Opinión | PENSAMIENTO PERIFÉRICO

Illa no va contra nadie

Confunden las oportunidades con fatalidades

Salvador Illa.

Salvador Illa. / José Luis Roca

Separadores y separatistas se han lanzado a la yugular del plan de Salvador Illa de invertir 18.000 millones de euros para que Cataluña lidere la economía en España. Rápidamente, los separatistas le han acusado de falta de ambición por no querer desgajar la economía catalana de la española. Como si fuera tan fácil hacerlo. Vean a Trump como ejemplo con México. Y los separadores le han afeado que quiere competir con Madrid sin tener las armas del Estado a favor. Una vez más, aquí todo el mundo cree saber lo que ocurre y lo que importa en Cataluña sin hablar con los catalanes, especialmente con los que no abogan por la independencia.

Cuando las instituciones catalanas daban la espalda a España, malo. Y cuando quieren comprometerse con España, para algunos aún es peor. Illa trata de sacar al empresariado catalán de su ensimismamiento. Los que hacen cosas, no hablan. Y los que hablan están todo el día hablando de un tiempo, que es el suyo, pero que no volverá. Y tan pronto culpan de su decadencia a los independentistas como al centralismo madrileño. Confunden las oportunidades con fatalidades.

El plan de Illa es mucho más sencillo que todo esto. Se trata de aprovechar el viento de cola del nuevo contexto geopolítico para que la economía catalana, y la española, cojan velocidad de crucero. O la mantengan. Y hay oportunidades que España no puede aprovechar sin el tejido industrial catalán. Como hay otras que ha podido aprovechar por la fuerza de la metrópolis madrileña. ¿Tanto cuesta esto de entender? Uno más uno, tres. Madrid puede librar batallas que Barcelona no puede, Y al revés.

Illa tiene claro el contexto: una batalla geopolítica en la que nuestra oportunidad es Europa, la posibilidad de atraer socios comerciales e inversiones que huyen de Trump y apostar por los sectores que van a configurar la autonomía estratégica de la UE: energías verdes, tecnología y defensa. Se trata de decidir entre aprovechar las migajas de Trump o de liderar el mundo libre. Ese es el dilema y no la pugna provinciana entre Barcelona y Madrid.