CUENTAS PÚBLICAS

Cataluña aprueba en plazo sus presupuestos por primera vez en una década

El proyecto del Govern supera la última prueba inmerso en el plácido ambiente del pacto entre PSC, ERC y Junts de los órganos

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (i) y el secretario del PSC, Salvador Illa.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (i) y el secretario del PSC, Salvador Illa. / EP

Xabi Barrena

Aquellos paladares veteranos que deambularon este jueves por el Parlament detectaron los matices del roble en el sabor del pleno que llevó a la aprobación definitiva de los presupuestos de la Generalitat para el 2022. A 23 de diciembre y con entrada en vigor el próximo 1 de enero. Parece obvio y fácil, pero ello no sucedía desde hace más de una década. Un sabor añejo para el que cada uno le busca un adjetivo. Un debate plácido, calmado, hasta aburrido, algo raro en la política catalana de estos dos lustros.

El pacto del Govern bipartito de ERC y Junts con los ‘comuns’ (que permiten la aprobación gracias a su abstención) ya supone en sí un punto menos de hervor polémico en el hemiciclo que si el acuerdo se hubiera sancionado, como todos decían que querían, pero nadie aplicó, con la CUP. Y si a ello se le suma que la sesión se inició a las 12 horas de darse a conocer el pacto entre los partidos del Govern y el primer partido del Parlament, el PSC, para el reparto de los cargos en la renovación de los órganos de la Genaralitat todo redunda en una calma chicha. 

Los socialistas, por supuesto, siguieron sin dar apoyo a las cuentas. Alicia Romero, la portavoz socialista, se acogió a sus razones para la defensa de sus 327 enmiendas y criticó duplicidades en las ‘conselleries’... y hasta dijo que el proyecto de Jaume Giró le había decepcionado. Cumplió con los mínimos, habida cuenta que inició su propia intervención reconociendo que “era una buena noticia que haya presupuestos y que estos entren en vigor cuando tocan, algo que no sucedía desde la época del ‘president’ Montilla”, aseveró. La máxima crítica acerada que se permitió es que eran unos presupuestos "convergentes". Algo que a Marta Vilalta (ERC) no le complació y trató de desmentir después.

La CUP rompe la modorra

El contrapunto vino de los exsocios (¿o aún lo son?) de la CUP. La diputada Eulàlia Reguant se las vio y se las compuso para bautizar este nuevo ambiente que flotaba en la sala. Tenía claro que olía a los 90, y recuperó ese término de entente entre CiU y el PSC que se dio a conocer como ‘sociovergència’. Pero la inclusión en la ecuación de ERC dinamita léxicamente la frase. “El PSC no vota los presupuestos porque Cataluña no se puede permitir esa foto a tres”, dijo Reguant como imagen de la participación de los socialistas en los márgenes del poder autonómico.

Y la crítica directa a Aragonès. “Dijo usted que éramos los socios preferentes, pero, ¿para hacer qué? Desde que culminamos el pacto de investidura, por el que usted es ‘president’, le recordó Reguant, “no nos hemos puesto de acuerdo en nada más”, sentenció. 

La CUP, añadió, “sigue pidiendo que vuelvan al punto de partida, a sentar las bases para un nuevo embate con el Estado a fin de acabar con el conflicto político". "Eso sí”, dijo sin solución de continuidad, “ cada vez tenemos menos expectativas de que vuelvan al acuerdo porque la 'esquerrasociovergència' (el neologismo de los nuevos tiempos) avanza” inexpugnable.

Reguant se permitió recomendarle a Aragonès un tiempo de reflexión navideño, porque, repartidas las cartas ahora, “este Govern no supera ninguna moción de confianza”, en referencia a uno de los puntos del acuerdo de investidura por el que el ‘president’ debe someterse a un debate, en el 2023, cuando se cumplan dos años de los trabajos de la mesa de diálogo y negociación. Eso sí. Ahora está en la mano de Aragonès decidir si se somete al trámite o no.

A vueltas con el 52%

El portavoz económico de Junts, el expresidente de la Cambra de Barcelona, Joan Canadell, optó por su habitual tono de tercera vía. Reclamó, como los anticapitalistas, ir poniendo los cimientos al "embate", y que su mayoría era la del 52%, es decir, la independentista, pero, al mismo tiempo, mostró su apoyo a estos presupuestos que se aprueban gracias a los frecuentemente denostados por él, 'comuns'. El resto del discurso, muy en su línea. Denuncia del "espolio fiscal" que, pronosticó, este 2022, "superará los 20.000 millones de euros".

Cerró el artífice técnico de las cuentas, el 'conseller' Jaume Giró quien recogió el fruto de la placidez matinal. Con un discurso suave de formas y contundentemente soberanista de fondo, abogó también por esa mayoría del 52% e hizo votos por retornar a ella en julio, cuando se aborden los presupuestos del 2023.