CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Vox mete el codo al PP para atraer a "la España real" y el Gobierno alerta: buscan el desánimo

Vox y PP libran una particular batalla en el Congreso, la de capitalizar el malestar de los ciudadanos ahora que no hacen más que subir los precios

El Gobierno responde: asocia a Abascal con Putin y con su deseo de dividir a la sociedad, y acusa a los populares de no estar renovándose

Santiago Abascal en el pleno del Congreso.

Santiago Abascal en el pleno del Congreso. / JOSÉ LUIS ROCA.

Ángel Alonso Giménez

Que el Congreso hable de la realidad del día a día de la gente es una muy buena noticia. No siempre es así. Las agendas de los partidos, en muchas ocasiones, abordan asuntos trascendentes, tampoco se puede negar, pero intangibles. Acabar con la impunidad del franquismo es un debate muy interesante que da un retrato del país, eso resulta incuestionable, pero es dudoso que sea el tema de conversación de familias, parejas, amigos o de los grupos de whatsapp de los padres y madres del colegio del hijo.

En cambio, hablar de cómo está la gasolina, de lo que cuesta pagar en el "mercadona" o en el "ahorra más" o de poner la lavadora a las 3 de la madrugada para que cueste menos la factura de la luz lo hace ahora mismo todo el mundo. Hasta la presidenta del Banco Santander habla de ello.

No podía ser menos el Congreso, en donde 350 diputados y diputadas se encargan de canalizar las demandas de los ciudadanos. El debate, este miércoles, estaba servido.

Primera entrega: Cuca Gamarra

Junto a un escaño vacío porque el líder del PP, Pablo Casado, no existe ya para la esfera pública, la coordinadora nacional de los populares y portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, ha lanzado la primera piedra al presidente del Gobierno. Si quiere hacer un reparto justo de los costes económicos y sociales que va a suponer la guerra de Ucrania, que sea él el primero en aplicarse el cuento y ejercer eso de "predicar con el ejemplo", eso le ha dicho. Sánchez ha respondido con una apelación a la unidad.

Fiel al guion escrito, la líder de transición del PP ha reclamado medidas concretas. Éstas: que merme la estructura del Gobierno porque es muy caro mantener tres vicepresidencias y 22 ministerios, y que reduzca el número de asesores (ahora 108, ha dicho). A su juicio, pedir a los ciudadanos esfuerzos y no cesar a ministros y colaboradores es "una inmoralidad". Y más propuestas: la bajada de impuestos. Gamarra ha abogado por dejar el IVA de los carburantes en el tipo superreducido del 4%.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Versalles (Francia).

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Versalles (Francia). / Pool Moncloa/Fernando Calvo

El presidente del Gobierno ha contestado con una nueva apelación a la unidad, aunque no se ha podido resistir, ante el tono de la portavoz de los populares, a recurrir a la ironía para asegurar que no sabía muy bien si estaba respondiendo "al viejo PP o al nuevo PP". Ya se sabe: el partido que aún lidera Pablo Casado está preparando el camino para un nuevo partido liderado por Alberto Núñez Feijóo. No van a cambiar las siglas, desde luego, pero hay tal sensación de punto de inflexión en en el Partido Popular que los adversarios no pueden abstraerse, bien para meter cizaña o bien para poner trampas. La política es así.

Segunda entrega: Santiago Abascal

Entre PP y Vox hay diferencias de todo tipo. También similitudes. Pero vayamos a las diferencias.

Una de ellas, lamentablemente discreta, tiene que ver con el lenguaje. A su líder no le hacen falta tecnicismos, números y porcentajes para transmitir el mensaje que quiere transmitir. O no le hacen falta o pasa de darlos. La demostración ha ocupado las primeras palabras de su intervención de este miércoles: "Señor Sánchez. Al contrario que ahí fuera, en este Parlamento estamos 350 privilegiados. Salga a la calle. No viaje tanto por el mundo. Salga a la calle si puede. Hable con autónomos, pare en un bar de carretera, pasee por un mercado, visite un polígono industrial. Ahí fuera hay millones de españoles que están sufriendo".

Luego ya se prodigó en expresiones que le gustan a él y a su parroquia, como la del "fundamentalismo verde", y en metáforas socarronas, como la de la foto de Sánchez junto a su "fotocopia canadiense", pero el mensaje ya estaba fijado. Faltaba el remate. Remate en dos jugadas. La primera la ha hecho él mismo: "Su Gobierno es una fábrica de miseria, igual que su ideología", ha espetado.

La segunda la ha hecho su portavoz en el Congreso.

