Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR
Anómalas comunes
Demi Moore, Lalachus y Karla Sofía Gascón han tenido su 'momento' pese a las críticas y a los críticos

Karla Sofía Gascón, protagonista de los Globos de Oro con su discurso / YOUTUBE GOLDEN GLOBES
Así, sin darnos cuenta, le hemos arañado al siglo XXI casi 25 años. Un cuarto de siglo en el que muchos defenderán que los marcadores más significativos de la evolución del hombre son cosas como la manida inteligencia artificial. A mí, sin embargo, me hace tener más esperanza en las infinitas posibilidades de mejora del ser humano el hecho de que este año una gorda presentara las campanadas en la televisión pública.
Y no, no vengo yo ahora al cabo de casi dos semanas a regodearme en insultos y bajunerías sobre la genial cómica Lalachus. Al contrario, reivindico para definirla el adjetivo como calificativo, sin más. Igual que podía haber utilizado inteligente, mordaz, divertida o irónica, pero para subrayar el que ha desatado la polémica, sin dejar de lado que no deja de ser más que uno de los muchos atributos que la definen.
En cualquier caso, es el hecho de que se le haya elegido, precisamente por todos esos otros, para estar al frente de una labor emblemática, que hasta ahora estaba destinada a señoras con un físico que debía encajar en los prototipos de lo que todos conocemos como mujer florero, lo que me hace pensar que hemos avanzado y mucho, como sociedad y como civilización. Aunque, por supuesto, haya habido mucho tonto descalificándola justo por sus kilos y retratándose con ello.
Pero, además, ha habido otros indicativos en estos pocos días que llevamos de año nuevo que me hacen pensar que vamos por el buen camino. Como el baño de premios a la maravillosa Emilia Pérez en los Globos de Oro. Una historia impactante de redención de un poderoso jefe de un cartel mexicano que decide retirarse y transicionar a mujer, cumpliendo el sueño de su vida. Así como el mundial aplauso a su protagonista, la actriz trans Karla Sofía Gascón.
O el premio a la Mejor Actriz en la misma ceremonia a una espléndida Demi Moore, que a sus 62 años y con 45 de carrera a sus espaldas, por fin ha recibido un reconocimiento por su interpretación en La sustancia. Su discurso viral sobre los estándares de belleza con los que se nos mide, y con los que nos medimos a nosotras mismas, reduciendo nuestra valía a la exactitud con la que encajamos en unos patrones disparatados y aceptados, resonó en muchas conciencias.
Habrá quien crea que es un abismo el que separa a estas tres señoras y, sin embargo, tienen en común ser anomalías, que han hecho saltar por los aires la vara de medir con la que se calcula el valor en el mercado de algunas féminas: no por su talento, su inteligencia o sus capacidades para desarrollar su oficio, sino por su apariencia física.
Y es el hecho de que todas hayan tenido su momento pese a las críticas y a los críticos, lo que abre la puerta a la posibilidad de que a estas alturas de la película, las mujeres dejen de estar limitadas y reducidas a su aspecto en según qué profesiones.
Resulta un poco loco que esto sea todavía una quimera. Y siendo realistas, no hay ningún tipo de garantías de que el éxito de ninguna de ellas vaya a suponer un antes y un después ni mucho menos; pero su notoriedad es un pequeño corte de mangas, que abre una rendija para otras, que creyeron que nunca tendrían una oportunidad no ya de triunfar, sino de verse reflejadas en alguien en las pequeñas o las grandes pantallas.
La diversidad, en lo que se refiere a los cuerpos, el género, la sexualidad, la religión o la raza no debería ser un logro, es una realidad. Y el hecho de que durante siglos nadie le hubiera plantado cara a la hegemonía de ciertos prototipos, sobre todo en los papeles protagonistas femeninos: jóvenes, delgadas y guapas, es un puro despropósito, que no por ser mayoritariamente aceptado deja de serlo.
Porque la realidad es que ellas son las anómalas, aunque sólo sea porque son una minoría. Ojalá que estas nuevas estrellas más comunes que hemos celebrado en este 2025 y que se han atrevido a saltarse el guion, sacándole la lengua al respetable y metiéndoselo en el bolsillo, no sean flores de un día. Que se terminen de verdad el encorsetamiento femenino y los clichés en lo que se refiere a quiénes y por qué algunas merecen los focos, la atención y el reconocimiento. Y a quien no le guste, que no mire o cambie de canal o de película. Feliz año nuevo.
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