ELECCIONES CLAVE EL 13-F

El PP lucha por salvar la Junta de Castilla y León y se asoma al abismo con Vox

El PP se conforma con un resultado que le permita seguir gobernando a la espera de la negociación más dura que nunca ha vivido con Vox

El partido ultra celebra el éxito por adelantado y Ciudadanos se conjura para resistir con un procurador

Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco, en el mitin de cierre de campaña de las elecciones de Castilla y León.

Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco, en el mitin de cierre de campaña de las elecciones de Castilla y León. / PP

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Las elecciones de Castilla y León dibujarán a partir de este domingo un escenario nuevo para la derecha en España. El dato de participación puede ser decisivo y, a pesar del abanico de escenarios posibles, la única certeza es que el PP se conforma con obtener un resultado que le permita gobernar y no perder la Junta castellanoleonesa. La gestión de las expectativas, como reconocen en el partido, ha sido un error. Y ahora la clave es evitar a toda costa la única opción que conllevaría un daño irreversible: que la izquierda sumara. Alfonso Fernández Mañueco lo expresó con total claridad en el mitin final de este viernes: “Castilla y León está en vuestras manos. Depende de vosotros y de una gran movilización. Necesito vuestra ayuda”, zanjó.

Los populares obtuvieron en 2019 el peor resultado de su historia en esta comunidad: 29 procuradores. Después de aspirar a rozar la mayoría absoluta (41), su prioridad en esta cita es no bajar de la barrera de los 30. Los más optimistas creen que podrían quedarse en torno a los 32 o 33 diputados autonómicos. Ganar las elecciones es el primer paso y, después, dicen en la formación, deberán afrontar la negociación más dura que hasta el momento han vivido con Vox. 

El partido de Santiago Abascal no se ha desinflado por el camino. Sus expectativas eran altas cuando ni siquiera se conocía al candidato a la Junta, Juan García-Gallardo, un joven burgalés de 30 años sin ninguna experiencia política. Con los días, la movilización del partido ultra ha ido a más, con un despliegue constante de los distintos cargos más conocidos por todas las provincias. En la formación se mueven entre los 10 y 12 procuradores, y aseguran que la decisión de exigir la entrada en el gobierno dependerá del número de representantes finales que obtengan el domingo y la fuerza que representen en la ecuación. 

Lo que está claro, como avanzó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, es que las condiciones para investir a Mañueco serán duras y Vox marcará perfil propio para desquitarse de la irrelevancia que sufren en Madrid tras haber apoyado a Isabel Díaz Ayuso. En el PP no esconden el temor de que Vox supere incluso las expectativas.

Si hay un reproche que se repite constantemente entre los dirigentes de Ciudadanos, socio del gobierno castellanoleonés hasta que Mañueco decidió adelantar las elecciones, es que el PP no recuperará su fuerza y sólo les cambiará por un socio mucho más complicado, que es Vox. Las encuestas apuntan a que es un escenario bastante probable. El PP no cumple con ninguno de sus objetivos en este momento: ni se acercarán a la mayoría absoluta, ni frenará a la formación de Abascal ni seguramente acabe con Ciudadanos por completo.

Todos los sondeos parecen garantizar un procurador naranja por Valladolid, el del candidato, Francisco Igea, vicepresidente de la Junta durante dos años y medio. En el partido reconocen “satisfacción” por la campaña y no dan por perdida la posibilidad de rascar algún otro procurador. “Es muy difícil y dependerá de si hay desmovilización en otros partidos”, explican en la cúpula naranja. En todo caso, tras desaparecer en Madrid en las elecciones del pasado mayo, resistir aunque sea con un solo asiento en las Cortes de Castilla y León ya sería un balón de oxígeno para Inés Arrimadas. “Puedes ser un zombie, pero eso no es estar muerto”, recalcan en su núcleo duro. 

La crítica al adelanto electoral ha sido una constante en estas semanas para el partido naranja. Lo volvió a ser en el acto de cierre de campaña este viernes en Valladolid, provincia que concentró los mítines finales de los grandes partidos. En apenas un radio de kilómetro y medio, Arrimadas e Igea se conjuraban para sobrevivir a estas elecciones, Mañueco se apoyaba en Feijóo y Ayuso (además de Casado) y Vox celebraba un éxito por adelantado.

La noche del domingo tendrá consecuencias ocurra lo que ocurra. Y en el PP muchas miradas se dirigen a su líder nacional. Aunque el candidato castellanoleonés ha insistido mucho en exonerar a la dirección del resultado que finalmente obtenga, “sólo me la juego yo”, insiste Mañueco, Génova tenía volcadas todas sus esperanzas en esta cita electoral. 

El adelanto fue bendecido por la dirección y Teodoro García Egea siguió diseñando la hoja de ruta para aupar a su presidente apoyado en varias victorias autonómicas sucesivas. Madrid, Castilla y León y después tendría que venir Andalucía. Esa cita (que sí o sí debe celebrarse este año), estará en el aire hasta conocer los resultados del 13 de febrero. A partir de ahí, su presidente, Juanma Moreno Bonilla, decidirá.

La frase de “a partir de ahora el PP va a ganar todas las elecciones que se convoquen”, por boca del secretario general, daba cuenta de la estrategia del PP. En los últimos días no ha resonado con la misma fuerza. Tanto Casado como García Egea acusan el sentimiento de fracaso, de chasco, desde la votación de la reforma laboral. El error del diputado Alberto Casero, secretario de Organización del partido y ‘fontanero’ de Génova por excelencia, evitó el mayor fracaso de la legislatura de Pedro Sánchez. El informe de los letrados del Congreso acredita que no hubo un fallo informático y, como ya reconocen diputados del PP en privado, avala que Casero se confundió a pesar del procedimiento de doble confirmación que todos los parlamentarios conocen.

Los populares han decidido seguir peleando la causa y ya tienen presentados dos recursos en el Tribunal Constitucional por entender que se conculcó el derecho de su diputado. Con independencia del recorrido judicial que el caso pueda tener, la sensación de desánimo en las filas populares desde aquel jueves es absoluta. Y muchos dirigentes insisten en que el partido “ha quedado muy tocado” después de aquel episodio. 

Casado elevó el tono en el mitin final de la campaña y se volcó en un objetivo que toda su formación necesita por igual: "PP o sanchismo, PP o los socios de Bildu y ERC, PP o el caos. Que no engañen con señuelos", arengó a sus filas.