Política

Este ex preso fan de Lenin sacude la guerra cultural a la izquierda de la izquierda: rojipardos versus posmodernos

Roberto Vaquero, secretario general de de Reconstrucción Comunista y líder de Frente Obrero, anuncia que su partido se presentará a las elecciones generales si "no hay adelanto electoral"

Su anuncio aviva la guerra cultural en la izquierda, con diferentes corrientes con puntos en común, sobre todo su crítica al "falso mito del progreso": tradicionalistas, jacobinos, revolucionarios...

Roberto Vaquero lidera Frente Obrero.

Roberto Vaquero lidera Frente Obrero. / EPE

Roberto Bécares

Roberto Bécares

El pasado 14 de abril. Se conmemoran los 80 años de la proclamación de la Segunda República española. Decenas de personas recorren la calle Alcalá hasta la Puerta del Sol portando banderas republicanas y fotografías de Stalin y Lenin. Parece un desfile de otra época. Al acabar, el fundador y secretario general del Partido Marxista-Leninista (Reconstrucción Comunista), que lidera además Frente Obrero, coge el micro: "Hoy hemos venido a reivindicar la patria, la República y el socialismo". 

Viste una sudadera remangada que deja ver los tatuajes de los brazos, tiene la cabeza rapada y su discurso, pausado, con cadencia, está trufado de apelaciones a "la lucha de la clase obrera" y a la defensa de "la patria". 

Muchas de sus frases son dardos directos a Podemos: "El movimiento republicano está muerto porque lo han separado de la lucha obrera; cuando tú trabajas duro la gente se acerca a ti" o "Me hace gracia un movimiento republicano que reniega de la idea de España, por eso la juventud reniega de ellos".

Quien habla es Roberto Vaquero Arribas (Madrid, 1986), militante comunista desde los 16 años y geógrafo e historiador de formación, aunque estudió Políticas en la Universidad Complutense (Somosaguas), donde Pablo Iglesias le dio clase. Ahora va a intentar seguir sus pasos, y va a liderar a su partido político, Frente Obrero, en las próximas elecciones generales, previstas para 2023. 

"Las tenía tiesas"

Desde muy joven Vaquero ya tuvo sus primeras experiencias políticas, incluso antes de la universidad, cuando formaba parte de colectivos de izquierdas de la zona norte de Madrid, donde residía con su familia. Formaba parte de una célula de Juventudes Comunistas que rivalizaba con Colectivo 1984, la asociación de la urbanización Rosa de Luxemburgo de Moncloa-Aravaca de la que formó parte en su día Íñigo Errejón.

"En las asambleas de estudiantes de la Universidad ya las tenía tiesas, era bastante violento", recuerda de aquella época el exdiputado de Podemos y portavoz de Anticapitalistas, Raúl Camargo, que le define como un "estalinista a muerte con una deriva antifeminista, antiecologista y medio antiinmigración". 

Escritor -ha publicado varios ensayos y libros, 'Desmontando a Mao', 'Introducción al Comunismo' o 'Cómo reconstruir la izquierda revolucionaria en España', entre otros-, Vaquero participa en tertulias, tanto en canales y foros de izquierda como de derecha, tiene un canal de Youtube desde que el que imparte "formación marxista" y ha estado un tiempo entre rejas. 

En 2016 pasó 49 días en prisión preventiva en régimen antiterrorista FIES3. Fue acusado y luego condenado a dos años y tres meses de cárcel por la Audiencia Nacional por un delito de integración en grupo criminal tras encontrar un "cierto número de armas blancas" en el domicilio de varios miembros del partido que les permitirían "entrar en confrontación con sus adversarios, y también adiestrase en defensa personal"*.

Fue dentro de una investigación de la Policía Nacional para saber si apoyaban al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización incluida en la lista de organizaciones terroristas por la Unión Europea, algo que no quedó demostrado judicialmente. 

El Supremo rebajó la condena posteriormente a un año y tres meses, y ahora Vaquero está a la espera de su recurso ante el Constitucional.  

En el mismo proceso fueron también condenados a penas de cárcel que no cumplieron al ser menos de dos años otros cuatro miembros de Reconstrucción Comunista, dos de los cuales llegaron a viajar al Kurdistán sirio, a la región de Rojava, a luchar en el frente kurdo, tal y como recoge la sentencia de la Audiencia. La actividad del partido fue suspendida cautelarmente durante un año*. Las penas de estos miembros del partido también están pendientes del recurso al Constitucional.

