HABRÁ MÁS INTENTOS DE ACUERDO

Sánchez y Feijóo mantienen la comunicación a pesar del primer fracaso en su relación

La Moncloa asegura que hay "muchas cosas por hacer" con el PP, en referencia no sólo al CGPJ sino a la oferta de otros acuerdos que hizo el presidente

Los populares creen que el Gobierno no hizo nada para lograr su abstención en la votación del decreto, pero reconocen que eso no impide mantener la colaboración

Pedro Sánchez recibe en el Palacio de la Moncloa a Alberto Núñez Feijóo.

Pedro Sánchez recibe en el Palacio de la Moncloa a Alberto Núñez Feijóo. / DAVID CASTRO

Como una pareja que ha empezado a conocerse, que apenas ha compartido juntos unos ratos y ya ha tenido su primera discusión. Es pronto para saber cómo evolucionará la relación, si hay intereses comunes o no. Aunque ahí siguen, pendientes uno del otro, intentándolo. Así está la situación entre el Gobierno y el PP. No acaban de entenderse, no ven claro a qué juega cada uno, pero la falta de entendimiento en el decreto anticrisis, que el Ejecutivo salvó gracias a los votos de EH Bildu, no cambia mucho las cosas. La recién estrenada interlocución entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo permanece inalterada.

En este primer tanteo no han llegado a ningún puerto. Moncloa ha preferido fabricar una mayoría nueva que le permitiera superar el voto en contra de ERC y sin contar con el PP. Ha optado por EH Bildu para mantener viva la suma de la investidura. Acercarse a los populares habría supuesto poner en jaque la aritmética actual que sostiene al Gobierno y profundizar en la crisis abierta con los republicanos por el supuesto espionaje a cargos independentistas.

Y para los populares, abstenerse en la ecuación con la izquierda abertzale dentro y en el mismo día en que el PSOE les daba entrada en la comisión de secretos oficiales del Congreso, era directamente imposible. La oferta que el equipo económico de Feijóo, capitaneado por Juan Bravo, mantuvo hasta el último momento era difícil de asumir por Moncloa. Pero, fuentes populares insisten en que "con un gesto, con haber aceptado alguna cosa para trabajar con calma habría sido suficiente" para, al menos, haberse abstenido. El sí estaba descartado.

En cuanto al Gobierno, a pesar de los contactos mantenidos, no tenía voluntad de acuerdo real. Hace unos días, cuando ya era evidente el berrinche de ERC y el riesgo de que tumbara el real decreto ley, aún confiaban en una abstención de los populares como colchón para salvarlo.

El Congreso aprueba por la mínima el decreto anticrisis con los votos en contra de ERC y PP

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Que el texto incluyera medidas como la bonificación de la gasolina o el tope a la subida de los alquileres en La Moncloa les parecía motivaciones suficientes para que no votaran en contra. Les veían en la abstención. Y no entienden por qué no ha sido su posición final en la votación, sobre todo después de que se comprobara, a primera hora de este jueves, que su voto era intrascendente porque el Gobierno sacaba adelante el texto con el respaldo de EH Bildu.

En Génova, en cambio, reconocen sus motivos. Primero, por la presencia de los independentistas vascos. "Hoy no se está votando solo un real decreto", advertía el popular Jaime de Olano desde la tribuna. Y, sobre todo, porque Feijóo entendió tras su encuentro en Moncloa con Sánchez hace tres semanas que el Gobierno se comprometía a estudiar el plan económico que envió incluso sin el logo del PP. "No hay mayor prueba de que queríamos aportar y no apuntarnos el tanto", zanjan en su entorno. Que María Jesús Montero reconociera a Bravo en su llamada y después en el cruce de cartas que no habían tenido tiempo para analizarlo fue la gota que colmó el vaso.

En el PP entendieron que Sánchez "no cumplía su palabra" y molestó especialmente la desgana mostrada. "Veíamos que avanzaban con el resto de grupos y que el trato con nosotros era el que era. Estaba claro que no buscaban nuestro apoyo", aseguran en la dirección nacional. Tras la primera llamada entre los interlocutores económicos el martes, el PP esperaba un nuevo contacto que nunca llegó. En ese momento escribieron una carta a la ministra y la hicieron pública como nuevo mecanismo de presión. Feijóo pidió a Bravo rebajar la dureza de las exigencias para hacer un último intento: por eso apostó por cuatro puntos generales de su plan económico que incluía, eso sí, la rebaja fiscal.

El primer partido de la oposición insiste en que se trataba de un ofrecimiento "de mínimos" que se podría ir trabajando con tiempo y tramitarlo como proyecto de ley. En el Gobierno, en cambio, sentó muy mal la filtración de la carta y Montero aprovechó para reprochar la falta de información sobre el impacto presupuestario de esas medidas. Se quedaron en comprometerse a tramitar el decreto en el Congreso para que los grupos pudieran hacer sus aportaciones. El PP dejó claro que era algo "absolutamente insuficiente" y no lo enmarcó en ningún gesto dirigido a ellos. En ese momento, sumado a la cercanía de Bildu, el PP tuvo claro que el voto sería contrario. Era miércoles por la noche y ya quedaban unas horas para el debate. Los diputados del grupo parlamentario, eso sí, no supieron el sentido de voto hasta bien entrada la mañana.

LA RELACIÓN SIGUE

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el pasado 7 de abril en su primera reunión en la Moncloa.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el pasado 7 de abril en su primera reunión en la Moncloa. / David Castro

A pesar de todo ello, el rechazo del PP al real decreto ley no afectará a la nueva relación que el Ejecutivo ha comenzado a construir con el principal partido de la oposición. "Queda mucho por hacer", señalan fuentes gubernamentales, en referencia no sólo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial sino a otros 10 posibles acuerdos que Sánchez transmitió a Feijóo en el primer encuentro que ambos mantuvieron en La Moncloa. Además, apuntan, la comunicación entre ellos está abierta y han hablado recientemente para designar a sus respectivos interlocutores -Félix Bolaños y Esteban González Pons- para pactar los nuevos vocales del Poder Judicial.

En el PP la sensación es similar. Aunque en el entorno de Bravo reconocen como "fracaso" la imposibilidad de que el Gobierno aceptara alguna de sus propuestas económicas, recalcan que el desencuentro de este decreto no impide futuros acuerdos, algunos de carácter inmediato.

La duda que tenían diputados y senadores con un voto en contra era la de si realmente se notaría la nueva etapa de Feijóo al votar lo mismo que habría ordenado Pablo Casado. Pero todos coinciden en que el plan económico trabajado durante dos semanas, la interlocución y el talante mostrado por ambos líderes confirma un nuevo momento político entre los dos grandes partidos. Aseguran que si el anterior líder del PP hubiera estado al frente de este debate, el resultado habría sido el de puentes rotos para el resto de legislatura.

Algo que no ha ocurrido por la parte popular, pero tampoco por la de Sánchez. El presidente sacó pecho tras haber salvado el decreto, asegurando que había triunfado "la política sana, la que piensa en los ciudadanos". Sí criticó la actitud de aquellos que se mueven en el "cuanto peor, mejor" en clara alusión al PP, aunque sin mencionarlo y sin incidir mucho en los reproches.