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'Marisú' Montero: ¿misión imposible?

Pedro Sánchez quiere aguantar 2025 -incluso sin Presupuestos- y lanza cinco ministros para ganar Andalucía en 2026 y luego las autonómicas. Aspira así a dar la vuelta a la tortilla antes de las generales de 2027

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. / EP

Sánchez ha iniciado el año lanzando a cinco ministros a controlar el PSOE en cinco comunidades (Andalucía, Madrid, Aragón, Valencia y Canarias) para que, en las próximas autonómicas, sean candidatos y derroten al PP. Hay quien lo cree una operación defensiva. Ante la inestabilidad política por la tambaleante mayoría parlamentaria y los avatares judiciales, Sánchez quiere controlar, a través de ministros, los partidos regionales, para impedir así cualquier rebelión interna. No más Pages que van a lo suyo.

Pero la tesis 'defensiva' no es incompatible con la 'reconquistadora': revertir los resultados de las andaluzas del 22 y las autonómicas del 23, que dieron al PP el poder en la gran mayoría de autonomías. Sánchez -optimista impenitente- apuesta a sobrevivir, aunque sin presupuestos por segundo año, porque ni Podemos ni Puigdemont -que le harán la vida imposible- quieren unas anticipadas que llevarían a un gobierno PP-Vox. Tampoco cree que los casos Ábalos, Begoña, u otros, puedan hacerle caer. Y está dispuesto a seguir con un Gobierno partido, como muestra el choque entre la vicepresidenta Yolanda Díaz y el titular de Economía, Carlos Cuerpo, sobre la reducción de la jornada laboral. Su objetivo es aguantar, esperando que la economía siga tirando, para ganar las andaluzas, y luego las autonómicas (y municipales) de 2027. El PP entraría en crisis y el PSOE podría aspirar a ganar las generales. ¿Y a evitar que el PP y Vox sumaran mayoría?

Un ministro, con su halo, puede inclinar la balanza en una comunidad. Sería el caso de Diana Morant en Valencia, donde puede haber anticipadas y el PP -con Carlos Mazón- tiene problemas. Pero cinco ministros queriendo, desde Madrid, conquistar cinco comunidades corren el riesgo de no conectar con el sentimiento autonómico e incluso parecer centralizadores. Antes deberían dimitir. Somos ministros en Madrid y, si ganamos, seremos presidentes autonómicos, pero si perdemos seguiremos siendo ministros, no transmite ni confianza ni identificación con el territorio.

El caso más claro es Andalucía, cuyas elecciones deben celebrarse, salvo anticipadas, en junio de 2026. Es la Comunidad más poblada y, además, muy emblemática para el PSOE desde el triunfo de Rafael Escuredo, en el ya muy lejano 1981, preludio de la gran mayoría absoluta del PSOE de 1982. Se entiende que Sánchez quiera recuperarla. Y María Jesús Montero, “Marisú”, antigua consejera de Sanidad y de Hacienda de la Junta y, hasta cierto punto, exitosa ministra de Hacienda y vicepresidenta primera de Sánchez, no es mala candidata.

Pero tendría que apostar. Ser al mismo tiempo vicepresidenta en Madrid y candidata a presidenta de Andalucía le resta credibilidad. Máxime cuando Moreno Bonilla es un presidente bien valorado, con 58 escaños (la mayoría absoluta es 55) frente a solo 30 del PSOE. Y “Marisú” acumula la vicepresidencia primera y la cartera de Hacienda con la secretaría general adjunta del PSOE, algo sin precedentes. Alfonso Guerra y Miguel Boyer al mismo tiempo. Y tendrá que negociar presupuestos con Puigdemont y Junqueras, la 'financiación singular' de Catalunya, y las quitas de las deudas autonómicas. ¿Puede satisfacer las reivindicaciones catalanas y los sentimientos andalucistas y, además, ganar las elecciones en Andalucía? Pilar Alegría, ministra portavoz y posible candidata en Aragón, ha dicho que la vicepresidenta es muy trabajadora. Vale, pero…

Alguien dice que Sánchez quiere dar todas las batallas y ganarlas siempre todas. Pero aguantar sin mayoría, con un Gobierno desunido, y ganar después las andaluzas y las autonómicas…. Hoy Andalucía es clave. Pero Felipe nunca envió al vicepresidente Serra a quitar Cataluña a Pujol (tampoco quería). Aznar, tras su mayoría absoluta del 2000, sí lanzó al entonces aguerrido Jaime Mayor Oreja a Euskadi y mordió el polvo ante Ibarretxe, pese al apoyo del PSOE de Redondo Terreros. Y Javier Arenas, que fue vicepresidente de Aznar, tampoco conquistó Andalucía en las elecciones de 2012. Sacó, sí, más diputados que el PSOE, como Feijóo ahora, pero no presidio la Junta. El PP tuvo que esperar a 2019.

Sánchez es resiliente y ha ganado batallas que parecían perdidas. Pero hay límites. Si, nada fácil, aguanta 2025, Andalucía puede serlo.