Boxeo y "sacrificio"

Vaquero es el secretario general de Reconstrucción Comunista desde su fundación en 2013. Nacido como una escisión de las Juventudes Comunistas, el partido tiene claros tintes marciales. En los últimos cuatro veranos han realizado el Campamento de la Juventud Marxista-leninista, donde los jóvenes, entre banderas republicanas y de la hoz y el martillo, reciben formación tanto teórica como física. 

"Forjamos una cultura militante, la cultura de la disciplina y el sacrificio, que nos prepara para nuestra vida militante. Demostramos que existe una alternativa al ocio destructivo del capitalismo. Camaradas codo con codo", dice la voz en 'off' de uno de los vídeo-resúmenes del campamento donde se ve a jóvenes recibiendo charlas, haciendo flexiones o boxeando. "Caiga quien caiga juramos vencer y venceremos", concluye la grabación. 

El partido de Vaquero pretende ser el referente de una 'nueva' izquierda. Una izquierda que critica el feminismo de "los posmodernos", dice en referencia a Podemos, y reivindica la patria y la lucha de clases, lo que le ha valido por parte de sus críticos el apelativo de "nazbol" -en referencia al movimiento nacional bolchevique promovido por el escritor Eduard Limónov- o "rojipardo", algo que le molesta sobremanera.  

"La secta del progresismo trata de criminalizarnos, llamarnos fascistas sin llamárnoslo. Nosotros no creemos en la dicotomía de la izquierda y la derecha. No somos rojipardos. Somos comunistas. Somos revolucionarios", responde Vaquero en uno de sus vídeos de Instagram, donde suma más de 10.800 seguidores. En Youtube tiene cerca 33.900 suscriptores, además de dirigir también un podcast llamado Patente de Corso. 

Escraches a Podemos

Frente Obrero, el partido que lidera y que tiene implantación en toda España, se define como "el único movimiento político que representa a los trabajadores en nuestro país" y se ha dado a conocer realizando escraches a varios políticos. A Yolanda Díaz, a la que los cachorros de la formación llamaron "vendeobreros" o "traidora" en un acto en Valencia el pasado septiembre; a Pablo Iglesias, contra el que profirieron gritos similares en una charla en la Universidad Complutense en marzo de 2020; o a Íñigo Errejón, al que recibieron al grito de "traidor" y "puta vergüenza" en un acto en Hortaleza en 2019.  

El partido propone construir una república popular y federal, "asegurando un futuro de conquistas para los trabajadores". Entre otras medidas, plantea salir de la OTAN y la Unión Europea, nacionalizar sectores estratégicos, permitir el derecho a la autodeterminación para "resolver el problema de la cuestión nacional" o una reforma agraria basada en la expropiación a los "grandes terratenientes".  

Batalla cultural

"Si no hay adelanto electoral, nos vamos a presentar", deslizó recientemente en las redes sociales Vaquero, que ha declinado participar en este reportaje tras requerírselo este periódico en varias ocasiones.

Su anuncio de acudir a las urnas ha provocado cierto recelo en Podemos, debilitado pese a estar en el Gobierno, y en Más País. Su paso al frente aviva un debate en la izquierda, sumergida en una batalla cultural en los últimos años entre diferentes corrientes: reaccionarios, jacobinos, tradicionalistas, revolucionarios, rojipardos, "posmodernos"...  Vaquero está en un extremo de un espectro ya agitado.

"Son unos frikis" o "son la escisión de la escisión de la escisión del Partido Comunista" son frases pronunciadas contra la plataforma de Vaquero por cargos de Unidas Podemos o Más Madrid que, sin embargo, suelen evitar hablar de ellos si no es bajo la condición del anonimato. Alegan que no quieren darles carta de naturaleza. 

Según las fuentes consultadas en ambas formaciones, no hay temor a que puedan arañar un estimable número de votos en las elecciones como para hacerles daño.

Al menos no por ahora, pero sí "cierta preocupación" por que su mensaje ahonde en la atomización de la izquierda, tratando de generar un imaginario, sobre todo en los jóvenes, que les haga reacios a los partidos políticos aprovechando la situación de "incertidumbre y desasosiego" que viven sobre su futuro. Lo que en su día, precisamente, usó Podemos para subir como la espuma.

