CONFIGURACIÓN DE LA IZQUIERDA

Yolanda Díaz asume la tesis de Errejón con el reto de recuperar al millón y medio de votantes que perdió Podemos

La vicepresidenta segunda del Gobierno rechaza limitarse a la izquierda del PSOE: "Le regalo esa esquinita"

Esta hipótesis fue defendida por Iñigo Errejón frente a Pablo Iglesias en 2016, en un debate que rompió a Podemos por la mitad

El reto ahora es no sólo sumar el voto de la izquierda, sino apelar al votante de centro para igualar los cinco millones de votos que Podemos logró en 2015

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y el líder de Más País, Íñigo Errejón, se saludan en el evento organizado por el nacimiento de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y el líder de Más País, Íñigo Errejón, se saludan en el evento organizado por el nacimiento de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA / JOSÉ LUIS ROCA

Yolanda Díaz rebobina cinco años en la historia de la política española. La negativa a ocupar sólo el espacio a la izquierda del PSOE y su intención de construir un proyecto transversal ha reabierto viejos debates del espacio. Esta apuesta, que tiene el reto de sumar a un millón y medio de votantes, se retrotrae a la estrategia política del primer Podemos y que asume las hipótesis defendidas entonces por Iñigo Errejón, que se mantuvo partidario de apelar a las mayorías frente al repliegue ideológico de izquierdas que asumió Pablo Iglesias. Una pugna, en definitiva, que fracturó el partido por la mitad y que aceleró en tiempo récord el desgaste de la marca.

Durante aquel tiempo, Yolanda Díaz trató de mantenerse ajena a la guerra interna que desembocó en Vistalegre 2 pero siempre mostró lealtad hacia Pablo Iglesias, con quien guardaba una estrecha amistad personal -hoy deteriorada-, y a quien brindó su apoyo en lo más cruento de la batalla. Casi seis años después de aquello, se ha consumado el repliegue a la izquierda de Podemos, el partido se hizo con 35 diputados en las últimas elecciones, menos de la mitad de los 72 que logró en 2016.

La llegada de Yolanda Díaz como candidata revive ahora los debates iniciales de la formación, tras su intención expresa de construir un proyecto alejado del eje izquierda-derecha, reivindicando el espíritu del primer Podemos. Si en otro tiempo los morados apelaron a los de 'arriba' y 'abajo' o a términos como la casta, ahora la dirigente aspira a construir una alternativa que ponga en el centro lo social, lo laboral y lo verde -laboralismo verde, han venido a llamarlo-. Un nuevo sujeto que renuncie a los corsés de los partidos existentes.

"Yo no quiero estar a la izquierda del PSOE, le regalo esa esquinita", defendió este jueves en una entrevista en Radiocable, donde renunció abiertamente a limitarse a una suma de fuerzas de izquierda. "Yo no quiero unir a la izquierda, lo que quiero es que la sociedad española sea protagonista de un proceso de transformación social imprescindible", adelantó, dando algunas pistas de lo que pretende construir.

"Los partidos son una cosa muy pequeña en nuestro país y son un obstáculo. Yo estoy para cambiar la vida de la gente (...). Son simples herramientas, nada más, y han de actuar como simples herramietnas. Yo soy una simple herramietna, no soy nada importante; lo importante es que la sociedad española hable. Abramos un gran conversatorio", abogó la futura candidata.

A LA CAZA DE 1,5 MILLÓN DE VOTOS

La tesis que ahora Díaz rescata de cara a la construcción de su candidatura para 2023 no sólo tiene una finalidad social, sino también electoral, con el objetivo último de sumar un millón y medio de votos y aspirar a los cinco millones, la cifra Podemos consiguió en su día y en la que se encuentra el Partido Popular.

La suma de Unidas Podemos y de Más País-Compromís suponen actualmente 3,7 millones; una bolsa de votantes que Yolanda Díaz, en caso de aunar bajo su paraguas a todas estas fuerzas, podría aumentar sin grandes problemas hasta los 4 millones de votos, considera José Pablo Ferrándiz, socio fundador de Elemental Research, que considera los cuatro millones como "una cifra de partida" en el actual escenario, a dos años de las elecciones y sin conocer quiénes van a integrar la nueva plataforma.

