Espionaje telefónico

Paz Esteban, una directora del CNI en el alero y dos candidatos a sucederla

La secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, y el general de brigada de artillería Miguel Ángel Ballesteros son los dos nombres con más opciones

La directora del CNI reconoce escuchas con permiso judicial a líderes independentistas

/ Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EP

Juan José Fernández

Es poco probable que un país occidental cambiara la cúpula de su servicio de espionaje en plena peor confrontación en suelo europeo desde la II Guerra Mundial, con una amenaza creíble de ataque nuclear y en una nueva e inestable etapa estratégica en su flanco sur, pero el hecho es que a primera hora de la mañana de este jueves la secretaria de Estado directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), 

Paz Esteban, ha llegado al Congreso de los Diputados a compareceren medio de un grueso oleaje de rumores sobre su cese y sin que previamente ningún miembro del

Gobierno

haya apuntalado públicamente su continuidad en el cargo.

De hecho, abonados precisamente por ese silencio, ya circulaban entre diversas fuentes de la Seguridad del Estado dos nombres para sucederla 36 horas antes de que inaugurara con su comparecencia la recién constituida Comisión de Gastos Reservados. Las dos candidaturas se manejan en esos círculos según sea la ministra de Defensa, Margarita Robles, o Presidencia del Gobierno quien ganara el pulso por la influencia en esta decisión.

En el primer caso, Esperanza Casteleiro, secretaria de Estado de Defensa y sobre todo agente de inteligencia que conoce a toda la estructura que reside en la sede blindada del CNI en la madrileña cuesta de las perdices; en el segundo, el director del Departamento de Seguridad Nacional, general de brigada de artillería Miguel Ángel Ballesteros, doctor en Ciencia Política y, sobre todo, canalizador de información estratégica para 

Pedro Sánchez

, con un papel como observador militar que se ha hecho clave en tiempos de guerra.

Hay otras opciones, pero no tan manejadas por cuanto aún nadie puede apostar por que no acabe en fractura total la pugna entre Moncloa y Defensa por el asalto de

Pegasus

a los móviles de miembros del Gobierno y el "fallo clamoroso" de seguridad que representa.

En todo caso, la habitual discreción del centro de Inteligencia no impide que se oigan por Madrid los ecos de la inquietud de su personal, en un nuevo bajón de moral. Circulan como la linfa por la extensa red de capilares que comunican el CNI con la

Guardia Civil

y el

Ejército

. "Es una catástrofe que se estropee así la imagen y la solvencia de la principal herramienta de seguridad de España", se lamenta un coronel del Ejército implicado en la vida de la que llamaban "la casa". En su opinión, se cese o no a la jefa, no se vivía un estado de desmoralización parecido desde 1995, cuando culmina el escándalo por las microfichas que se llevó de los armarios el coronel y exdirigente del centro Juan Alberto Perote.

"Es de manual que una brecha de seguridad se investiga, se cierra y se depura por dentro; no se hace pública, porque debilitas al servicio", indica otro militar y antena del CNI, este retirado, con experiencia en operativa en África.

Ninguno de los veteranos de la seguridad del Estado consultados imaginó nunca que Paz Esteban iba a pasar por un momento tal de cuestionamiento, dada la probidad que le atribuyen. Y no se puede hacer otra cosa en esta crónica que reflejar la común aceptación de que goza en el Centro. Resumen en dos frases entre comillas: "Es CNI de pura raza", defiende una de las fuentes consultadas. "Nunca se le ha visto veleidad política, como debe ser en un oficial de inteligencia", asevera otra.

Doctora OTAN

Cuando Paz Esteban llegó al CESID, las incorporaciones al centro se hacían por endogamia corporativa y aval familiar

Cuando la licenciada en Filosofía y Letras Paz Esteban llegó servicio de espionaje, en 1983, las incorporaciones a lo que entonces era el CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) se hacían de una forma vieja, vetusta incluso, pero todavía en muchos casos vigente en el CNI: la confianza y la endogamia. O sea, el aval de un familiar vinculado a la casa o a algunas de sus ósmosis militares o policiales.

En 39 años de carrera relacionada con la inteligencia del Estado no se ha conectado su actual directora con los casos, algunos truculentos -y sobreseidos- como la Operación Mengele, o las escuchas a dirigentes políticos de los 90. Su cometido, lejos del barro, favorecía su higiene. Desde el comienzo estuvo en el área internacional, concretamente en las mesas desde las que se analizaba información de los países de Europa Occidental, y más concretamente durante un tiempo en ese rincón que miraba hacia Francia.

Las escuchas y entradas en coches y domicilios que realizaban los agentes de la AOME (Agrupación Operativa de Misiones Especiales) no salían de ese club de gente de acción, y mucho menos llegaban al área de análisis. "La casa es un lugar muy compartimentado, y uno de análisis tenía que ver con las escuchas lo mismo que el camarero de la cafetería", ironiza uno de los coetáneos de Esteban.

En aquellos tiempos, el director Emilio Alonso Manglano encargó a algunos miembros de esa área internacional una labor didáctica sobre la

OTAN

, según se aproximaba el momento en que España ingresaría en la alianza. El coetáneo llamaba entonces a Esteban "doctora OTAN".

Gente de Manglano, gente de Roldán

Paz Esteban podría haberse quedado como "gente de Manglano" en el centro, pero superó definitivamente esa categoría cuando, en el tormentoso año 2017, el general 

Félix Sanz Roldán

 la puso a su lado en la dirección del CNI como secretaria general -antes, en 2010, la había ascendido a directora de su gabinete técnico-, después de haber participado en la creación de la Unidad de Defensa de los Principios Constitucionales, siguiendo el principio organizativo del servicio federal de inteligencia alemán. "A Sanz Roldán no se le caía la Constitución de la boca -relata un compañero de armas-. A Paz tampoco".

"La obligación de un jefe es apoyar a su subordinado si tiene razón", dice el coetáneo del CESID y el CNI citado antes. Se refiere a la posibilidad de que el servicio que dirige Esteban ya hubiera alertado severamente a Moncloa en su día sobre el riesgo de infección con Pegasus de sus comunicaciones. Pero eso es a estas horas un futurible.

De momento, ni los más firmes defensores de Esteban dejan de considerar la fuerza de una candidatura de Esperanza Casteleiro a la dirección del centro... y puede que no ahora: contra la inminencia, y sin confirmar nada, se manifiesta una voz de

Moncloa

: "Una decisión así la toma finalmente el presidente del Gobierno, pero tras consultar a mucha gente".

La cuestión no está en la idoneidad de los nombres que figuran en las quinielas -Esperanza Casteleiro fue directora del Gabinete Técnico del CESID, importante atalaya, siendo secretario general el influyente y emblemático Santiago Bastos Noreña, al que un accidente mortal en 2019 le ha impedido ser testigo de estos tiempos de crispación-, sino en si procede una destitución, dimisión o cese de la jefa del CNI y qué tipo de mensaje se daría con un hachazo así hacia dentro y hacia fuera de la comunidad de inteligencia.