Tercera entrega: Espinosa de los Monteros

"La España real". Tres palabras que definen la estrategia actual de Vox. Las ha dicho Iván Espinosa de los Monteros en la pregunta que, una semana más, ha proferido a la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.

Ante la atenta mirada de su jefe, lo que supone una novedad, pues Abascal no suele quedarse mucho tiempo en el escaño cuando tienen lugar las sesiones de control (señal de que estaba todo orquestado), el diputado de Vox ha contrapuesto esa "España real" que está pagando más por el pan, los huevos, las legumbres, la comida para bebés, la carne de vacuno y por la gasolina con "la España de Sánchez". Figura retórica para describir a un presidente alejado de los problemas de los ciudadanos, de los grupos de whatsapp de los amigos, vaya.

Pedro Sánchez y Nadia Calviño.

Pedro Sánchez y Nadia Calviño. / José Luis Roca

Según ha proclamado, mientras esta "España real" no puede pagar la cesta de la compra, apenas la vida del día a día, el Gobierno se gasta el dinero en "chiringuitos" feministas y en los sindicatos, a los que riega de subvenciones y ayudas para que no salgan ahora a la calle y vayan haciendo acopio para que "quemarlas" para el momento de que PSOE y Unidas Podemos se vayan a la oposición.

Espinosa de los Monteros ha recordado que este fin de semana habrá dos manifestaciones, el sábado y el domingo, una contra la subida de precios y otra contra las políticas agrícolas. Así que sus palabras casi eran obvias: son protestas ante "los ataques de Pedro Sánchez al estilo de vida de los españoles".

Ha zanjado su intervención así: "Los españoles no son idiotas. Se preguntan si están mejor ahora que hace cuatro años. La respuesta es que están peor. No es Franco, ni Putin ni el virus. Es Sánchez".

Reacción del Gobierno y cierre de Calviño

Ha necesitado Vox dos intervenciones para empujar al PP de una parcela del campo de juego fundamental en la coyuntura política actual. Atraer el rechazo a Pedro Sánchez es un objetivo común, y esencial en ese electorado. Mientras los de Abascal exploran las calles para sacar músculo como alternativa, los de Feijóo (no es el líder aún, pero como si lo fuera) han elegido la institucionalidad y el balance de gestión. No en balde, en las filas populares, presumen de unas manifestaciones del presidente gallego, hechas el día en que anunció que se presentaba al liderazgo de la formación: "No vengo a insultar a Sánchez; vengo a ganar a Sánchez".

El caso es que luego ha desperdigado algún que otro ataque, cómo si no, pues está embarcado en el periplo que culminará en el congreso de Sevilla de primeros de abril.

Feijóo y Ayuso, en un acto celebrado en Madrid.

Feijóo y Ayuso , en el acto celebrado en Madrid. / José Luis Roca

Los populares tienen 88 escaños y gobiernan en Madrid, Andalucía, Castilla y León, Galicia (sobre todo, y más ahora, Galicia), Murcia o Ceuta. También gobiernan la capital española y ciudades como Zaragoza o Santander. A eso se agarran para ocupar ese espacio de rechazo a Sánchez, sin tanta bronca. Las urnas dirán si les va bien así. Tras Gamarra, han intervenido cuatro diputados más, y salvo Carolina España y Tomás Cabezón, que ha enfurecido al ministro Escrivá, no han caído en palabras gruesas ni en expresiones al borde de la incorrección.

El Gobierno, como era de esperar, ha replicado. Eso de que Vox capitaliza el malestar social, pues no. El presidente ha acusado a Abascal de buscar que "cunda el desánimo" a través de manifestaciones "no en contra de la guerra, sino en contra de gobiernos que están en contra de la guerra". Ha ahondado en ello más adelante: "¿Qué sería de Europa si en Italia gobernara Salvini, en Francia Le Pen y en España ustedes tuviera alguna responsabilidad? Sería la muerte de Europa". Y tras acusar al líder de Vox de caer en la trampa que busca Putin, la de la intolerancia, la crispación y la división, ha exclamado: "Ni España ni Europa lo van a permitir".

Nadia Calviño ha rematado la jugada. Igual que Espinosa redondeó el mensaje de Abascal, la vicepresidenta ha hecho lo propio con el del presidente. Le ha dicho al portavoz de Vox: "La España real de las mujeres y de las familias que se levantan para dejar un país mejor para sus hijos, esa gente sabe que el Gobierno trabaja para ellos".

A modo de coda musical, esta píldora de la vicepresidenta primera: "Lo que no entiendo es a quién defiende usted, señoría. Si odio a las organizaciones feministas, a los sindicatos, a las asociaciones que defienden los colectivos LGTBI y en general los derechos para todos los ciudadanos, ¿a quién defiende usted?".