"No tienen que ver con la izquierda, sino con una acción reaccionaria tras el fracaso del 15-M"

"No tienen que ver con la izquierda ni con los valores que representa la izquierda, sino que son una acción reaccionaria que se monta por el fracaso de las políticas nacidas del 15-M. Si se plantan en unas elecciones vamos a ver, pero no creo que tengan ningún recorrido. Hacen mucho ruido, pero no tienen arraigo social", afirma Raúl Camargo, exdiputado de Podemos en la Asamblea de Madrid y portavoz de Anticapitalistas.  

Luchas de clase

Lo cierto es que, alejada de las grandes formaciones, la izquierda crítica debate sobre cuáles deberían ser los próximos pasos a dar tras lo que consideran "el divorcio" entre los dirigentes progresistas y la clase obrera por centrar su tiempo "en las luchas de identidad" y no en "las luchas de clase". Ese es el punto de partida de la confrontación. En ese eje vertebrador vienen a confluir distintos movimientos o corrientes de pensamiento. 

Todos ellos comparten la crítica a la cuarta ola del feminismo, la defensa de la reindustrialización, la huida de los nacionalismos periféricos y la impugnación de la globalización, además de anhelar un Estado centralista, fuerte. Asimismo, todos ellos tienen en común, apunta Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III, que disponen de altavoces en medios de la derecha (13 tv, 7NN -escisión de Intereconomía-...), lo que amplifica su mensaje. 

Todas las voces críticas disponen de altavoces en los medios de la derecha

Por un lado, está Frente Obrero y la plataforma de la que parte, el Partido marxista-leninista Reconstrucción Comunista, una izquierda revolucionaria y con tintes reaccionarios. Cuenta con cientos de militantes y simpatizantes por todo el territorio nacional. Los afiliados pagan una cuota mensual desde cinco euros (ese es el precio reducido para parados o estudiantes). 

Por el otro, está el think tank El Jacobino, definido por sus creadores como una izquierda "ilustrada y centralista" y liderado por el joven abogado Guillermo del Valle. Tienen alrededor de 150 miembros que pagan una cuota mensual -de entre 10 a 50 euros- y unos 200 simpatizantes. Se consideran a si mismos "laicistas, republicanos, socialistas y antinacionalistas". 

"Somos un laboratorio de ideas que aboga por una recentralización con un estado unitario sin privilegios territoriales", sostiene a este periódico Valle, que cuenta con el apoyo de Ángel Pérez, ex dirigente de IU; Juan Francisco Martín Seco, asesor en su día de Julio Anguita; de Félix Ovejero, doctor en Ciencias Económicas y fundador de Ciudadanos; de Pedro Insúa, filósofo y escritor; del politólogo Santiago Armesilla; o de Ana Iris Simón. A todos ellos los presenta El Jacobino en su web como "amigos". 

La periodista, cuyo libro 'Feria' (Círculo de Tiza, 2019), donde reivindicaba los valores familiares y subrayaba que la generación de sus padres vivía mejor y que fue un fenómeno editorial hace dos años, pertenece además a una tercera vertiente. 

Se trata de un grupo de periodistas culturales y politólogos que aboga por una izquierda más tradicionalista que huye "del falso mito del progresismo", en palabras de Iris Simón, y que basa su crítica en ese alejamiento también de las clases trabajadoras, apuntado en el ensayo del periodista Daniel Bernabé 'La trampa de la diversidad: Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora' (Akal, 2018). 

En este ensayo, que vino a avivar el profundo debate en la izquierda que sigue hoy en día, alertaba de que la defensa del feminismo, el animalismo, la diversidad sexual o el ecologismo han hecho perder el foco a la izquierda. "Si todos somos una suma inacabable de especificidades, entonces no puede haber un nosotros", afirma en uno de los fragmentos del libro Bernabé. 

Esta tesis vendría a recorrer la senda que ya marcó el ensayista estadounidense Thomas Frank en 'Qué pasa con Kansas' (Acuarela, 2008), donde apuntaba cómo las élites progresistas americanas habían reblandecido su discurso y se habían olvidado de las clases trabajadoras, de sus reivindicaciones. Se habían mudado de barrios humildes a zonas acomodadas y habían empezado a representar las demandas de trabajadores cualificados, dejando a un lado a los más humildes.

Trump

Los votantes obreros viraron así hacia posiciones más conservadoras, atraídos porque sus líderes promulgaban desde el populismo un fuerte proteccionismo como salvaguarda del empleo y de los valores del país. De ahí se explicaría el ascenso posterior al poder en aquel país de Donald Trump, el auge de Marine Le Pen en Francia o el Brexit.   