Consiera el sociólogo que es relativamente fácil llegar a este número de votantes, dadas las simpatías que despierta Yolanda Díaz en el electorado de centro. Según el último barómetro del CIS, los españoles que se sitúan en la izquierda y en el centro -en la escala ideológica del 1 al 5- Yolanda Díaz es la líder política mejor evaluada. Aquellos que se encuentran en el centro total -el 5- no dan el aprobado a ningún político, pero otorgan a Díaz la mejor puntuación (3.9). 

Además, advierte Ferrándiz, este barómetro ofrece otro dato interesante: dos de cada tres españoles que se sitúan en el 5 y en 6 (67% en ambos casos) adelantan que en las elecciones generales votan según lo que más les convenza en ese momento. Un elemento que les convierte en "los electores más volátiles, más predispuestos a cambiar de voto y, por tanto, más fáciles de captar por otras formaciones políticas", y a los que podría apelar la vicepresidenta del Gobierno.

Es por ello que Díaz tendría un fácil margen de mejora, aunque Ferrándiz considera extremadamente complicado que logre alcanzar los seis millones de votos. "Hablar de seis millones también es algo utópico hoy por hoy", advierte el sociólogo. Esto se debe a varios factores: el principal es la propia situación del PSOE, que hace seis años luchaba por liderar la oposición.

"El PSOE está esta en el Gobierno, algo que no pasaba en 2015 y 2016, y no vemos una figura en declive de Pedro Sánchez, que sigue bien evaluado entre los suyos". Así, asegura que "no hay liderazgos emergentes frente a liderazgos declinantes", algo que dificulta el trasvase de votantes de una formación a otra, como sí sucedía hace seis años, donde el clima de descontento social también contribuía al cambio.

Hoy los trasvases, apunta el experto, se producen más "intrabloques", de manera que es muy difícil que un elector de derechas apueste por la izquierda, y viceversa. A esto se suma el hecho de que Díaz todavía es considerada por muchos como una dirigente de Podemos, pese a las primeras muestras públicas de alejamiento hacia el partido. Un elemento que jugaría en contra de la gallega.

Otro de los motivos por los que considera difícil alcanzar los seis millones es el "posible desgaste del Gobierno en los próximos meses o años", que podría afectar también a Díaz, que forma parte de ese mismo Gobierno. Una circunstancia en la que la candidata tendría que intentar "separarse" de la línea política del ejecutivo para no resultar damnificada.

En el entorno de Yolanda Díaz se muestran cautos con las cifras y rechazan a día de hoy cualquier posibilidad de 'sorpasso' al PSOE; como ha sugerido en los últimos días el ex asesor del presidente, Iván Redondo. Son conscientes además de la necesidad de entendimiento con los socialistas y se muestran firmemente partidarios del Gobierno de coalición.

De esta manera, Ferrándiz considera que la cifra 5 millones, aún siendo difícil, "es un reto" que podría llegar a alcanzarse y que, de lograrse, "sería un éxito absoluto". Esto supondría recuperar el resultado inicial de Podemos, que entró en la política rompiendo todos los clichés y huyendo de etiquetas.

Aquí entra en juego un elemento determinante: la capacidad de movilización. Algo que los morados tenían en sus inicios y que ahora ha cambiado de manos. Aunque desde el entorno de Díaz insisten en que la simpatía no siempre se traduce en votos, Ferrándiz apunta al potencial que le otorga este factor: "La izquierda necesita un plus para movilizar, que es la ilusión y eso Yolanda lo tiene. Unidas Podemos está desgastado, no puede atraer a otros electores y su capacidad de crecimiento es muy limitada. La única que es capaz de representar ese papel de transversalidad y de unión en la izquierda es Yolanda Díaz".

