CRISIS DEL PP

El "hiperliderazgo" de Feijóo, una losa para elegir sucesor en Galicia

Los expertos creen de que el presidencialismo eclipsa a los posibles sustitutos y ven el “dedazo” como indicio de poca democracia interna

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a la sede nacional del PP

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a la sede nacional del PP / EUROPA PRESS

Daniel Domínguez

“Lo que diga el presidente” era la frase recurrente sobre el futuro del partido en boca de los altos cargos del PP gallego que se reunieron en Santiago para escuchar el anuncio de Alberto Núñez Feijóo de que dejaba Galicia para tomar el timón del partido a nivel estatal. Era el principio del fin del feijooísmo, la época iniciada con su victoria en 2009 –tres años después de asumir las riendas del PPdeG– frente al bipartito y que acabará con cuatro mayorías absolutas durante las cuales el dirigente de Os Peares acumuló un poder omnímodo, mayor que el del mítico Manuel Fraga, que tuvo que lidiar con el contrapeso de los barones de Lugo (Cacharro Pardo) y Ourense (Baltar). Ahora, el horror vacui inquieta a un PP que no ve a un sucesor claro y que se enfrenta al reto de pasar página tras una época marcada por un máximo presidencialismo. Se espera un dedazo para elegir no solo sucesor, sino para aplacar cualquier conflicto interno mediante una pax popular.

Su relevo deberá afrontar la tarea de marcar un perfil propio y aglutinar el partido a su alrededor, como hizo el actual presidente de la Xunta, lo cual se antoja difícil porque no existe otro cargo del PP con su aura. “El principal problema de liderazgos tan marcados como el de Feijóo es que impiden el crecimiento a su alrededor de líderes orgánicos e institucionales que puedan sucederlo”, expone Paulo Carlos López, profesor en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidade de Santiago, que recuerda que el nombre del titular del Ejecutivo llegó incluso a casi borrar de la cartelería electoral la marca PP. Él era el reclamo. “Su liderazgo ha impedido que se visualice una alternativa natural y, por eso, ahora nos preguntamos quién lo sucederá. No se percibe socialmente y eso significa que no se han hecho bien los deberes”, añade.

El periplo de Feijóo en San Caetano ha estado marcado por un gran presidencialismo, un perfil labrado de “gestor” rodeado de conselleiros con escaso peso político y carácter técnico, principalmente. Su sombra ha eclipsado a sus compañeros. “El mero hecho de que no se sepa quién puede ser el delfín da una idea del poder omnímodo de Feijóo”, ilustra Francisco Seoane, profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. De hecho, el favorito para tomar las riendas de la Xunta es el vicepresidente Alfonso Rueda, que lleva con él desde 2009. Pero nadie lo da por seguro.

El profesor gallego en la Universidad de Nottingham Fernando Casal Bértoa tiene claros los motivos por los que resulta tan complicado relevar a un hiperlíder como el de Os Peares: su historial de victorias y el miedo a perder terreno. “Al general victorioso es muy difícil sustituirlo [...] Cuando uno ha ganado tanto y por tanto tiempo deja un halo de omnisciencia que le permite tomar cualquier decisión sin casi ningún espíritu crítico”, apunta antes de añadir otro elemento: el miedo. “Al fin y al cabo, todos obedecen al líder porque es infalible, o eso parece, y dependen de él para seguir en sus cargos”, resume.

La emigración de Feijóo a

Madrid

revela también cómo los liderazgos tan fuertes taponan las críticas y los conflictos internos. “Ante una persona con gran predicamento y capacidad de influencia, quien las promueve [las críticas] tendrá poca probabilidad de éxito y será penalizado por sus compañeros al presentarse como una voz discordante frente a una posición hegemónica”, cree el doctor en Comunicación Política y director de Atalaya Comunicación Pablo Vázquez Sande.

El universo popular en Galicia giraba en torno a Feijóo y ahora tendrá que hacerlo alrededor de un sucesor, pero con una recomposición de equilibrios entre los poderes territoriales, que aceptarán la decisión de su líder, pero querrán obtener algo a cambio de seguir las órdenes de alguien sin la autoridad de su hasta ahora jefe de filas.