En vez de hacer autoanálisis la izquierda insulta a quién no les vota

Ante esta desafección, la izquierda se habría quedado inmóvil, sostienen los críticos. "Es que en vez de hacer autoanálisis, y autocrítica la izquierda insulta a la gente que no les vota. En España los partidos del cambio se pasan el rato entre Lavapiés y Ciudad Universitaria y no tienen contacto con los obreros", sostiene el periodista Víctor Lenore, que forma parte de esa vertiente tradicionalista junto a Bernabé, Armesilla, la propia Simón o Hasel Paris -su pareja, que en su día llegó a comulgar con el errejonismo-. En esa órbita, unido fundamentalmente por la crítica a determinadas políticas de Podemos, estaría el periodista Esteban Hernández.

Las tres corrientes comparten esa visibilidad en las televisiones conservadoras del país. "A una parte de la derecha española le interesa dar voz y espacios a este tipo de discursos. Ellos siguen el mismo itinerario que Podemos", precisa el profesor Fernández Vázquez, algo que rechaza un importante miembro del primer Podemos: "Iglesias cuando iba a programas de la derecha iba allí a confrontar, a territorio comanche, que le sirviera como plataforma para ir a otros sitios. En este caso se retroalimentan". 

Lo que parece claro es que la derecha cree sacar partido. "A Vox y Ayuso les hace afianzar su mensaje. Cuando van a barrios humildes, ellos dicen que la izquierda ha muerto, que ya no está conectada con el pueblo y solo hay pijoprogres", señala el profesor, que tilda a esta izquierda como "hispánica o antiprogresista" y cree que está en ascenso por la "decepción" de Podemos en el Gobierno.   

Vasos comunicantes

Las diferentes corrientes tienen vasos comunicantes. Tanto en Youtube como en su podcast, Vaquero ha compartido charlas en más de una ocasión con Ana Iris Simón [recientemente ambos charlaron en un podcast sobre la Cultura de la Cancelación a raíz de las críticas que recibió la periodista por una columna en El País titulada 'Tan jóvenes y tan viejos' donde hablaba sobre su visión de los valores de amistad].

De igual modo, Vaquero acude a espacios con Guillermo Valle, como El Cuadrilátero, un espacio de debate en el Canal 33, una televisión local que no se ve siquiera en toda Madrid capital, pero donde también empezó Iglesias. Se dan voz mutuamente. 

Para Cristina Monge, politóloga y profesora de Sociología en la Universidad de Zaragoza, lo "más interesante" de este discurso crítico es que realizan un "mapa de los problemas" que la izquierda a día de hoy "no ha resuelto todavía", como ocurrió cuando "nacieron los populismos de izquierdas hace diez años". 

"Lo interesante es que realizan un mapa de los problemas que la izquierda no ha resuelto"

Apunta, por ejemplo, como, en el caso del discurso feminista, no se ha resuelto bien cómo puede "desarrollarse profesionalmente una mujer y a la vez tener una familia". 

"Articulan una propuesta distinta a lo que ellos consideran la posmodernidad porque creen que la falta de perspectiva, la incertidumbre, la desigualdad, y el miedo al futuro no han desaparecido con la nueva política", apunta Monge, que cree que en el tema de clase los sindicatos no tienen solucionados tampoco los parámetros para tratar desde la misma perspectiva "los problemas de un repartidor de Glovo y de un profesor de instituto". 

Posibilidades electorales

Con este escenario de división, es frente Obrero por ahora quien viene a colocar sus fichas en el tablero electoral. Pero, ¿tienen alguna posibilidad?

Para Ariel Jerez, fundador de Podemos y profesor de Ciencia Política en la Complutense, su nicho electoral es muy limitado. "No terminan de abrir el diagnóstico crítico que se requiere para una transformación más amplia. Relacionarse con otros movimientos sociales de forma conflictiva no ayuda a crecer en el espacio progresista", analiza Jerez, que considera estos movimiento "reactivos, parte de la dinámica de crisis".

"Tienen un nicho de voto hoy por hoy muy limitado. Un mensaje marxista leninista en el clima social actual de la sociedad española no encaja bien", afirma José Pablo Ferrándiz, socio fundador de Elemental Research y antes de Metroscopia y profesor de la Universidad Carlos III, que aprecia que sólo el 1,6% de los españoles (unos 600.000 habitantes) se considera "comunista", según el CIS de 2019. 

