Opinión | OPINIÓN
El voto del PP
Los populares, incómodos, no acaban de encontrar su sitio

Feijóo explica por qué votarán sí al decreto negociado entre el Gobierno Junts. / José Luis Roca
El Gobierno ha rectificado a tiempo, antes de que el PP tomara la delantera en la revalorización de las pensiones y la bonificación del transporte público, y tiene asegurada la convalidación del decreto rechazado la semana pasada por el Congreso, tras haberlo modificado en los términos que le exigía Junts. Eliminado el impedimento puesto por el grupo catalán, la expectación se concentró en la postura que adoptaría el PP. Finalmente, fue su líder quien se encargó de anunciar el voto favorable. En un arrebato de sinceridad, Feijóo declaró que lo harían por beneficiar a los jubilados, los usuarios de autobuses y trenes y las comarcas valencianas devastadas, enfatizando que por nadie más, y añadió una segunda razón, la de hacer lo contrario de lo que esperaba el Gobierno y no seguirle el juego ni regalarle el titular de la oposición negativa, obstruccionista, que se opone a todo.
El voto contrario al decreto ómnibus está sometido al juicio de la opinión pública, pero lo cierto es que el PP y Junts, una vez que el Gobierno aceptó excluir de un nuevo decreto las medidas que rechazaban, han mantenido su compromiso de apoyarlo, facilitando así su aprobación. Junts, a pesar de las descalificaciones dirigidas por su portavoz en el Congreso a los interlocutores del PSOE, que bastarían para romper cualquier amistad, ha vuelto a sentarse a la mesa con el Gobierno, dispuesta a prolongar su peculiar relación. Y el PP, algo descolocado, quizá porque no preveía que el PSOE y Junts superaran el desencuentro tan rápido, se muestra incómodo y manifiesta los síntomas de quien no acaba de encontrar su sitio.
No es tarea fácil ejercer la función de control ante un Gobierno volátil, que emplea buena parte de sus energías en atacar a la oposición, y a la vez cumplir con las expectativas de los electores. Sorprende poco, por ello, que haya discrepancias en el interior del PP sobre la estrategia a seguir, acentuadas por las diferencias ideológicas de fondo que caracterizan al partido desde su fundación. El panorama político es verdaderamente complejo. Feijóo ha marcado distancias con el PSOE y con Vox, confiado en que es la mejor manera de aumentar la ventaja que le conceden las estimaciones de voto de las encuestas, que traducidas a un reparto de escaños en las próximas elecciones no quepa más opción que un gobierno del PP. Y trata de imponerse por encima de sus barones, con actitudes políticas dispares, que tendrán que enfrentar pronto el dilema de rechazar una oferta de financiación del Gobierno atractiva para los intereses de sus comunidades autónomas. La táctica que practica con el PNV, más beligerante que la que dedica a Junts, está cargada de una intencionalidad política múltiple, pero conlleva un alto riesgo. Por el momento, aunque en el horizonte se divisa una fuerte rivalidad entre Bildu y el PNV, lo único que ha conseguido es que los nacionalistas vascos cierren filas en torno al Gobierno.
Se ha difundido a través de los medios el rumor de que el voto del PP a favor del decreto del Gobierno enmendado a instancia de Junts ha sido una decisión de Feijóo, no compartida por algunos dirigentes del PP. El Ejecutivo prepara otro decreto de medidas económicas que pondrá otra vez en un brete al PP. Los partidos viven entre la observancia de una disciplina férrea y la fragilidad causada por la incertidumbre política. Una propuesta de medidas restrictivas con la inmigración, aplaudida por la derecha extrema y que ha provocado la salida a escena de Merkel, ha quebrado en vísperas electorales la disciplina de voto de la CDU en el Bundestag, que es junto con el PP el último partido de la derecha democrática que se mantiene en pie en los países centrales de la Unión Europea. Conviene tomar nota.
El trámite de este decreto, más allá de las tribulaciones de los partidos, indica hasta dónde ha llegado, hasta qué punto se ha envenenado, la competición política en España. El voto del PP obedece, entre otros, al propósito de desbaratar el presunto deseo capcioso del Gobierno de poner en evidencia a la oposición. Parece lógico que el Gobierno se felicitara por el voto del PP, pero no ha merecido siquiera un respetuoso silencio, no digo ya un gesto de agradecimiento, y ha optado por persistir en su ataque. Y el caso es que todos los partidos proclaman que están de acuerdo con las medidas. Los españoles deben saber que con sus impuestos están contribuyendo a financiar el 90% de los presupuestos de los grandes partidos. Según la última encuesta del CIS, a la pregunta de quién debe adoptar las decisiones políticas, el 29% ha respondido que los políticos, el 30% que los ciudadanos en referéndum u otras votaciones y el 34% que los expertos. Atención a estos datos.
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