LOS RETOS POLÍTICOS EN EL ECUADOR DE LA LEGISLATURA

Sánchez y Díaz: una luna de miel que esquiva las tentaciones de ruptura

La ministra de Trabajo apuesta por agotar la legislatura en coalición, frente al sector de Podemos que prefiere abandonar el Ejecutivo 

El Gobierno espera un primer trimestre de 2022 difícil por la avalancha de ingresos covid y la inflación: "Que nadie espere milagros"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. / José Luis Roca

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz empiezan 2022 en una luna de miel, más unidos que nunca. Aunque siempre mantuvieron un buen entendimiento, lo cierto es que dejaron de hablarse durante días en el pulso por el liderazgo de la negociación de la reforma laboral, en noviembre, tras un desencuentro que hizo temer al PSOE el fin de la coalición. Sin embargo, los últimos compases en la coordinación para lograr el pacto con los agentes sociales obligaron al contacto y acabaron recomponiendo la relación. Ahora se llaman o se ven a toda hora. Están encantados, se entienden y se apoyan, indican desde sus entornos, porque tienen la misma hoja de ruta: llegar juntos al final de la legislatura sin romper para tener tiempo de implementar lo prometido y demostrar la efectividad de la primera coalición de un gobierno estatal en democracia.

No lo van a tener fácil. En el Ejecutivo esperan un temporal de malas noticias en este primer trimestre. En enero, admiten fuentes gubernamentales, la avalancha de contagios se traducirá en una oleada de ingresos hospitalarios que tensionará al sistema sanitario. La inflación, disparada por el precio de la luz, será el otro quebradero de cabeza en los próximos meses para un Ejecutivo que ha asumido que este año no será sencillo, pero sí mejor que el anterior. “Si alguien espera milagros se equivoca”, advierte un relevante dirigente socialista. La intención es sobrevivir a esos primeros meses más complicados y pisar el acelerador de reformas para llegar a las generales con los deberes hechos.

No todos están de acuerdo con el plan. En el espacio de Unidas Podemos hay voces que presionan para romper la coalición, salir del Gobierno y forzar un adelanto electoral. Díaz no quiere ni oír hablar del asunto. “Lo dice en público y se lo dice al propio presidente. Hay coalición para rato, no hay motivo para romper. La ciudadanía está harta de elecciones, quiere una legislatura larga”, afirman fuentes próximas a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Aunque indirectamente sectores morados les envían mensajes para romper la coalición e ir a las urnas este año, Díaz no está dispuesta a dar su brazo a torcer. “Sería una irresponsabilidad. Hay que gestionar los fondos, hay medidas que tienen plazos”, insisten en su entorno.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz durante la sesión de control al Gobierno.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz durante la sesión de control al Gobierno. / José Luis Roca

A nadie se le escapa que, además, precipitar los comicios le impediría armar su proyecto y le obligaría a competir bajo las siglas moradas, evidentemente, con menor autonomía en la línea política y, casi peor, con imposiciones en lo orgánico.

Díaz, explican fuentes próximas, va a por todas. Su trabajo es su obsesión y ha pagado un precio emocional demasiado elevado para dejarse imponer estrategias o tener que asumir las tesis del fundador de Podemos y exvicepresidente, Pablo Iglesias. Díaz no solo defiende en público la pervivencia de la coalición, sino que siempre que puede ratifica ese compromiso en conversaciones privadas con el ala socialista del Gobierno, por si hay dudas, según explican varios ministros del PSOE a este diario.

“Parte de ellos quiere agotar la legislatura con la coalición y otra parte prefiere romper para distanciarse”, relata un miembro del Ejecutivo. “Yolanda [Díaz] nos dice que hay que aguantar. Está perfectamente integrada en el Gobierno y sabe que lo mejor es mantener la coalición. Irene [Montero] y Ione [Belarra] nos dicen que ya lo iremos viendo”, indica otra fuente gubernamental. “Ellas dos [Belarra y Montero] van a su aire en los Consejos [de Ministros]. No intervienen. Llegan juntas y se van juntas, no se relacionan con el resto”, describen miembros del Ejecutivo socialistas y morados. Ponen el foco en el “aislamiento” del sector “duro” de Unidas Podemos dentro del Gobierno.