De ellos, el 41% se define como "clase trabajadora", el 30% como clase media-media y el 16% como de clase media baja. Dos de cada tres que se definen como comunistas votaron a Unidas Podemos en las pasadas elecciones. "Como no se sabe que va a ocurrir con los apoyos que reciba Yolanda Díaz en la nueva plataforma, es difícil saber, teniendo en cuenta esos datos, si le podría dejar espacio a Vaquero".  

De igual forma, ni siquiera tienen garantizado el voto de la inmensa mayoría de la clase obrera. Según el citado CIS, el último que preguntaba estas cuestiones, los ciudadanos que se definen como clase trabajadora en España (el 22%: unos 7,6 millones) se consideran mayoritariamente apolíticos (19%), luego socialistas (16%), a continuación progresistas (11%), conservadores (9%), liberales (7%)...y comunistas sólo el 3%. "El discurso del marxismo puede ahuyentarles", precisa el experto demoscópico. 

Nuestra misión es reconstruir el movimiento en España

Ferrándiz incide en que cuando nació Podemos supieron "medir muy bien" donde estaba la sociedad en ese momento, en "un estado de ánimo de enfado". Ahora, sin embargo, el clima social no es de revolución, "es de expectación" por la llegada de los fondos económicos europeos, por lo que los pasos deben ser dados de forma distinta.  

Lo cierto es que pese a las raíces leninistas de parte de la formación, Frente Obrero está formado por diferentes colectivos, y pretende generar un discurso con un target más amplio que todavía está por terminar de definir. "Nuestra misión es reconstruir el movimiento obrero en España [...] Nuestra ideología es el patriotismo revolucionario", afirman en su página web. 

Según una persona que estuvo en la órbita del primer Podemos, Frente Obrero no es un partido de izquierdas como tal, ya que "no entra en el eje derecha-izquierda, sino el de la democracia-reacción", por lo que se podrían delinear "puntos comunes" con la extrema derecha y su "mismo miedo al posmodernismo". 

Para él, estas tres nuevas corrientes de la izquierda "tienen una especie de melancolía compartida, donde para ellos las identidades son el nuevo separatismo. El feminismo, por ejemplo, ha conseguido que la sociedad se mueva, y cuando hay ciertos pilares que se socavan lo impugnan. Tienen miedo a perder el dominio", prosigue.  

Se puede ser de izquierdas o de derechas, pero antes de es español

En la misma línea se pronuncia el profesor Fernández Vázquez, autor del libro 'Qué hacer con la extrema derecha, el caso del Frente Nacional': "Vox y Frente Obrero tienen en común que los dos consideran que Mayo del 68 lo pervierte todo, incluso el trabajo. Destruye la sociedad, la familia, la nación, y a partir de ahí la izquierda ha olvidado al pueblo y los trabajadores".  

"Piensan que por encima de la igualdad lo más importante es la nación. Se puede ser de izquierdas o de derechas pero antes se es español", afirma. 

Tirón en Madrid

El profesor universitario destaca que cada vez más son los alumnos que le vienen preguntando por el "rojopardismo" o Vaquero y que si bien tienen muy difícil conseguir escaño su discurso puede tener cierto tirón entre los jóvenes de Madrid y las dos Castillas: "Puede hacer daño, porque Podemos no está en una situación muy sobrada".  

Para Pablo Simón, profesor de Ciencia política en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid, el intento de generar una izquierda de carácter rojipardo "ha fracasado en todos los países de nuestro entorno". 

"Volver a meter la pasta de dientes en el tubo de todas las desigualdades de los movimientos que surgieron desde mayo del 68 es nostalgia. Es una simplificación de las desigualdades. Es evidente que el mundo ha cambiado". Tanto ha cambiado, asegura, que las clases obreras no son hoy "el grupo más desfavorecido": "Un obrero de la Seat tiene más protección que un repartidor de Deliveroo". 

La bandera española

Para el periodista y ensayista Lenore, de la corriente crítica tradicionalista, sin embargo, el "divorcio" entre los obreros y los partidos de izquierda es más que evidente. "Cuando la izquierda ve que ha perdido pie y no comparte comunidad con los trabajadores les ha salido un impulso de clase recriminándoles que no son suficientemente sofisticados. Lo hemos visto hace poco con Ana Pardo de Vera [directora de Público] llamando 'desgraciados a los que votan a Vox desde el andamio'", explica sobre un tema que fue trending topic a principio de diciembre.  