Este cambio se produce, además, en una difícil coyuntura, con una recuperación económica tras el covid que parece griparse ante la escalada de precios tras la invasión de Ucrania. “Relevar a un líder es siempre difícil hasta en los casos más pactados, como aquel 'sin tutelas ni tu tías' de Fraga para señalar a Aznar. Pero ahora el mundo es diferente”, alerta José Enrique Varela, coordinador del Observatorio de Gobernanza G3 de la Universidade de Vigo, sobre un contexto de ciclos políticos cortos, líderes efímeros y coyunturas cambiantes.

Precisamente por eso, destaca el reto para el PPdeG de cubrir el vacío dejado por Feijóo y de este por dar el salto a otro ecosistema. “Tendrá que hacer cosas que con mayoría absoluta no tenía que hacer, como es negociar. Es el reto más importante que tendrá que asumir”, vaticina Varela.

Ante ese vacío y para evitar los problemas y rencillas internas, el dedazo de Feijóo será el método empleado para elegir a su sucesor, según coinciden en el partido. Lo que diga será asumido por todos, conscientes de que sin él pierden su principal activo de cara a las elecciones autonómicas de 2024. Vázquez Sande alerta de la “factura” que puede suponer la pérdida de un líder así. “Feijóo lleva al PP a sumar el doble de votos en autonómicas que en municipales. Vigo es una referencia perfecta. El liderazgo de

Abel Caballero

conduce al PSdeG a lograr un apoyo 2,3 veces mayor en las municipales que en las autonómicas”, ilustra.

Casal Bértoa tiene claras las razones del dedazo, determinado en el caso de Feijóo por la necesidad de designar un sucesor al frente del Gobierno gallego, proceso que sería diferente si estuviese en la oposición y solo tuviese que gestionar la clave interna. “Una, la falta de confianza en la democracia interna y el afán por dejarlo todo atado y bien atado. La segunda es la presidencialización característica de los partidos españoles”, considera.

Paulo Carlos López recuerda la designación de Aznar por parte de Fraga y de Rajoy por parte del primero. “En el caso del PP, el dedazo forma parte de su cultura política”, recuerda, señalando a Casado como excepción, si bien Feijóo en 2006 tuvo que luchar con Xosé Manuel Barreiro, Enrique López Veiga y Xosé Cuiña.

Además, la tensión generada por las primarias “no acaba de cuajar en España”, añade Vázquez Sande, opinión con la que coincide Francisco Seoane. Eso sí, Enrique Varela cree que los dedazos están “desfasados porque carecen de legitimidad”. Aun así, en Galicia no se concibe otro método para elegir relevo de Feijóo: “Lo que diga el presidente”.

“No voy a dar estabilidad al PP a costa de la estabilidad de Galicia”, sostiene el presidente de la Xunta

Feijóo dejó claro el lunes que la transición al frente de la Xunta será lenta, pues en mayo anunciará las “semanas o meses” que tardará en dimitir del Ejecutivo autonómico para centrarse en el PP estatal. Al mismo tiempo, ha puesto en el congelador su relevo al frente del partido en Galicia. El asunto llegó ayer de nuevo al Parlamento, pues la nacionalista Ana Pontón urgió su renuncia.

La respuesta de Feijóo consistió no solo en no dar más detalles, sino en contraatacar reclamando la dimisión de la portavoz nacional del Bloque por haber perdido todas las elecciones en las que participó y de Valentín González Formoso, el secretario xeral del PSdeG, por acumulación de cargos, al ser también alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación de A Coruña. “Formoso tiene tres cargos, dos de ellos de gobierno. Yo tengo un cargo de gobierno y otro de partido y no son incompatibles”, comparó. El socialista exigió también la dimisión de Feijóo porque resulta “incompatible” presidir la Xunta con liderar el PP estatal.

Feijóo solo indicó que no se irá a Madrid a dar estabilidad al PP nacional “a costa de la estabilidad de Galicia”. “Porque Galicia es mi madre y uno nunca rechaza a su madre”, declaró, para acto seguido lanzar que, en todo caso, el “corto espacio de tiempo” que le queda por delante como presidente del PPdeG y de la Xunta va a ser incluso mayor que el que pueda tener en el futuro Ana Pontón como “presidenta de la Comunidad Autónoma”.

Por su parte, Pontón acusó a Feijóo de sumar doce años “subordinando” los intereses de Galicia a los de su partido y de aprovechar un caso de corrupción para irse a Madrid: “Es un excelente candidato a presidir el PP de la corrupción”. También le afeó que pretenda dirigir Galicia durante las próximas semanas por teléfono móvil mientras se dispara el precio de la luz, el gas o la cesta de la compra.