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Una tregua frustrante

El alto el fuego pactado por Trump y Putin en Ucrania es una victoria para el líder ruso: gana tiempo sin comprometer su estrategia futura

Vladímir Putin durante una visita a una base militar en Chechenia

Vladímir Putin durante una visita a una base militar en Chechenia / Europa Press/ Vyacheslav Prokofyev

Donald Trump y Vladímir Putin cerraron este martes un acuerdo sobre Ucrania que, a simple vista, promete un respiro para el país agredido: 30 días sin ataques a sus infraestructuras energéticas. Un alto el fuego parcial, en la terminología utilizada por Washington y Moscú, que suena bien en un país agotado después de tres años de agresión rusa, pero que no alcanza por el momento para cambiar el rumbo de los acontecimientos ni para dar esperanzas firmes de una paz duradera y segura a los ucranianos.

La Casa Blanca ha presentado el acuerdo como un paso importante, como un logro que demuestra que se puede negociar donde otros no lo consiguieron, pero en realidad está muy lejos del objetivo de Trump de presentarse ante la opinión pública internacional con un pacto que acabe con la guerra. El conflicto no se detiene con un paréntesis tan breve y acotado.

Putin es un político calculador y aceptar esta tregua le da cierto margen para reorganizare y mantener su firme posición de no ceder los territorios actualmente bajo control ruso. Que se hable de "dividir activos", básicamente tierras y recursos energéticos, como la central nuclear de Zaporiyia, demuestra cuál es su estrategia real: consolidar su situación en Ucrania más que perseguir una paz real. Que el acuerdo de este martes, tras dos horas y media de conversación telefónica con Trump, no le exija grandes sacrificios dice mucho de lo que realmente busca Putin: tiempo y ventaja.

Un acuerdo serio que pusiera las bases para la paz, como el que se había alimentado horas antes del contacto entre los dos líderes, hubiera exigido más medidas concretas y compromisos firmes por parte del país agresor. No ha sido así. Trump apenas gana una foto como mediador, pero Putin ha logrado un respiro sin comprometer su estrategia futura y Ucrania, poco más que incertidumbre, con Volodímir Zelenski en una posición incómoda, viendo cómo otros deciden por su país sin que su voz pese lo suficiente.