DISCURSO DE NOCHEBUENA

El Rey evita hablar del emérito y se limita a proclamar "la integridad pública y moral"

A diferencia del año pasado, cuando Felipe VI sí hizo una referencia expresa a su padre, el Rey eludió la cuestión de don Juan Carlos reafirmándose en su discurso de ejemplaridad y regeneración

El coronavirus, la situación en La Palma y la situación de vulnerabilidad de muchas familias centran el mensaje

El rey Felipe VI durante su tradicional mensaje de Nochebuena, el octavo de su reinado.

El rey Felipe VI durante su tradicional mensaje de Nochebuena, el octavo de su reinado. / EFE/Ballesteros

Paloma Esteban

Paloma Esteban

El octavo mensaje de Nochebuena del Rey —el más importante que pronuncia el jefe del Estado cada año— estuvo centrado de nuevo en la pandemia del coronavirus y sus consecuencias. Una vez más el foco estaba puesto en si mencionaría de alguna manera la situación que atraviesa su padre, el rey emérito, que continúa en Abu Dabi desde agosto de 2020, a pesar de los rumores sobre su posible vuelta. En esta ocasión Felipe VI eludió hacer referencia alguna, aunque sí insistió en que las instituciones deben “ser ejemplo de integridad pública y moral”, “tener presentes los intereses generales, asumir las obligaciones que cada una tiene encomendadas y cumplir las leyes”.

Si en algo insiste el Rey en sus intervenciones de mayor relevancia es en la ejemplaridad con la que deben guiarse los poderes públicos en todas sus acciones, el compromiso que él mismo adquirió durante su proclamación en 2014, apelando a una sociedad cada vez más exigente. El pasado año, después del goteo incesante de informaciones sobre la situación fiscal de don Juan Carlos, Felipe VI sí dejó claro que “los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas” obligan a todos sin excepciones, “y están por encima de cualquier consideración, incluso de las personales o familiares”. 

"Las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad"

Era una nueva manera de marcar distancias con su padre e insistir en que “el espíritu renovador” y de cambio que “inspiró” su reinado desde el primer día continuaba en marcha. Meses atrás, cuando se conoció la investigación iniciada en Suiza sobre los fondos que había tenido su padre en paraísos fiscales, ya anunció que le retiraba la asignación con cargo a los Presupuestos Generales. Una decisión que marcó un antes y un después. 

En el discurso de esta Nochebuena no hay referencias equiparables. La situación ha cambiado, pero sigue siendo muy delicada. Tras el archivo de las diligencias suizas y a la espera de que la Fiscalía del Tribunal Supremo haga lo mismo con las tres causas pendientes (será pronto) el posible regreso de don Juan Carlos está encima de la mesa. Algo para lo que el Gobierno y Zarzuela ya se están preparando, aunque todavía no hay una decisión clara al respecto. En sus palabras, Felipe VI volvió a reivindicar el discurso regenerador institucional, pero no dio pie a una interpretación sobre el futuro que espera a su padre.

Como era previsible las primeras palabras del Rey estuvieron dirigidas a los ciudadanos de La Palma, que desde hace meses atraviesan una situación “dolorosa y difícil” con la erupción del volcán de Cumbre Vieja. En línea con el mensaje del Ejecutivo, el Rey sí insistió en que la situación de la pandemia es hoy diferente, “gracias al descubrimiento y autorización de las vacunas”, a pesar de que la variante ómicron mantiene en vilo a todo el país en plenas fiestas navideñas. Consciente de esta realidad, el Rey aseguró que vemos “como el virus todavía tiene la capacidad de hacernos daño de muchas maneras”. 

"Las instituciones deben ser ejemplo de integridad pública y moral”

No faltó el agradecimiento al personal sanitario, ni tampoco una reflexión sobre las consecuencias sociales, económicas y emocionales derivadas de la pandemia. “Nuestra economía ha vuelto a crecer y a recuperar puestos de trabajo, pero también ha aumentado el número de personas en situación de vulnerabilidad, y hoy existe preocupación en muchos hogares por la subida de los precios y el coste de la energía”, señaló el Rey apuntando a uno de los grandes asuntos que se ha colado en las casas de los ciudadanos en los últimos meses: la inflación desbocada.

La parte final del discurso estuvo enfocado a un tono más optimista, como suele ocurrir después de un diagnóstico general de la situación que atraviesa España, y que en este momento reconoció como “una auténtica encrucijada” por “todos los desafíos que tenemos por delante”. Eso sí, el Rey insistió en que también representan “una oportunidad histórica” para actualizar y modernizar el país, advirtiendo que “lo que hagamos o decidamos ahora” pone en juego “que sigamos progresando junto a las naciones más avanzadas o que perdamos el paso en nuestro camino”.

Menos Cataluña y recado a los partidos

Como no podía ser de otra manera, el Rey reivindicó la Constitución como “viga maestra” para favorecer el progreso y como verdadera razón que “ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves” vividas en los últimos años. Por eso, zanjó, “merece respeto, reconocimiento y lealtad”

A diferencia de otros discursos en los que la crisis en Cataluña copaba buena parte de sus mensajes, en esta ocasión la menor inflamación política que existe con los independentistas (con excepciones como la polémica de la familia de Canet) también se vio reflejada en la ausencia de advertencias. En 2017 y 2018 las palabras del jefe del Estado insistían en la “fragilidad de la convivencia” si no había respeto a la Constitución, y recordaban que en Cataluña “debía imponerse la estabilidad” por encima de lo demás.

En otros momentos, como 2015 (cuando fue imposible llegar a un acuerdo por la irrupción de los nuevos partidos y hubo que repetir elecciones) o 2019 (de nuevo, tras una repetición electoral seguían las negociaciones para la investidura de Sánchez), el Rey tuvo que insistir en la obligación de las fuerzas políticas para llegar a acuerdos en el Congreso, confiando en que los partidos “atenderían al interés general” por encima de los suyos. No es tampoco el escenario actual, donde quedan dos años y medio de legislatura. Aún así, el discurso de esta Nochebuena sí contuvo un recado a los distintos partidos: "Las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad", zanjó el monarca.