ANDALUCÍA

Ómicron, Semana Santa, Cs y el tirón de la marca PP: las cartas de Moreno para adelantar elecciones

Los planes iniciales del equipo del presidente pasan por aguantar la legislatura hasta Semana Santa (10-17 de abril). A partir de entonces, el reloj electoral comenzará a contar los días, las horas y los minutos

Juanma Moreno, Elías Bendodo y Juan Marín.

Juanma Moreno, Elías Bendodo y Juan Marín. / JESÚS PRIETO.

Ángel Alonso Giménez

Juanma Moreno dijo hace una semana en Canal Sur lo que en privado sabían sus más estrechos colaboradores y avanzó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el 18 de noviembre: que adelantará la fecha de las elecciones a un domingo de junio o o a un domingo de octubre de 2022.

El presidente de la Junta de Andalucía es un político que huye de las estridencias y de la vehemencia. Detesta actuar por impulsos. Salvo algunos arranques oratorios en el Parlamento autonómico, su ritmo para madurar las decisiones es lento y calmado, por regla general. Lo que le gusta es el medio y el largo plazo. La decisión de adelantar los comicios la lleva sopesando mucho tiempo, pero no fue hasta bien entrado el otoño cuando empezó a tener la fecha más o menos clara.

Antes de llegar al momento de la decisión, necesitaba atornillar una serie de impresiones demoscópicas. En cuanto comprobó que la tendencia electoral a su favor se había asentado, pues todas las encuestas desde la primavera coinciden en que ganará los comicios y se quedará a menos de diez escaños de la mayoría absoluta, habló con su equipo, escuchó y comenzó a tomarse en serio el adelanto.

Según informan a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA fuentes próximas al presidente, sobre la mesa ha desplegado unas cuantas cartas que observa y vuelve a barajar en función del momento. Fundamentalmente, son éstas la que más cuida y examina, porque justo de éstas dependerá la decisión definitiva: la evolución de la variante Ómicron, la situación sanitaria en Semana Santa (mediados de abril), la salud de Ciudadanos en la comunidad y el tirón de la marca PP.

La pinza del bloqueo, según el presidente

Moreno sabía desde el mismo día que logró aprobar los presupuestos vigentes que difícilmente podría sacar otros adelante. Lo acaba de comprobar. A finales de noviembre, el Parlamento andaluz le devolvió el proyecto de cuentas públicas andaluzas para 2022. El rechazo de Vox, sabido desde hace meses, y el rechazo del PSOE, conocido días antes, detuvieron la tramitación de los presupuestos. Regresaron a la Consejería de Hacienda que dirige Juan Bravo.

El presidente, sus consejeros y el PP de Andalucía activaron una campaña que llevaban tiempo dando forma: la de la pinza PSOE-Vox. El consejero de Presidencia, Elías Bendodo, subió a su perfil de Twitter una foto en la que se veían, encima de su rodilla derecha, dos pinzas. Una roja (más bien rosácea) para aludir al PSOE y otra verde para referirse a Vox. "No habrá pinza que bloquee la recuperación y el liderazgo que Andalucía merece", se podía leer.

A decir verdad, Moreno, Bendodo y Bravo sabían desde antes de aprobar los presupuestos vigentes que difícilmente podrían sacar otros adelante. Porque, como explican las fuentes consultadas, los vigentes están hechos para durar y para metabolizar los fondos europeos que se prevé empiecen a notarse en la economía andaluza a partir del año que viene.

El presidente de la Junta, sin embargo, empezó a propagar una idea que quiere que cale: los que bloquean el cambio en Andalucía son PSOE y Vox. Como mensaje para favorecer sus intereses es perfecto, ya que los principales adversarios electorales a los que se va a enfrentar Moreno, sean los comicios en junio o sean en octubre, son precisamente estos dos partidos.

El factor económico

Este puente de la Constitución está exhibiendo el dinamismo y el vigor económico que anhela la Junta, aunque el presidente no aparta la mirada de la gráfica de incidencia del coronavirus. Las principales zonas turísticas andaluzas están a rebosar; las calles, saturadas; los restaurantes no dan abasto. El dinero fluye.

Juan Espadas y María Jesús Montero. 

