Opinión | PENSAMIENTO PERIFÉRICO

Una triple jugada en Telefónica

Telefónica nombra presidente a Marc Murtra en sustitución de Álvarez-Pallete

Telefónica nombra presidente a Marc Murtra en sustitución de Álvarez-Pallete

Algunas reacciones a lo ocurrido este fin de semana en Telefónica han recordado los tiempos de la opa de Gas Natural contra Endesa cuando a Esperanza Aguirre, la versión original de Isabel Díaz Ayuso, se le escapó aquello de "antes alemana que catalana". El nombramiento de Marc Murtra como presidente de Telefónica se ha vendido poco más que como un ultraje, otro, del PSC, proferido por un Pedro Sánchez a dos telediarios de convertirse en un intervencionista al más puro estilo chavista. Primero, un poco de memoria. Nadie de los que ahora vociferan dijo nada cuando José María Aznar puso como presidente de la compañía a Juan Vilallonga, cuyo principal mérito fue haber sido su compañero de pupitre. El currículum de Murtra resiste un poco mejor la prueba del algodón. Y nadie criticó tampoco la manera como la Telefónica de Vilallonga intervino en la reordenación de los medios de comunicación en España. Una cosa no hace buena a la otra. Pero a los que nos parece inadecuado el intervencionismo del Estado en la economía más allá de la regulación, las dos cosas nos parecen igualmente mal.

Segundo, un poco de realidad. La escenografía de la salida de José María Álvarez Pallete, de quien casi nadie se ha atrevido a hacer un balance de su gestión, se ha vendido como un acto arbitrario del principal accionista, que no mayoritario, de la compañía que es el Estado. Pero Telefónica es hoy uno de los más claros ejemplos del compromiso de la Caixa como principal grupo industrial con capacidad para proteger la españolidad de empresas estratégicas. Muchos de los que se llenan la boca de defender esa españolidad, cuando llega la hora de la verdad lo único que hacen es convertirlas en franquicias de multinacionales de otros países, como acabó ocurriendo en Endesa. Porque las palabras de Aguirre no dejaban de ser un eufemismo. Lo que quería decir no era muy diferente de lo que ahora le hacen decir a Sánchez: sea de quién sea pero que manden los nuestros. Y los de ahora son catalanes, a los que se les supone menos españolidad que a los italianos. Una vez más queriendo defender a España la empequeñecen.  

Y tercero. Nadie se ha fijado en la actitud del cuarto en discordia, saudís aparte: el BBVA, que ha apoyado la salida de Pallete con la misma disciplina que defendió su continuidad. Después de su voto a Murtra, atentos a cuál acaba siendo finalmente la decisión del Gobierno en la opa sobre el Sabadell que puede pasar a ser neutral e incluso favorable. Por aquello de los equilibrios en el poder territorial. 

Dos apuntes finales. La operación de Telefónica no se puede acabar de valorar hasta que se concrete el que podría ser el siguiente movimiento: una operación corporativa con Indra, de donde viene Murtra. Y los que ahora rugen, no se olviden de que los gobiernos cambian y la Caixa sigue ahí.