BALANCE DENTRO DEL PP

El año que encumbró a Ayuso y que puso contra las cuerdas a Casado

El adelanto electoral convirtió a Ayuso en un fenómeno de masas que parece no tener fin

La dirigente madrileña eclipsa a menudo a Casado y exhibe un gobierno autonómico como oposición a Pedro Sánchez

Casado se juega casi todo en 2022. El desenlace de la crisis con Madrid será lo que determine si consigue cohesionar al partido o su liderazgo entra en cuestión

El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, conversan durante la presentación del libro de Mariano Rajoy.

El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, conversan durante la presentación del libro de Mariano Rajoy. / JOSÉ LUIS ROCA

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Isabel Díaz Ayuso empezó 2021 con varios frentes abiertos. El más sonado, además de la crisis del coronavirus, fue Filomena. La nevada que dejó atrapada a la Comunidad de Madrid durante muchos días y que la oposición utilizó para poner en duda la verdadera capacidad de gestión del PP. Sin embargo, terminó pasando más factura al alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, que a la presidenta regional, que además ha conseguido ir sorteando uno a uno los reproches hacia su administración con el aval que más importa en política: el apoyo masivo de los electores el pasado 4 de mayo.

En el primer trimestre del año llegó el verdadero punto de inflexión, según reconocen en su entorno más cercano, de la mano de una insospechada moción de censura en Murcia. El efecto dominó que provocó el adelanto de las elecciones madrileñas aupó vertiginosamente a Ayuso, convirtiéndola en un fenómeno de masas que no sólo le hizo rozar la mayoría absoluta y a tener pizzas y raciones de huevos rotos con su nombre por toda la región, sino que la ha consolidado como una figura política reconocida internacionalmente con presencia en los grandes rankings de influencia.

Dentro del PP se ha afianzado como el nuevo verso suelto, una de las dirigentes con más peso y que demasiado a menudo eclipsa la figura del propio líder. Ayuso llegó a la candidatura de la Comunidad en 2019 siendo una completa desconocida de la mano de Pablo Casado. Los dos sentían que la apuesta era demasiado arriesgada y que una victoria les vendría grande. 

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en su reencuentro.

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en su reencuentro. / ISABEL INFANTES.

Dos años y medio después el liderazgo de la dirigente madrileña es indiscutible y, aunque públicamente ha dejado claro que “su única meta es Madrid”, ya aparece como principal rival interna del presidente del PP. No por su ambición nacional, sino por una proyección, buscada y espontánea a partes iguales, que la sitúa como líder de la oposición frente a Pedro Sánchez.

La estrategia sanitaria madrileña, enfrentada desde el primer día a la del Ministerio de Sanidad, se ha convertido en el sello de todas sus políticas. Probablemente alcanzó el punto álgido cuando en octubre de 2020 el Gobierno decretó un estado de alarma específico para Madrid después de que Ayuso se negara a cerrar perimetralmente la región. Sus principales colaboradores siempre han señalado aquel hito como un antes y un después, que no tardó en dar sus frutos. Meses antes las decisiones de Ayuso habían sido cuestionadas interna y externamente y, a menudo, otros presidentes autonómicos del PP le daban la espalda. Tampoco sintió el soporte de Génova en muchos momentos.

De ahí, que su equipo más cercano (su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, pero también la mayor parte de sus consejeros) se hayan consolidado como su principal apoyo, más allá de las fronteras del partido. Desde aquel octubre Ayuso inició un punto de no retorno, dejando claro que, con independencia a las olas que pudieran llegar por culpa del coronavirus, Madrid mantendría su hoja de ruta y apostaría por las recetas de las que se sirvió durante los peores meses de la pandemia.

Y en marzo, todo se aceleró. La convocatoria de elecciones y la expulsión de Ciudadanos del mapa político madrileño le brindó la oportunidad de empezar de nuevo aunque sólo fuera por dos años. Prácticamente mantuvo el mismo equipo de Gobierno con dos incorporaciones muy concretas. Pero la proyección era muy distinta: “España nos mira”, dijo en su toma de posesión presentando a su ejecutivo como alternativa al que semanalmente se reúne en la Moncloa.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante la aprobación de los presupuestos de la comunidad de 2022, los primeros desde que Isabel Díaz Ayuso llegó a la Presidencia regional

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante la aprobación de los presupuestos de la comunidad de 2022, los primeros desde que Isabel Díaz Ayuso llegó a la Presidencia regional / EFE/ Emilio Naranjo

Tras la victoria de mayo, Ayuso empezó a acelerar para tomar posiciones de fuerza también en lo orgánico. Y aquí se empezaron a visibilizar, todavía más, los problemas con Génova. La presidenta de la Comunidad entiende que tiene derecho (como el resto de barones autonómicos) a liderar el PP en su región. Pero la dirección, al menos hasta el momento, sólo le concede el derecho de presentarse a unas primarias, evitando a toda costa darle su apoyo explícito.

La cuestión es que en estos últimos cuatro meses el desgaste para el partido no ha dejado de crecer, hasta el punto de que tiene afectación objetiva en las encuestas y en la popularidad de Casado. La de Ayuso permanece inalterable. “Esta situación sólo le va a dar problemas a él”, constatan en la Puerta del Sol, donde aún se reconocen sorprendidos porque el fenómeno de Ayuso no baja en sus sondeos internos. “Era muy difícil conseguir lo que hizo el 4 de mayo. Pero todavía es más complicado mantenerlo en el tiempo. Y por ahora sigue ahí”.

La batalla interna dentro del PP ha tenido momentos preocupantes en los que la guerra fría entre los principales equipos de Casado y Ayuso (Teodoro García Egea y Miguel Ángel Rodríguez respectivamente) parecía no tener fin. Bloqueos de WhatsApp, acusaciones de ilegalidades, reproches públicos y un elenco de hostilidades que los protagonistas no podían ni imaginar. Ya no hay marcha atrás. En Génova insisten en recordar que el partido “creó” a Ayuso, pero en Sol tienen claro que la creación es su propia personalidad. “Nunca imaginaron que se convertiría en lo que es. Y ella ya no necesita ninguna tutela de nadie”, replican.

En 2022 Casado se lo juega casi todo. Las elecciones de Castilla y León y Andalucía son vistas en Génova como citas cruciales. El líder del PP necesita replicar la victoria de Madrid a esas dos autonomías para visibilizar que el cambio de ciclo es imparable. Pero no solo. Los congresos regionales que faltan y el desenlace de la crisis con Madrid serán lo que realmente determine si consigue cohesionar al partido y contar con el apoyo de todos, o si la brecha sigue creciendo hasta el punto de que su liderazgo pueda ser discutido. De ahí que el 2021 haya acabado con muchas incógnitas y que el nuevo año sea el decisivo para Casado. De eso dependerá cómo llegue a la cita de 2023 y sus posibilidades de alcanzar la Moncloa.