REFORMA LABORAL

“No puede ser. ¿Quién la ha liado?”: furia y caos en el PP tras salvar por error a Sánchez

El PP afirma que el ordenador registró mal el voto y habla de "fraude democrático"

Los diputados de UPN decidieron 24 horas antes el golpe a su dirección y lo ocultaron

La Cámara defiende el sistema, que cuenta con una doble verificación

Cuca Gamarra y García Egea FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Cuca Gamarra y García Egea FOTO JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Paloma Esteban

Paloma Esteban

“No puede ser, no puede ser. Es imposible”. Los diputados se miraban unos a otros. La reforma laboral, el proyecto estrella de la legislatura para el Gobierno de Pedro Sánchez, salía aprobada por la mínima. Un solo voto. 175 a 174. Pero los números seguían sin cuadrar. El diputado de Unión del Pueblo Navarro, Sergio Sayas, acababa de confirmar que él y su compañero de escaño, Carlos García Adanero, rompían la disciplina de voto de su partido y se sumaban al no de PP y Vox. Lo decidieron la tarde del miércoles, 24 horas antes de la votación, y lo ocultaron para evitar las presiones. El voto afirmativo lo pactó directamente desde Pamplona el presidente de la formación, Javier Esparza, con Moncloa. Y la venganza llegó 24 horas más tarde con una rebelión que nadie en el partido conocía.

El no de los dos diputados de UPN iba a tumbar la reforma laboral. Incluso un fallo en la lectura de la presidenta del Congreso llevó a Meritxell Batet a afirmar que el decreto había salido derogado. Acto seguido rectificó con los números en limpio: convalidado. La reforma laboral salía adelante gracias a un voto anónimo. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz respiraban y se abrazaban. El desconcierto no podía ser mayor en las bancadas de la oposición. “¿Qué ha pasado entonces? ¿Quién la ha liado?”, repetían diputados de todo signo político abandonando el hemiciclo.

Ni siquiera los diputados de UPN, cuyo voto era la clave para el fracaso gubernamental, se lo explicaban. Empezaron los rumores: el error había sido de un diputado del PP. Sayas aterrizó en el patio del Congreso en mitad de una nube mediática, con ojos vidriosos y reconociendo haber tomado “la decisión más difícil de su trayectoria política”. “Pero también más convencido que nunca”, apostilló. El partido queda roto tras la votación y la dirección exige que dejen los escaños. No podemos apoyar una decisión inexplicable para los votantes. Que les pregunten. Que hagan un referéndum con eso”, repetía uno de los diputados díscolos.

Acto seguido se supo que el titular del voto erróneo era Alberto Casero, exalcalde de Trujillo (Cáceres) y mano derecha de Teodoro García Egea en Génova. Los diputados populares estallaron de inmediato exigiendo repetir la votación: “Ha intentado venir a votar después de comprobar el error y le han impedido entrar en el hemiciclo. Es inadmisible”. Vox se sumó a la campaña del “pucherazo” y anunció un recurso ante el Tribunal Constitucional. Ni siquiera los parlamentarios de UPN se habían enterado del error de los populares. Y el desconcierto solo fue a más. “Ya que estábamos en este lío contábamos con que la reforma laboral cayera”, reconocían con cierta alucinación.

Varios dirigentes del PP señalaban “el inmenso cabreo” de García Egea. “Echa humo”, decían parlamentarios de otros grupos que le veían por los pasillos. El número dos de Casado y Batet improvisaron una reunión que acabó entrada la noche. Sin un resultado satisfactorio para el primer partido de la oposición, que también recurrirá al TC y remitió un escrito a la Mesa de la Cámara exigiendo una convocatoria extraordinaria para abordar el caso. Casado tildó lo sucedido de "fraude democrático".

El polémico "error informático"

Los populares aseguran que Casero votó en contra de la reforma laboral y, que por error informático, el certificado de votación registró un sí. El diputado dice que lo puso en conocimiento de la Cámara y se personó en el hemiciclo para intentar cambiarlo. Pero el reglamento del Congreso es claro: si se ha emitido un voto telemático (ya sólo disponible para personas con covid o gravemente enfermas) no se puede votar de manera presencial. Los populares sostienen que Casero “estaba enfermo” y que por eso no acudió al pleno.

El jaleo parlamentario no terminó ahí. Hubo diputados del PP que justo antes de empezar la votación se acercaron a la presidencia para exigir que el recuento tuviera en cuenta “la anomalía” de Casero. Los gritos empezaron desde los escaños con García Egea a la cabeza. Ana Pastor y Alfonso Suárez Illana pidieron a Batet que la Mesa actuara en consecuencia. Afirmaban que la reforma laboral había caído. Y pedían que Casero pudiera entrar al hemiciclo. 

Tanto el PSOE como Ciudadanos y otros grupos defienden el funcionamiento del voto telemático y recuerdan que tiene un sistema de doble verificación en el que tras seleccionar el voto elegido aparece otra ventana que requiere reconfirmación. “Es imposible que el ordenador registrara otra cosa por error. Se ha tenido que equivocar él”, sostienen distintos diputados. 

La duda se ve ampliada porque el PP votó en contra de la reforma en sí, pero a favor de su tramitación como proyecto de ley. Y Casero votó las dos cosas al revés. Dio su sí a la ley y votó no a la tramitación, como confirman fuentes de la Cámara Baja. “Debió cambiar los votos. ¿Cómo va a votar a favor lo que era en contra y al revés?”, insisten otros parlamentarios. Por su parte, fuentes socialistas recalcan que el voto es “impepinable” y que, tras hacerlo a través del ordenador, el diputado no tenía derecho a sustituir su decisión desde el escaño.

El episodio, en todo caso, sacudió a un Congreso que llevaba acumulando mucha tensión por la reforma laboral durante semanas. Al final, y a la espera de cómo se resuelven las reclamaciones, un voto del PP salvó la ley estrella del Gobierno y, sobre todo, da aire a Sánchez para el resto de legislatura. Si el decreto pactado con la patronal y los sindicatos hubiera resultado tumbado, el fracaso habría sido gigantesco. Los socios habituales (ERC, PNV y Bildu) terminaron dando la espalda a la coalición y fue la vía de Ciudadanos, tan denostada por Yolanda Díaz, la que se abrió paso.