Opinión | GALA REIVINDICATIVA

¿Se puede ser trans y facha?

Una cuestión es la obra de arte y la otra las ideas que tenga el creador, aunque pueda ser difícil de aceptar

La actriz Karla Sofía Gascón.

La actriz Karla Sofía Gascón. / EFE

La moda de la reivindicación en las galas cinematográficas en España viene de lejos. Ya en 2003 un joven León de Aranoa mostraba un cartel contra la guerra y contra las políticas del Gobierno de José María Aznar. Aquello abrió una veda que obligaba a casi todos los premiados a quejarse de algo. La queja es libre y reconfortante.

Después de la guerra, el chapapote, la libertad sexual, el racismo y dejar verde a todo aquel que pudiera tener un atisbo de ultra, le siguió la sanidad y la educación pública, y el derecho a una vivienda, y así una lista de causas todas justas y honorables.

Este año, sin profundizar, podríamos decir que en la gala de los Goya ha seguido la misma línea, pero con matices que resultan llamativos. La polémica más pública estaba situada sobre Karla Sofía Gascónactriz nominada al Oscar. Un mes antes se la esperaba como la gran invitada. ¡De Madrid trans! La oportunidad era única para transmitir desde España una imagen de pluralidad y amplitud de miras. Pero resultó engañoso. La actriz tenía ideas propias que no coincidían con lo que se esperaba de ella. Así que la maquinaria de la cancelación se puso en marcha y ya conocen el resto.

Sin embargo, la profesión, de forma sorpresiva, no cargó en la alfombra roja contra ella con la excusa de criticar a alguien con claras opiniones racistas, aunque fueran del pasado. Lo cierto es que las posiciones de Gascón emitidas a través de unos tuits son fuertes y suenan extrañas en una persona que debió sentirse en momentos de su vida ultrajada y menospreciada.

Recordé el comentario de un colega periodista hace bastante tiempo: “Perro no come perro”. Una expresión muy corporativa que, en todo caso, evitó que Karla Sofía Gascón se convirtiera en la protagonista sin estar. Quedó claro que un artista puede tener ideas propias, aunque estas sean racistas, y a la vez convivir en un mundo creativo. La historia nos ofrece muchos nombres propios. Por lo tanto, concluimos que una cuestión es la obra de arte y la otra las ideas que tenga el creador. Puede que sea difícil de aceptar y tiene la lógica que cada uno quiera aplicarle.

En esta polémica existe otro descubrimiento. Se puede ser trans y facha, que es lo mismo que decir que todos los racistas son fachas, que no parece. La vida de la Gascón es de novela. Publicó un libro del que ahora se ha suspendido su reedición y donde narra sus experiencias. Declaró en una televisión mexicana que lo escribió dirigido a una de sus exparejas, que no es la actual, pero su explicación es confusa. Todo en ella va acompañado de confusión.

Por ejemplo, a pesar de sus tuits famosos ("Cada vez que voy a recoger a mi hija del colegio hay más hembras con el pelo tapado y el faldón hasta los talones"), lo cierto es que la actriz ha declarado que su pareja es musulmana. También puede resultar que sólo sea una declaración para salir de paso.

Concluyendo: lo que iba a convertirse en una fiesta reivindicativa de la segunda mujer española en optar a un Oscar y trans, se transformó en una solapada defensa de las ideologías ante el hecho creativo. Puede que estemos aprendiendo a respetar la libertad individual.