"TENDRÁ UN PUESTO IMPORTANTE"

Madrid aspira a entrar en el círculo de influencia de Feijóo tras su unión con Juanma Moreno

En el entorno del presidente aseguran que Madrid tendrá su cuota "y un puesto muy importante" en el organigrama

Pero en el partido perciben una alianza mucho más profunda entre Feijóo y Andalucía, más allá de los integrantes de la dirección y ven "desdibujado" el peso de Ayuso

Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno Bonilla.

Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno Bonilla. / JULIO MUÑOZ.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Alberto Núñez Feijóo completará este domingo un nuevo organigrama para el PP, “sujeto a cambios” y en el que también estará presente la Comunidad de Madrid. “Tendrá un puesto importante”, avanzan en el entorno del ya líder popular. Aunque en el entorno de Isabel Díaz Ayuso ven con buenos ojos las primeras decisiones tomadas (que afectan al núcleo duro, pero también al comité ejecutivo nacional, donde los nombres presentados por la madrileña ya figuran) la pretensión sigue pasando por estar en el círculo de influencia del nuevo presidente. El dirigente gallego debe poner nombre y apellidos al responsable de Organización —puesto clave en el partido— y de otras áreas importantes, hasta ahora en forma de vicesecretarías.

Todas las miradas se dirigen a Alfonso Serrano, portavoz popular en la Asamblea de Madrid, hombre fuerte de Ayuso y una persona de sobra conocida dentro del partido por todos los dirigentes hoy encumbrados, Pero, la realidad, según señalan dirigentes veteranos consultados por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, es que en el primer anillo de poder Andalucía es el territorio más reforzado. 

Elías Bendodo, hombre fuerte de Juanma Moreno Bonilla, será el coordinador general del partido y, de facto, con la secretaria general, Cuca Gamarra, llevará el día a día de la formación. Sobre su cargo pesan funciones también propias de Organización y del resto de áreas, lo que es percibido como un “espaldarazo total” al presidente andaluz, en detrimento de la dirigente madrileña.

“Lo que está claro es que la alianza de Alberto y Juanma va más allá de lo que puedan reflejar los nombres de la dirección”, coinciden distintas personas de peso en el actual PP. A la espera de que se concrete esa cuota de poder madrileña, “que la habrá” insisten, la sensación que cunde en las filas conservadoras es que la unión de Galicia y Andalucía marcará el paso del nuevo partido. 

En todos los sentidos. Orgánicamente, por razones obvias. Pero en el mensaje político ambos dirigentes mostraron ayer coordinación total. El propio Moreno Bonilla aseguró en su discurso que “la centralidad es el mayor patrimonio que tiene el PP”. No había mejor resumen de lo que trasladaría Feijóo en su intervención final justo a continuación, apostando por una nueva forma de hacer oposición y garantizando “fiabilidad, madurez y sentido de Estado” con su proyecto. El viernes Ayuso siguió apostando por un perfil propio que poco tiene que ver con esa línea.

La tranquilidad con la que afrontan en Madrid la nueva situación es doble: por un lado, la afinidad ideológica que mantenía la presidenta con Pablo Casado no sirvió de nada a la hora de ir a una guerra civil. Y, por el otro, insisten, “el principal activo electoral” del PP sigue siendo la madrileña. “Y eso Feijóo lo sabe y lo ha dicho muchas veces. No habrá problema”, zanjan.

"MORENO ACCEDE A OTRO NIVEL"

En distintos territorios la lectura difiere de ese punto de vista. Aunque consideran que la relación con Madrid “irá bien por ambas partes”, todos avistan grietas que serán inevitables. Y, sobre todo, la inmensa mayoría de dirigentes preguntados por este diario vuelven a insistir en que Moreno accede a una categoría superior con respecto a los demás barones, incluida la madrileña. Los motivos, aseguran, son varios. 

El primero, la crucial cita electoral en esta comunidad (sea en junio o en otoño). Serán las primeras elecciones que el PP afronte con Feijóo en la presidencia y el congreso extraordinario se celebró en Sevilla para poner el partido a disposición de Moreno. Pero a nadie se le escapa que Feijóo premia una amistad, una afinidad y, sobre todo, dicen, “una trayectoria en el partido de mucho tiempo que Ayuso aún no tiene”. “La experiencia de Moreno, la lealtad que ha tenido con el líder gallego y su aportación no tiene parangón con otro presidente”, concluyen las mismas fuentes.

Otros dirigentes con décadas sirviendo al partido apuntan a otro factor todavía más profundo, al considerar que incluso Feijóo, que ya dejó claro que pretende volver “a los tiempos de las grandes mayorías”, señala a Moreno como futuro delfín de esta manera. “No se va a abrir un debate de sucesión el día que encumbras a un nuevo líder. Pero todo apunta a que su hombre de confianza, que además tiene mucho que aportar aún en el PP por edad, es ya Juanma”, zanjan.

Lo que Feijóo tiene claro, como adelantó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, es que los congresos regionales pendientes y, muy especialmente el de Madrid que debe convertir por fin a Ayuso presidenta del PP en su región, se harán pronto y casi de forma exprés.

El lunes Feijóo reunirá el primer comité de dirección en Génova. Está por ver el encaje del resto de miembros, la figura de Esteban González Pons, al que algunos atribuyen un puesto ‘ad hoc’ y muy cerca del presidente. Gamarra, por su parte, tendrá que combinar la secretaría general con el liderazgo en el Congreso, a pesar de que Feijóo nombre a un nuevo portavoz parlamentario más adelante. En cuanto a Bendodo, que sigue siendo consejero de la Presidencia en Andalucía, compatibilizará el cargo con la coordinación general hasta las elecciones autonómicas. “Después ya veremos”, dicen en el entorno de Moreno Bonilla, anticipando que a partir de ese momento tendrá que centrarse solo en el PP.

Otra cita pendiente es la de Feijóo con Pedro Sánchez en Moncloa. Ambos quedaron en verse “cuando el proceso se resolviera”, esto es, a partir del fin de semana. Aunque no hay fecha concreta lo previsible es que el encuentro sea pronto. El discurso del nuevo líder del PP apunta a una forma de hacer oposición muy distinta a la que aplicó Casado en esta última etapa, abriéndose claramente a posibles acuerdos con el Ejecutivo y rechazando “la política infantil” que solo busca acabar con los rivales.