Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Beatrice Borromeo: nuera de Carolina, látigo de Trump
Debajo de esos trapos carísimos hay un ser humano pensante en ebullición, que además aborrece el devenir autoritario que refleja la actualidad internacional

Beatrice Borromeo. / EPE
Mejor no dejarse engañar por las apariencias. Parece una contradicción si hablamos de una invitada que acaba de pisar con garbo la alfombra roja de la Semana de la Alta Costura de París, generando titulares como: "Beatrice Borromeo enamora con el look clásico y elegante que triunfa entre las mujeres con estilo" (Harper's Bazaar) o "Beatrice Borromeo apuesta por pantalones slim y chaqueta globo de terciopelo para la alta costura de Dior" (Vogue). Debajo de esos trapos carísimos hay un ser humano pensante en ebullición, que además aborrece el devenir autoritario que refleja la actualidad internacional.
Beatrice Borromeo, periodista y esposa del segundo hijo de Carolina de Mónaco, no le va a otorgar a Donald Trump los consabidos cien días de cortesía. Ni siquiera le va a dar diez minutos. "Por fin una persona íntegra, que habla a los poderosos sin miedo, a diferencia de esta desoladora procesión de multimillonarios que no encuentran el coraje para oponerse a la deriva fascista y en cambio la apoyan. ¡Qué vergüenza tendrán!". Así se refirió a la homilía de Mariann Edgar Budde, en la que la obispa episcopal de Washington pidió misericordia para con los pobres y excluidos al recién juramentado presidente número 47 de los Estados Unidos, quien la escuchaba con cara de añorar Guantánamo. Entre los palmeros del nuevo líder norteamericano, los propietarios de las redes sociales donde la joven aristócrata se despacha sin cortarse un pelo de su rubia cabellera.
Italiana, 39 años, hija de un conde y una fotógrafa apasionada de la política, nieta de un príncipe, Beatrice Borromeo se fue de casa dando un portazo tras una bronca con su progenitora a los 16, y trabajó como modelo para pagarse el alquiler y los estudios de derecho y economía en Milán. Fue, sin embargo, tras un posgrado de periodismo en Columbia cuando encarriló su vocación. En la universidad conoció a Pierre Casiraghi, tan discreto él como volcánica ella, con quien se casaría tras un largo noviazgo. A los veinte años empezó a colaborar en el programa AnnoZero de la Rai, donde a base de descaro convirtió la befa y crítica de Silvio Berlusconi en deporte olímpico. "Il Cavaliere es un inepto, ha estado más preocupado por tener citas con prostitutas menores de edad que por dirigir el país", denunció en una entrevista con ABC. Desde 2009 trabaja como columnista en el periódico independiente de línea progresista Il Fatto Quotidiano, en cuyo sostenimiento económico participa.
Aunque vive lujosamente en Mónaco donde su marido lleva sus empresas, no ha abandonado del todo la profesión. Ha rodado varios documentales sobre la mafia, desde el punto de vista de las mujeres y también sobre los niños de las familias que la integran y colabora con Newsweek y con The Daily Beast, con preferencia sobre temas económicos y de política. Azote también de la estirpe de los Saboya, que la han denunciado judicialmente sin éxito, hace dos años Netflix estrenó su docuserie Il Principe, sobre un oscuro episodio protagonizado por Víctor Manuel, hijo del último rey de Italia Humberto II. En ella reconstruye el asesinato a tiros en Córcega de un joven alemán en 1978 del que fue acusado el príncipe, y absuelto entre irregularidades. Ahora prepara una película sobre la estirpe de los Grimaldi.
Con tan variados intereses, cuesta reconocer a la intrépida reportera en la protagonista de miles de reportajes de prensa del corazón, sobre su boda en el Palacio Real de Mónaco hace diez años, a sus vacaciones en Ibiza, su maquillaje o su presencia en los desfiles oficiales del principado junto a sus hijos Stefano y Francesco. Icono de la moda, imagen de firmas importantes, rivaliza en glamour y buen gusto con su cuñada Carlota, otra beldad que conjuga portadas cuché con una auténtica pasión por la filosofía.
"La aristocracia no existe, es solo filfa anacrónica", arremetió Beatrice Borromeo, que se declara de izquierdas, en una entrevista con Il Corriere della Sera. No es la única rama que ha podado de su ilustre árbol genealógico. Descendiente por el lado paterno de San Carlos Borromeo, patrón de los catequistas, afirma ser agnóstica, por lo que su admiración a la obispa Budde es un lapsus puntual por su aversión a los autócratas en general, a Donald Trump en particular y a la primera ministra Giorgia Meloni, contra quien también se ha pronunciado. "Odio lo políticamente correcto, la hipocresía de quien no toma partido nunca, no opina, se adapta como un camaleón para salvar sus intereses", ha dicho. Tacón de aguja a la yugular.
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