EL PRIMER PODEMOS

Podemos irrumpió en 2014 recogiendo el descontento social y dio la campanada en las elecciones europeas, donde emergió de la nada con cinco eurodiputados. Pablo Iglesias era la cara visible e Iñigo Errejón, quien llevaba las riendas del discurso político. Esta combinación permitió al partido disputar al PSOE la hegemonía de la izquierda y soñar con el 'sorpasso'. ¿Cómo? Huyendo del lenguaje y los lugares comunes de la izquierda para tratar de dirigirse a un espectro electoral más amplio y convertirse en un proyecto capaz de generar consensos más allá del eje tradicional izquierda-derecha.

El primer examen en las urnas resultó sobresaliente. Si bien no consiguió destronar al PSOE como líder de la oposición, como apuntaban algunas encuestas, Podemos irrumpió como tercera fuerza gracias al apoyo de cinco millones de votos en las generales de 2015, donde concurrió en solitario, en su apuesta por mantenerse lejos de la izquierda tradicional existente hasta entonces.

Las tensiones aumentaron en los meses siguientes, de cara a la repetición electoral y con el debate abierto sobre una alianza con Izquierda Unida. Errejón era partidario de mantener el centralismo del tablero que había llevado a Podemos a su posición, mientras Iglesias abogó por la adhesión a las fuerzas ya existentes y a una alianza con IU, que había conseguido un millón de votos.

La primera muestra pública del desencuentro fue en marzo de 2016, cuando el líder de Podemos atacó a Pedro Sánchez haciendo referencia al "pasado de cal viva" de los socialistas, empleando un rencor histórico que apelaba directamente a la izquierda más radical y situaba a Podemos en un extremo del tablero. Una intervención que rechazaba, al mismo tiempo, la opción de facilitar un Gobierno socialista para impedir la repetición electoral. La expresión de Errejón tras escuchar esas palabras fueron el primer síntoma de los choques que ya eran patentes intramuros.

El repliegue de Podemos a la izquierda se consumó en mayo de ese año, cuando Iglesias y Alberto Garzón sellaron el llamado pacto de los botellines para presentarse en coalición a las siguientes generales. Esta suma perdió un millón de votos en la cita electoral, y Podemos logró menos apoyos en coalición que los que había logrado en solitario seis meses antes. Las posturas dentro del partido quedaron enconadas.

ENTRE SPRINGSTEEN Y COLDPLAY

"Podemos necesita más Bruce Springsteen y menos Coldplay". Esta frase, pronunciada por Iglesias en un acto en Galicia en septiembre de 2016, era una comparación en términos musicales de las dos tendencias del partido: el rock frente al pop; más mensajes duros y menos 'seducción'.

"El día en que Podemos deje de dar miedo a los que se enriquecen a costa de la gente, seremos uno más", defendió Iglesias. "A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros", respondió entonces Errejón.

Este episodio fue la primera declaración de guerra, a la que el propio Iglesias trató de quitar hierro. "Mientras otros se mandan recados subliminales, en Podemos estamos orgullosos de debatir con las puertas abiertas. Ser diferentes es eso". Aquel debate de puertas abiertas terminó cinco meses después en el fraticidio de Vistalegre 2.

Las críticas a Errejón por parte del ala dura del partido le señalaban por defender una línea pactista con los socialistas. "El elemento de seducción de la moqueta es peligrosísimo", llegó a decir Iglesias, en referencia al que fuera su número dos. Las diferencias en las formas también hicieron acto de presencia, con las duras críticas al estilo de Errejón y el uso de americanas.

"Podemos necesita seguir siendo transversal, pero eso no es parecerse a otros partidos políticos o vestir como lo hacen ellos", defendió el líder del partido, en marzo de 2017. Un punto en el que insistía el fundador Juan Carlos Monedero, que no dudó en señalar: "Hay gente en Podemos que ha variado profundamente su forma de vestir. Mirad en el Parlamento, hay un antes y un después. Muchos no visten ahora como empezamos y eso puede ser revelador".