Para Lenore, hay otro aspecto importante en esta izquierda que le hace desapegarse de los trabajadores, "la bandera española". "Los cuadros altos sufren de neurosis con la rojigualda, no sacan banderas españolas, ni tampoco republicanas. Son partidos sin banderas, cuando en los barrios populares la gente las lleva y las saca", aprecia Lenore, que defiende el discurso de Ana Iris, tan denostado desde la formación morada, porque usa el "lenguaje del primer Podemos, dice cosas sencillas desde el corazón de una persona normal". 

Sobre el futuro papel de Frente Obrero en unas elecciones, asegura que será "anecdótico", porque "no se puede construir un partido político en base a la autenticidad de la gente, les está cuestionando por si son suficientemente obreros. Los partidos que triunfan tratan de añadir nuevas personas; ese es el error clásico de la izquierda: hacer examen de pureza".

"Es que el eje izquierda-derecha ha muerto", sostiene Lenore, cuya corriente es vista desde el entorno de Podemos y Más País no como un "proyecto" político sino más como "campañas de personal branding en busca de publicidad y de clicks".

"Todos estos movimientos no son exactamente iguales, pero sí parten de la misma lectura esencialista de la vida. Nacen del miedo a la diferencia, y desconfían de lo que no controlan. Tienen una idea de clase petrificada. Defienden que la comunidad se está degenerando por culpa de agentes patógenos externos, esto llevado al extremo eran los nazis", afirma un importante miembro del nacimiento de Podemos, que subraya que la victoria de Joe Biden en las pasadas elecciones americanas, defendiendo "las luchas del feminismo, del ecologismo o del movimiento 'Black live matters'" son una "enmienda" a la totalidad de estos postulados.

Desde el PSOE, entretanto, observan el fenómeno sin ninguna preocupación. "Esta izquierda nueva sigue siendo la de IU, la de Julio Anguita, la que siempre criticaba a la izquierda por no ser suficientemente dura, pero jamás ha ganado la confianza de la gente", señalan fuentes del grupo parlamentario socialista.  

"Mientras que unos van a tertulias, y se lanzan como adalides de la clase obrera, otros se van al BOE, y publican ahí ayudas a la emancipación de los jóvenes, la subida del salario mínimo interprofesional o hacen leyes totalmente progresistas como la eutanasia", afirma un miembro del partido a nivel nacional. "Una cosa es erigirse en esa cima de autoridad por la que puede juzgar y catalogar quién es más o menos puro de la izquierda, y luego está la realidad de los votos y las medidas que se toman", concluye.

Reflexión

Mientras, desde el Jacobino se promueve una vía alternativa a la de Frente Obrero para tratar de cambiar el dibujo político. Ángel Pérez, ex líder de IU en Madrid, es uno de los que apoya este "grupo de reflexión de una izquierda sin más" que surge "ante la agresión del nacionalismo y el populismo que confluyen en España".

Para el ex dirigente de IU, Podemos se equivocó al llegar "apoyando" al nacionalismo, que quería que fuera un "elemento desestabilizador" y ve preocupado cómo la izquierda se ha alimentando de "las contradicciones sectoriales generando nuevos sujetos artificiales cuando el sujeto tradicional es el verdaderamente transversal".

"Nosotros defendemos la igualdad de los ciudadanos, independientemente de dónde han nacido, no aceptamos que se hagan pactos con la extrema derecha catalanista", añade Guillermo Valle, líder de esta plataforma, que se considera "progresista" en "lo moral, ahí puedo coincidir en cosas con Más Madrid", y también feminista, pero un "feminismo de la igualdad, universalista".

"No me gustan los patriarcados de coerción, como las musulmanas españolas que son obligadas a llevar el hiyab, no veo que el ministerio de Igualdad se preocupe de ellas", aprecia el abogado, cuya "idea de nación no es la voluntad de ser, sino todo lo contrario, es una idea de nación de ciudadanos libres e iguales, una posición nítidamente de izquierdas".

"Yo no me emociono con la bandera de España, las banderas me importan un carajo, yo soy hijo de la Revolución francesa, y la unidad de la clase trabajadora", afirma Valle, que admite que defiende algunos puntos en común con Frente Obrero -"nos interesa el marxismo como pensamiento y criticamos las políticas neoliberales de la izquierda"- y niega que el partido de Vaquero sea reaccionario.

"Compartimos con Bernabé o Vaquero que las políticas de identidad fragmentan, y no hay mayor identitarismo que el nacionalismo", prosigue Valle, que asegura que está en totalmente "en desacuerdo" con la defensa del derecho a la autodeterminación de los pueblos que defiende Frente Obrero, el partido que, de aquí a las elecciones, seguirá agitando el debate en la izquierda por la izquierda.