Yolanda nos dice que hay que aguantar. Sabe que lo mejor es mantener la coalición

En el medio año que ha pasado desde la salida de Iglesias, admiten en el Ejecutivo, la coalición se ha cohesionado por el talante más pacificador de Díaz. Según la Moncloa, esa mayor unidad en la coalición, a pesar de los roces, es garantía de rentabilidad política. “Tenemos que llegar juntos, al final, con la agenda cumplida. Hacer y explicar. Cumplir lo que prometimos”, subraya un miembro del gabinete. Como ejemplo, todos ponen el pacto por la reforma laboral. Aunque en el discurso socialista anida alguna crítica a que Díaz haya capitalizado ese éxito, el Gobierno cree que ese acuerdo demuestra el potencial de la coalición.

Los socialistas tienen muy digerido que para gobernar necesitarán reeditar la coalición. “Necesitamos que Yolanda [Díaz] logre 35 o 40 diputados. Es un equilibrio difícil: ni mucho más, porque nos robaría, ni mucho menos, porque no sumaríamos”, explican fuentes gubernamentales. "Ella es muy buena política. Puede aglutinar un voto más plural. Su alternativa me parece un acierto. Ser útil es gobernar, lo ha entendido. Es más cómodo no estar en el Gobierno", opina un presidente autonómico sobre el reto de Díaz.

Sánchez, coinciden varios ministros, encara esta segunda parte de la legislatura concentrado. "Le veo muy fuerte, determinado, no temblará por una encuesta o por tener que dar un giro de guion. Le veo con las ideas claras, con ganas de darle a los españoles estabilidad. Que nadie espere ataques de nerviosismo. Lleva tres años y medio en la Moncloa, ha pasado por situaciones de todo tipo y ha madurado muchísimo", sostiene un destacado dirigente socialista.

Cuando apenas llevaba medio año en el cargo, el propio presidente hacía esta reflexión en un acto en Madrid: "Como decía Manuel Azaña, la política es un continuo tejer y destejer. Si algo he aprendido en seis meses es que los desafíos no acaban nunca. Parece que has resuelto un problema y tienes otros veinte sobre la mesa". Era noviembre de 2018. Nadie imaginaba entonces una pandemia.

Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno.

Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno. / José Luis Roca

LOS RETOS

Las encuestas internas de la Moncloa indican “una remontada” del PSOE desde el relevo ministerial de julio y, según esos cálculos, los socialistas estarían en un empate con el PP, con Pablo Casado bajando tras la crisis con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. En el Gobierno no disimulan su satisfacción por esta evolución. Ven débil el liderazgo del presidente popular y, aunque preocupa la suma con un Vox en alza, creen que el PSOE podrá activar al electorado progresista y “morder en el centro”.

Coincide el exministro socialista Jordi Sevilla. “Pedro [Sánchez] va a empujar muy fuerte a Casado a la derecha. Vamos a ver un discurso centrado, de consensos, para empujar al PP hacia Vox”, opina. Para Sevilla, el gran reto del Gobierno será mejorar la gestión para que los fondos europeos no queden atrapados en la maraña burocrática. “Sánchez se la juega con la gestión de los Next Generation”, admite el socialista.

Para Sevilla, Sánchez tiene dos retos principales: integrar a ERC y Bildu en la política estatal para ir restando oxígeno al independentismo, como se hizo en su día con PNV y CiU, y reducir la desigualdad social, en especial, de los jóvenes.

CALENDARIO ENDIABLADO

Más allá de las tensiones de ruptura, la inflación y el covid, Sánchez y Díaz tienen en contra el calendario: los adelantos electorales de Castilla y León (13 de febrero) y las andaluzas (sin concretar) arrojarán, según los sondeos, resultados negativos para el PSOE y Unidas Podemos. En el Gobierno admiten la contrariedad, pero cuestionan que perder elecciones autonómicas implique perder las generales.

“Si alguien piensa que Pablo Casado va a ser presidente del Gobierno porque [Alfonso Fernández] Mañueco gane o porque [Juanma Moreno] Bonilla gane lo lleva claro”, ironiza un ministro. “El cambio de ciclo que va el PP anunciando por ahí puede darse o no darse, pero lo indicarán las generales, no lo que pase en Andalucía o en Castilla y León”, coincide otro miembro del Ejecutivo. “Cada territorio es diferente. La gente en Castilla y León no sé si va a entender este adelanto electoral”, cuestiona un presidente autonómico.