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El negocio de Trump y Putin

Rusia ofrece a EEUU explotar conjuntamente sus "recursos naturales", con el Ártico en el punto de mira, y Washington quiere quedarse con el 50% de los beneficios de las tierras raras de Ucrania

Serguéi Lavrov y Marco Rubio, este lunes en Riad (Arabia Saudí).

Serguéi Lavrov y Marco Rubio, este lunes en Riad (Arabia Saudí). / EFE

El primer contacto entre EEUU y Rusia en Riad para encontrar una salida a la encrucijada bélica provocada por Putin en Ucrania ha dejado claro que el nuevo orden mundial que parecen querer imponer el presidente Trump y el dictador ruso tiene mucho más de geoeconomía que de geopolítica. El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, no pudo ser más explícito ante el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, y planteó un amplio "campo de cooperación" entre Moscú y Washington en materia comercial y económica, ofreciendo un acuerdo para explotar los "recursos naturales" de Rusia.

Moscú parece tener muy definida su hoja de ruta, que pasaría por reabrir el país a los inversores norteamericanos, eliminando de forma paulatina las sanciones. Según los cálculos del Kremlin, las empresas de EEUU han perdido más de "300.000 millones de dólares" al abandonar el mercado ruso a consecuencia de las sanciones internacionales tras la invasión de Ucrania. Revertir esa situación es uno de los objetivos del Kremlin con el punto de mira puesto en el Ártico, no sólo porque en 2035 se espera que sea una ruta marítima posible a consecuencia del deshielo, sino por los vastos recursos naturales que alberga.

La oferta rusa, explicitada en Riad por Kirill Dmítriev, director del Fondo para Inversiones Directas de Rusia y formado en Harvard y Stanford, coincidió en el tiempo con el plan de EEUU para la Ucrania del futuro que reveló el diario británico 'The Daily Telegraph' y que el secretario del Tesoro de Trump, Scott Bessent, habría presentado la semana pasada al propio Zelenski: Washington aspira a quedarse con el 50% de los beneficios de las explotaciones minerales en Ucrania, país que cuenta con ingentes reservas de titanio, litio, circonio y grafito, las tierras raras cada vez más demandadas por la industria.

Mientras Europa intenta construir un cierto consenso interno sobre qué postura adoptar respecto al futuro de Ucrania y ese nuevo orden internacional que están levantando EEUU y Rusia, Trump y Putin exploran un nuevo marco geoeconómico global.

Si a James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña electoral de 1992 frente a George Bush, le pidieran un análisis rápido de lo que ha pasado en las últimas horas, es muy probable que reformulara su famosa frase y espetara: "¡Es el negocio, estúpido!".