Opinión | PARECE UNA TONTERÍA

Una llamada rapidita

Las grandes conversaciones telefónicas se extinguieron. Puede que quede alguna pendiente, pero testimonial

El director Stanley Kubrick filmando.

El director Stanley Kubrick filmando.  / WARNER BROS

Recuerdo mantener conversaciones telefónicas de una hora y media como si nada, hace muchos años. Ahora, en una llamada normal, cuando transcurren dos minutos estoy ya buscando el momento en el que soltar "Bueno, pues nada", y empezar a despedirme. Eso por no decir que muchísimas veces, cuando suena el móvil, y veo quién llama, hago todo lo posible por no responder. No obstante, hace una semana hablé cuarenta y un minutos seguidos con una amiga. Aluciante, porque las grandes conversaciones telefónicas se extinguieron. Puede que quede alguna pendiente, pero testimonial. El móvil no está para demorarse, sino para servir la obsesión humana por excelencia: el ahorro de tiempo. Pero aún no ha pasado tanto que no recordamos a alguien gastando el día en llamadas. Yo tenía a una de mis tías por la número uno hasta que conocí el caso de Stanley Kubrick. Lo he hecho a través de un librito –'Kubrick'– de Michael Herr, el autor del mucho más célebre 'Despachos de guerra', sobre la contienda de Vietnam.

El periodista norteamericano solo fue una de las víctimas. En cierta ocasión el director tuvo al escritor Gustav Hasford siete horas seguidas al teléfono. Hasford había publicado en 1979 'La chaqueta metálica'Kubrick la leyó en 1982 y lo llamó para adaptarla. A medida que el guion avanzaba, Hasford pasaba cada vez más tiempo al aparato. "Desmenuzábamos cada línea de esa película. No hay palabra o frase que no se haya discutido en algún moment", se quejaba. John Calley, jefe de producción de la Warner en los setenta, admitía que Kubrick estuvo llamándolo durante casi un año cada dos semanas para que leyera 'La rama dorada', de Frazer. Al final, ya cansado, Calley le dijo que tenía que dirigir un estudio y que no disponía de tiempo para leer mitología. "No es mitología, John. Es tu vida", le contestó al otro lado de la línea Kubrick.

Nadie estaba libre de sus llamadas. En los noventa, cuando aún se proponía escribir el guion de 'Artificial Intelligence', vio 'Jurassic Park' y comenzó a telefonear a Steven Spielberg "cada veinte minutos para hablar de la tecnología que había utilizado", según Herr, que sostenía que el teléfono era para Kubrick lo mismo que la guerra para Mao: el instrumento para una prolongada ofensiva. Tras abandonar Estados Unidos y mudarse a Inglaterra, el aparato se convirtió en su gran aliado.

Herr y él se conocieron en 1980 y estuvieron conversando hasta 1999, cuando falleció el director. Hablaban de tres a treinta veces a la semana, y casi siempre a partir de las diez de la noche. Herr admitía haber estado más de tres horas hablando por teléfono con Kubrick una infinidad de ocasiones. "Una hora al teléfono no era nada, una simple obertura, un movimiento de inicio, un gambito". La última llamada, ya a través de un móvil, se produjo dos días antes de la muerte del realizador, mientras Herr conducía su coche. Hablaron durante 160 kilómetros. El corresponsal de guerra había oído a un sinfín de conocidos decir que conversaron con Kubrick el último día de su vida, el 7 de marzo de 1999. "Y aunque son muchos, los creo a todos".

TEMAS