Tribunales

El Supremo rechaza la nulidad pedida por el exdiputado Alberto Rodríguez

Ya tiene despejado el camino para poder acudir al Constitucional | Durante la vista oral advirtió de su intención de llegar a Estrasburgo

El ex secretario de Organización y ex diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez.

El ex secretario de Organización y ex diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez. / EP

Ángeles Vázquez

El tribunal del Supremo que juzgó al ya exdiputado de Podemos Alberto Rodríguez ha rechazado el incidente de nulidad que interpuso contra la sentencia que le condenó por delito de atentado a agentes de la autoridad. La Sala Segunda no aprecia la vulneración de principios y derechos fundamentales que alegó en el último trámite imprescindible para poder acudir al Tribunal Constitucional en amparo, paso que el expolítico dará con intención de llegar a Estrasburgo, si es necesario.

En su auto, el tribunal se alinea con la Fiscalía y rechaza que se haya vulnerado la presunción de inocencia, porque entiende que hubo prueba de cargo suficiente para la condena, ya que el agente de policía al que propinó una patada en una manifestación "fue contundente, sin expresar duda alguna, en lo que se refiere a la identificación del condenado como autor del hecho y a la precisión de que la agresión consistió en una patada ejecutada voluntariamente".

La resolución añade que "no se ha puesto en duda que la posición del testigo, cuando los hechos tienen lugar, le permitía percatarse de lo que ocurría y que, por lo tanto, lo que relató no fue el producto de una suposición, sino de una percepción directa”.

Además, “acudió de modo inmediato al médico para ser atendido, lo que puede valorarse como elemento de corroboración. Igualmente se valora como elemento de corroboración la presencia del recurrente en las primeras filas de los manifestantes, enfrentados a agentes de policía cuando todavía no habían finalizado los incidentes, tal como se recoge en la sentencia (…) Y, además, el testigo demostró no tener animadversión alguna contra el acusado, lo que resulta relevante desde la perspectiva de la credibilidad”. 

Agrega que “ni entonces ni ahora se han puesto de relieve imprecisiones o contradicciones en la declaración del testigo que necesitaran de alguna aclaración. Coherentemente con ello, la defensa no consideró necesario requerirle mayores precisiones, lo que resulta comprensible dada la mínima complejidad del hecho enjuiciado. No se trata, como se dice en el escrito de la parte, de que no fuera capaz de describir cómo se produjo la patada, sino que, una vez que afirmó sin dudas ni titubeos que el acusado le había propinado una patada en la rodilla izquierda, la defensa no le requirió otras precisiones, lo que bien pudo hacer si entendía que era necesario”.

Privación del escaño

Tampoco aprecia el Supremo una vulneración del principio de proporcionalidad, al haberse dispuesto la privación del escaño que ocupaba Rodríguez por la presidencia del Congreso de los Diputados en aplicación del artículo 6.2 de la Ley Electoral vigente, la Sala destaca que “nada tiene de extraño que el legislador haya establecido con carácter general la imposibilidad de que, quien ha sido condenado por delito a pena privativa de libertad, quede inhabilitado para ostentar la representación de la soberanía popular en las Cámaras”.

Añade que, en cualquier caso, en esta causa no se trata de una pena (solo se impuso la prisión de un mes y 15 días, sustituida por una multa, y la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena) sino de una consecuencia extrapenal de la condena.

También alegaba la vulneración del derecho a la participación política, derivada entre otras cosas de la privación del escaño, en relación a lo cual el tribunal señala que no desconoce “la importancia democrática del derecho a participar en los asuntos públicos reconocido en el artículo 23 de la Constitución. Pero resulta razonable entender que el incumplimiento de las normas contenidas en el Código Penal, que contienen el mínimo ético exigible socialmente, puede producir legítimamente restricciones en el ejercicio de ese derecho”.

El auto desestima también las alegaciones relativas a una vulneración al derecho a un juez imparcial, al principio de legalidad, y a los derechos de reunión y manifestación. Asimismo, destaca que no procede la suspensión de la ejecución de la condena, ya que, en el aspecto penal, en este momento puede considerarse completamente ejecutada.