Opinión | PENSAMIENTO PERIFÉRICO
Que nadie se engañe, Vox no descansa aunque no trabaje
El de Abascal es un partido antisistema que no vive del aire, ojo, sino de una concienzuda tela de araña donde las redes juegan desde el principio un papel fundamental

El líder de Vox, Santiago Abascal, en una imagen de archivo. / Borja Sánchez-Trillo
Dijo Alberto Núñez Feijóo que el PP no hace "oposición de tumbona" y no hizo falta añadir más para que Vox saliera a replicar y se diera por aludido. Dijo Gabriel Rufián que Santiago Abascal no contesta mensajes antes de las 11 y logró una carcajada general con la fina ironía que gastó el otro día en La Sexta Xplica. Hay chanza general con ese eslogan de la "España que madruga" en boca de un partido que tiene uno de los líderes que menos curra en el Congreso.
Las bromas están bien pero sería un error pensar que Vox descansa aunque no trabaje. Ahí están los datos y las encuestas que avalan que la fuerza de la extrema derecha española está en un momento álgido entre sus votantes aunque lleve meses en un proceso de purgas y descomposición interna. Meses o años, porque hace ya cuatro que Macarena Olona contó lo que iba a pasar capítulo a capítulo tras su espantada en Andalucía y ha acertado en cada una de sus profecías.
A Vox no le hace falta ir al Congreso a retratarse con los pensionistas. Sin hacer nada se aprovecha de la ola a favor de la ultraderecha que recorre Europa. Abascal es el rey junto a Javier Milei y Donald Trump. Vox no descansa aunque su líder no madrugue. Mientras, el PP se desgasta en cada decisión que toma para acertar con la mejor oposición a Pedro Sánchez. Es la suerte de un partido antisistema que no vive del aire, ojo, sino de una concienzuda tela de araña tejida desde su sede, donde las redes juegan desde el principio un papel fundamental y que ha logrado una penetración importantísima sobre todo entre las capas más jóvenes de población, que bromean con el tito Santi y el tito Trump porque lo guay y lo revolucionario ahora es ser de ultraderecha y alimentarse del populismo que tanto acierto tiene en sus estrategias virales. Sé de lo que hablo porque soy madre de dos adolescentes y tengo los ojos y oídos más abiertos de lo que me gustaría frente a TikTok o Instagram.
Y que sepa el PP andaluz, que en el puente de mando en Madrid, tomando el timón está Álvaro Zancajo, que se sienta en el consejo de administración de la Radio Televisión Andaluza (RTVA). Los andaluces le pagamos el sueldo a uno de sus principales cerebros en la comunicación. Sería mentir decir que solo pasa con Vox. Es un mal común en ese órgano de la tele pública.
Son como una lluvia fina que cala. ¿Cómo han podido los norteamericanos creerse que los inmigrantes se comen a las mascotas? ¿Cómo pueden tragarse que la terrible desgracia que está suponiendo el fentanilo es culpa de la falta de Policía en la frontera de México cuando la empresa farmacéutica Purdue acaba de ser condenada al pago de 7.000 millones de dólares por su papel en la crisis de los opiáceos en Estados Unidos? Se llama populismo y tiene en actores como Elon Musk, ese que es el dueño de X, uno de los más ricos del mundo y que acaba de pedir el voto en un mitin de la extrema derecha para Alternativa para Alemania, uno de sus protagonistas.
Pero no hace falta irse tan lejos. Vox sabe bien lo que se hace. Quien piense que solo son unos ultras jetas, flojos y pijos se equivoca. Nada hace más fuerte al enemigo que despreciarlo, dicen los manuales de la política. La primera vez que viví un encuentro en off del partido, hace cuatro años, desplegaron ante mis ojos un mapa de Andalucía lleno de chinchetas y puntos que atesoraban en un minucioso plan de penetración en el mundo rural. Esos agricultores, los primeros castigados por los aranceles de Trump, el ídolo de Abascal, cuelgan la bandera de Vox en su tractor.
Hoy cuenta El Correo de Andalucía que Vox ha pedido al ayuntamiento de Sevilla los datos sobre las interrupciones voluntarias del embarazo que se han dado en un centro de salud del barrio de Los Remedios. Suena a que a las mujeres que practiquen un aborto le van a poner un brazalete para que se sepa quienes son. No es nuevo, a su llegada al Parlamento andaluz en 2019, pidió listados de los trabajadores en las unidades de Violencia de Género. La lluvia fina, cala, cala, cala...
Vox ahora mismo es irrelevante en un Parlamento andaluz con mayoría absoluta del PP pero no baja en las encuestas. Sigue ahí. Pasito a pasito. Cerró un pacto en Sevilla con el alcalde de la ciudad, el popular José Luis Sanz, donde arrastró al partido en el gobierno a comulgar con todo su catecismo, desde el aborto a la inmigración. Y todavía dice el PP, con el acuerdo firmado en un papel, que es mentira que hayan existido concesiones. Que nadie se despiste. Vox no descansa aunque su líder no madrugue.
- La Junta de Andalucía se enfrenta al Gobierno y no expropiará su suelo para derribar el Algarrobico
- Habla el empresario americano que ha comprado un pueblo abandonado en Zamora: 'Prevemos crear 35 puestos de trabajo
- Ni La Moraleja ni La Finca: esta es la urbanización más lujosa de Madrid que lleva décadas oculta
- La 'Reina roja' se moja: la insólita grabación de la serie dentro del río Manzanares congrega a decenas de curiosos
- Nueva subida salarial para los funcionarios: estos son los grupos más beneficiados
- Así es la taberna favorita del Rey Felipe en Madrid: tapas castizas y precios para todos los bolsillos
- El primer colegio de Madrid que incluirá hasta 2º de ESO en El Cañaveral nace con polémica y una protesta vecinal
- Cuánto mide realmente el pez diablo y otras curiosidades sobre este fascinante animal abisal