Juan Espadas y María Jesús Montero.  / EFE

Hace una semana, los análisis del BBVA Research estimaron un crecimiento de la economía andaluza del 5,5 por ciento en 2021, lo que proviene en gran medida del estímulo del consumo de los hogares. La previsión para el año que viene sitúa el porcentaje en el 5,2, lo que es es un magnífico augurio porque ello significaría que el consumo, el turismo y los fondos europeos han catapultado al PIB de la comunidad. En el ámbito laboral, más palmas: unos 200.000 empleos podrían crearse desde 2020 a finales del año que viene.

Un frenazo a este ritmo ya iniciado, provocado por la incidencia de Ómicron, arruinaría los pronósticos. Moreno, como destacan las fuentes de su entorno, no dudará si tiene que recurrir de nuevo a las restricciones, aunque el escenario le desagrada. "Que acabe esta pesadilla", suele decir el presidente, quien tuvo que quedarse en casa a finales de mayo tras dar positivo.

La variante Ómicron ya está en España ¿Qué supone y cómo podemos protegernos?

La variante Ómicron ya está en España ¿Qué supone y cómo podemos protegernos? / epe

Resulta clave el panorama que el coronavirus, sea cual sea la variante, permita durante la Semana Santa, del 10 al 17 de abril. Tras un par de años, el ánimo de los ciudadanos andaluces quedaría muy tocado si no puede volver a celebrarse. Todo apunta a que en 2022 habrá procesiones, y en consecuencia, un repunte desmesurado de visitas, pernoctaciones y de consumo. Pero, por encima de los indicadores económicos, el presidente estará atento al componente emocional.

La lógica del calendario

Junto a lo que indiquen las evoluciones de la pandemia y de la economía está la lógica del calendario. Descartado el adelanto electoral inminente, el equipo de gobierno de la Junta ha cartografiado un determinado paisaje político.

El Parlamento andaluz carece de actividad en enero. Será en febrero, pues, cuando se reanude la actividad legislativa. El Ejecutivo de Moreno intentará entonces una ofensiva de decretos y leyes estelares. Si no salen por no concitar el visto bueno de la mayoría, esperará un poco más.

Sin perder de vista que la Semana Santa abarca los días 10-17 de abril, la legislación electoral andaluza, al encomendarse en plazos a la legislación nacional, obliga a que medien 54 días entre la disolución del Parlamento y la fecha de comicios. Salvo sorpresa, la Junta no pondrá las urnas en los colegios antes del 10 de abril.

El calendario ha avanzado, por consiguiente, hasta mayo. Es entonces cuando el presidente deberá decidir el adelanto si quiere que las elecciones sean un domingo de junio. Si durante el mes anterior, exceptuando el paréntesis estival de la Semana Santa, y comienzos de mayo persiste el bloqueo legislativo debido a la "pinza" PSOE-Vox, Juanma Moreno convocará.

La otra opción, octubre, resultaría casi automática, ya que, por ley, no puede haber elecciones en Andalucía entre el 1 de julio y el 31 de agosto.

Una crisis ajena y una crisis interna

Como variables meramente políticas, Juanma Moreno tiene dos en mente.

Una se ha instalado en la situación interna de Cs. Las fuentes afirman que si los liberales, liderados en Andalucía por Juan Marín, entran en "guerra civil", el presidente se verá obligado a cambiar los planes. Un cálculo pragmático y sin aspavientos predice que el vicepresidente de la Junta revalidará el liderazgo y se acallarán las tensiones internas. Pero hasta que ocurra, mejor esperar, pues la unidad sin fisuras no está garantizada dentro de Cs en Andalucía, como se puso de manifiesto con la filtración de un audio del propio Marín sobre las especulaciones electorales.

La otra revolotea alrededor de Génova. A Moreno le preocupa la deriva de la dirección nacional, capaz de involucrarse sin matices en conflictos internos como el del PP de Madrid. La consecuencia ha sido indudable: el desgaste de Pablo Casado. También le preocupa que la marca de su partido siga sin recobrar prestigio y carisma. La sensación de que el sello personal de Moreno arrastra más expectativas e intereses que la pertenencia al PP se ha ido solidificando. El presidente, por tanto, vigila la deriva de la política nacional, que, indican dichas fuentes, le produce cada vez más desdén.

Hasta aquí las principales variables que está barajando antes de tomar la decisión final. Hay más, desde nuevas decisiones judiciales sobre el caso de los ERE, lo que podría dañar seriamente al PSOE andaluz, hasta el malestar social por la inflación y hasta la tensión bélica entre Rusia y Ucrania y sus repercusiones internacionales. "Todo influye; todo", concluyen las fuentes.