. Sólo unos días después en Valencia se presentó el denominado 'Acuerdo del Turia', que reúne a Compromís, Más País, Chunta Aragonesista (CHA), Més por Mallorca y Verdes Equo. Una amalgama de partidos preparando el camino de la confluencia, que puede liderar Díaz. Es una manera de esquivar el desaguisado de última hora de Sevilla.

En el ámbito de la izquierda ya se asume sin ambages que la irrupción de Alberto Feijóo ha modificado la situación porque ha reforzado al PP como alternativa. Ha sucedido además, indican, muy rápido. "Pueden sumar PP y Vox, hay que ponerse las pilas". Todas las miradas están puestas en Andalucía. En si hay o no un 'efecto Feijóo' que contribuya a ampliar el buen resultado que se presume al presidente de la Junta, Juanma Moreno, y haga de freno a Vox. Y en si la izquierda, pese al desgaste del Gobierno de coalición y el hundimiento del PSOE andaluz, aún resulta competitiva.