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Sánchez sigue, con la cruz a cuestas

El presidente salva la crisis. Junts hace marcha atrás en el decreto de las pensiones, pero logra tramitar -aunque luego no se someta- la petición de una cuestión de confianza en el Congreso

Pedro Sánchez durante la comparecencia ofrecida en Moncloa después del acuerdo con Junts.

Pedro Sánchez durante la comparecencia ofrecida en Moncloa después del acuerdo con Junts. / José Luis Roca

El miércoles 22 el Gobierno Sánchez no logró convalidar el decreto ómnibus que, entre otras cosas, subía las pensiones con el IPC -punto estrella de su programa- y prorrogaba las ayudas al transporte. Perdió por la conjunción de un revuelto voto en contra de Puigdemont, Feijóo y Abascal. Una gran y aparatosa derrota del Gobierno. Y lo peor fue que, con palabras gruesas de Míriam Nogueras, Junts anunció que rompía todas las negociaciones con el Gobierno hasta que no se aprobara su propuesta de que Sánchez se sometiera a una cuestión de confianza en el Congreso. Lo dije el pasado jueves, Sánchez había sufrido su peor día de esta legislatura. ¿Cómo iba a poder seguir gobernando sin mayoría, sin presupuestos y con Junts votando en contra de todo? Puigdemont no apoyaría una moción de censura con el PP y Vox, pero podía convertir la legislatura en un Calvario permanente.

El miércoles 22 Sánchez parecía un presidente en extinción. Pero Junts no rompió las conversaciones en Suiza con un mediador internacional y el presidente aseguró el fin de semana que “buscaría votos bajo las piedras” para aprobar el mismo decreto ómnibus. Y este martes resucitó cuando anunció -tras un Consejo de Ministros que se retrasó unas horas esperando 'las piedras' de Waterloo- que se había llegado a un acuerdo con Junts y que, salvo algunas medidas económicas, las sociales del decreto ómnibus ya habían vuelto a ser aprobadas en el Consejo de Ministros e inmediatamente entraban en vigor.

Sánchez apareció en la rueda de prensa resucitado y desafiante. Junts votaría el decreto ómnibus y seguiría negociando otros asuntos. De alguna manera, la coalición de la investidura podía recomponerse. Lo sustancial del ómnibus salía, aunque también se troceaba. Y se añadía una cláusula de protección a los propietarios de pisos ante posibles impagos. Y se tramitaría -reformulada- la propuesta de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza. Pero, como constitucionalmente es una prerrogativa del presidente, Sánchez no se someterá, aunque el Congreso -como parece casi seguro que pasará- la apruebe. En suma, Sánchez sigue, pero con la misma cruz a cuestas. Ha tragado ante Puigdemont y lo seguirá haciendo, porque la mayoría de la investidura solo es mayoría cuando Puigdemont está. No es el mejor escenario, pero Sánchez cree que podrá seguir y quizás incluso aprobar los presupuestos de 2025. ¿Es de sabios saber tragar para no morir?

No es el ideal, pero Sánchez ya ha sobrevivido con continuas dificultades casi siete años. El PP -y otros- lo ven como una plaga de Egipto que lo arrasa todo, pero alguna habilidad debe tener. Quizás aceptar la complejidad de la España actual e intentar cabalgar algo las grandes contradicciones de una mayoría que reúne a constitucionalistas e independentistas. Y a gentes de centro-derecha, como el PNV y Junts, a socialdemócratas (PSOE), a grupos más a la izquierda como ERC, e incluso a Sumar, Podemos y Bildu. Claro, esta mayoría solo se cimenta en el rechazo a un gobierno PP-Vox y no brilla por su coherencia. Pero la economía tira. Sánchez no perdió la ocasión y presumió de que en diciembre ya había 21,8 millones de empleos, tras haberse creado 468.000 en 2024. Y que la tasa de paro (10,6%) es la más baja en 16 años, desde la gran crisis.

En resumen, Sánchez sigue, pero con la cruz a cuestas de Puigdemont y de una mayoría más incoherente que plural. Pero, dispuesto a tragar y con la economía al alza (el PIB creció un 3,2%, muy por encima de la media de la zona euro el año pasado), Sánchez cree que puede acabar la legislatura. Y es un hombre de suerte. Justo el martes, mientras hablaba, el Ibex superó el 12.000, un máximo en 15 años.

Ahora Feijóo votará el ómnibus, palacete del PNV en París incluido. Habría quedado mejor haciéndolo el miércoles pasado y explicando que no podía admitir que, por la gran incompetencia de Sánchez y el capricho de su aliado Puigdemont, los pensionistas vieran congelados sus ingresos. Ahora lo hará a remolque de Puigdemont. Feijóo se equivoca cuando dice que todo va muy mal. Mejor le iría si explicara que Sánchez exagera y abusa. De los 4,5 millones de empleos que se han creado desde el 2012, la mitad fueron con el gobierno de Rajoy y solo la otra mitad con Sánchez.