Opinión | PENSAMIENTO PERIFÉRICO

Señores jueces, ¿qué les parece el interrogatorio a la denunciante de Errejón?

El lenguaje del juez del caso Errejón era propio para un diálogo de 'Machos Alfa' que parodie el machirulo reinante pero inadecuado en una sala de vistas

La actriz Elisa Mouliaá llega a declarar a los juzgados de Plaza de Castilla.

La actriz Elisa Mouliaá llega a declarar a los juzgados de Plaza de Castilla. / MATEO LANZUELA / EUROPA PRESS

"Infame". "Un desprestigio". "Indignante". "De vergüenza". Son algunas valoraciones que en privado hacen jueces y juezas sobre el interrogatorio que el magistrado Adolfo Carretero hizo en el caso Errejón, tanto a la víctima, Elisa Mouliaá, como al propio político denunciado por agresión sexual, con quien hace de tertuliano en una mesa política.

En el caso de ella, mucho más hiriente, vulnerando de forma flagrante tanto el Estatuto de la Víctima como la llamada ley del solo sí es sí, la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, que sin faltar a la presunción de inocencia insiste en que a la denunciante hay que darle condición de víctima mientras se tramita la denuncia y hasta que quede descartado, si llega el caso, la violencia sexual. No se trata de no interrogar.

Es la obligación del juez pero hay que hacerlo sin violentar a la denunciante, sin revictimizarla, dándole espacio para contar su versión y haciendo preguntas de las cuestiones que no han quedado clara, son difíciles de entender o incurren en contradicciones. “Esto no se ha aplicado”, explica de forma clara la abogada Amparo Díaz, experta que lleva décadas atendiendo a víctimas de violencia machista. El juez la corta en cada momento y la violenta en cada pregunta.

La lástima es que ninguna de esas asociaciones de jueces que toman la palabra para defenderse vía comunicado de las supuestas injerencias del Gobierno, posiblemente con razón en muchos casos, hayan denunciado por escrito la mala praxis del instructor de este mediático caso. Se llama corporativismo. Solo la asociación progresista Juezas y Jueces para la Democracia se expresó en redes sociales de forma sucinta pero clara sobre las prácticas revictimizadoras y el secreto de las actuaciones. Se le olvidó mencionar al juez y censurar su interrogatorio pero algo es algo.

Oyendo al magistrado se pasa de la vergüenza, del bochorno, a la indignación más profunda. No se puede pedir a las mujeres que denuncien, asegurarles que la justicia es el espacio más seguro para denunciar una agresión sexual. No se las puede convencer de que ni las redes sociales ni los platós de televisión son el lugar adecuado. Que las denuncias anónimas no son el camino. Que existen instrumentos para protegerlas y oírlas sin tener que ser sometidas a la Santa Inquisición de la moral y después sentarlas delante de un señor como el juez Carretero, que a sus 67 años debe de haber pasado años sin haber acudido a un solo curso de formación o preparación para saber lo que es la perspectiva de género o la violencia sexual.

El lenguaje del juez era propio para un diálogo de Machos Alfa que parodie el machirulo reinante pero inadecuado en una sala de vistas. La denunciante no tiene que demostrar si forcejeó o si dijo que parara. Hay incredulidad y reproche en el tono del juez. La ley deja claro que no importa si dices o no que pare el supuesto agresor sino que lo importante es si antes la mujer dio un consentimiento expreso o sus actos han dado a entender eso sin que se haya retirado. El juez tiene que indagar preguntando a la víctima pero ¿preguntarle si Errejón se sacó el pene y si ella sabía para qué? Para qué va a ser, su señoría.

No son ni mucho menos mayoría los jueces que se han quedado en las cavernas pero los hay por desgracia. Esto puede disuadir a muchas víctimas de denunciar y es importante que sepan que hay muchas medidas para protegerlas. El abogado debe conocer bien de antemano como es el juez, cuál es su estilo interrogando, deben ir bien acompañadas y tienen derecho a pedir acompañamiento de la psicóloga de los servicios de atención a las víctimas o aportar informes psicológicos previos donde se vea su estado. “Es imprescindible que esto se sepa”, insiste la abogada Amparo Díaz.

Ahora las partes, si creen que se han vulnerado sus derechos, pueden acudir al Consejo General del Poder Judicial y pedir una comisión disciplinaria. Alguien debería de reprender la actuación de este juez. Por el bien de los jueces en España, que en su inmensa mayoría se habrán revuelto con este compañero. Recordé el titular que en el Diario Córdoba dio la jueza decana Eva Álvarez: “Tengo compañeros que se levantan a las cuatro y media a poner sentencias”. Sin duda, esos serán la mayoría.