Opinión | ELECCIONES

Otra de debates

Debate de Richard Nixon con John F. Kennedy en televisión el 26 de septiembre de 1960.

Debate de Richard Nixon con John F. Kennedy en televisión el 26 de septiembre de 1960. / .

Cuando el 26 de setiembre de 1960 Kennedy y Nixon se presentaron en los estudios de la CBS en Chicago para protagonizar el debate electoral que el tiempo convirtió en el gran referente, la expectación era máxima. Y la audiencia respondió. Lo vio uno de cada tres ciudadanos en televisores integrados en muebles auxiliares que presidían la mayoría de los hogares norteamericanos en torno a los cuales las familias se reunían cada noche. ‘Bonanza’ era el gran reclamo de unas pantallas en blanco y negro de muy pocas pulgadas.

La competencia entre las tres grandes cadenas (CBS, NBC y ABC) no fue inconveniente para que sus tres periodistas de referencia formaran el panel que acompañaría a Howard K. Smith, el moderador. A este solvente y curtido profesional le avalaba su extraordinario trabajo durante la Segunda Guerra Mundial. Se fue a Londres, de donde saltó a Berlín, y allí entrevistó a Hitler, Himmler y Goebbels. Este pretendió que incluyera propaganda nazi en sus reportajes. Se negó y la Gestapo le deportó tras incautarle notas y documentos.

Aquel otoño para la historia, a su vez, recogía el guante de Fred Kahn, un estudiante de la Universidad de Maryland que cuatro años antes pretendió reunir a los candidatos Stevenson y Eisenhower para que contrastaran sus posiciones en el campus. No lo consiguió por la negativa del general presidente, pero su movilización ayudó a difundir la iniciativa frustrada. Su voluntad perseguía recuperar la serie de encuentros que en 1858 habían protagonizado Lincoln y Douglas, candidatos al Senado. El eco de aquel hito que emulaba la Grecia clásica ayudó a ambos en su campaña hacia la Casa Blanca. Se impuso quien acabaría asesinado.

Todos estos antecedentes conforman la evolución de un género del periodismo convertido hoy entre nosotros en motivo de debate en sí mismo. Porque en España se discute más sobre las posibilidades de convocarlo y aceptarlo que del resultado obtenido después.

Xabier Fortes López (Pontevedra, 7 de febrero de 1966) escribía esta semana un artículo en ‘El País’ titulado ‘Vetados por ser de fuera’. En él denunciaba la decisión de la Junta de Castilla y León de no emitir un debate electoral en RTVE por no ser un medio de comunicación de la comunidad convocada a las urnas el 13 de febrero. Y se preguntaba “el escándalo que se hubiera montado si en Catalunya se hubiese vetado la presencia de TVE”. Pero como los debates programados en uno de los máximos exponentes de la España vaciada solo se emitirían por la cadena autonómica privada, el presentador de ‘La noche en 24 horas’ ponía así de manifiesto, como de pasada, la cantidad de nacionalismo no reconocido que esconden algunas justificaciones de quienes siempre lo critican.

Es fácil deducir que la principal causa de las reticencias de nuestros políticos a confrontar sus opciones ante el gran público durante cualquier período electoral no es el desconocimiento del medio televisivo, como tenía Nixon. Ni la ignorancia de Kennedy de determinados planteamientos estratégicos. Ambos sabían a quiénes se debían y sentían la obligación de transmitir sus programas intentando desmontar los del contrario. Aquella obligación nuestros candidatos la han rebajado a concesión. Y por eso se debate sobre la conveniencia del debate.