Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE

Yoon Suk-yeol, el raro era el vecino de abajo

Corea del Sur es una buena muestra de lo que puede llegar a hacer un hombre por amor, que aprenda Pedro Sánchez

Yoon Suk-yeol, presidente de Corea del Sur.

Yoon Suk-yeol, presidente de Corea del Sur. / EPE

Uno pensaba que la Corea rara era la del Norte y la normal, la del Sur, hasta que llegó Yoon Suk-yeol y acabó con esta creencia de un plumazo. O de un autogolpe de estado, que son los plumazos de los dirigentes políticos. Porque una cosa es dar un golpe de estado, otra cosa es dárselo a uno mismo y otra es atrincherarse en tu casa cuando sospechas que van a detenerte por todo lo anterior. Mientras escribo este artículo, el presidente de Corea (la del Sur) se encuentra encerrado en su mansión, tras alambres de púas, guardias de seguridad y autobuses que impiden la entrada a la policía, menudo es él para que la justicia, esa señora que encima es cegata, le ponga la mano encima. También es posible que no nos hayamos enterado y ya haya huido del país rumbo a Waterloo, que es a donde van a dar con sus huesos aquellos presidentes a quienes la justicia de su propio país quiere echar el guante. Puigdemont fue un precursor, seguro que estaría encantado de compartir con el coreano la Casa de la República, que está cada vez más desangelada.

Algo tenía que hacer Yoon Suk-yeol para disimular. Además de las denuncias de la oposición contra el uso que hacía de los fondos reservados, la prensa la había tomado con su señora, a la que acusaba de inflar el currículum y de haber plagiado textos académicos (no se me desvíen los lectores, que no estamos hablando de España sino de Corea del Sur), y pensó que teatralizar un golpe de estado era buena idea. En Corea (la del Sur) sabrán mucho de tecnología, pero de las cosas de la vida, no se enteran. Lo que debería de haber hecho es publicar una carta a la ciudadanía asegurando que es un hombre profundamente enamorado de su mujer. Y si con una carta no basta, se publica otra al poco tiempo. Con eso se gana uno el corazón de los ciudadanos, aunque vayan ustedes a saber, en Corea (la de Sur) no son latinos, e igual exigen de su presidente algo más que el amor a la parienta. En España nos conformamos con poco, por eso los coreanos nos dan sopa con hondas en estudios y en tecnología. Buena prueba de que ahí están más avanzados, es que miles de coreanos salieron a la calle para frenar el intento de su presidente de apropiarse de las instituciones.

Cherchez la femme, dicen los franceses, y Corea del Sur es una buena muestra de lo que puede llegar a hacer un hombre por amor, que aprenda Pedro Sánchez. La pareja presidencial no tiene hijos, pero cría perros y gatos. Hasta aquí, nada extraño -o no demasiado-, lo que ocurre es que las fotos de los chuchos y de los mininos ocupan un lugar destacado en la oficina presidencial, y eso sí que debería haber alertado a los ciudadanos sobre las capacidades de su dirigente. No tengo nada contra los animales, pero si -Dios no lo quiera- entro algún día en el despacho de un presidente y en lugar de una foto de los niños, veo la de un par de pequineses, me va a faltar tiempo para huir de palacio. Un presidente de gobierno que se solaza con las fotos de sus mascotas no augura nada bueno a su país, como ha quedado demostrado.

A Yoon Suk-yeol le defiende en estos momentos de la justicia su servicio de seguridad, de lo que se deduce que no tiene intelectuales que firmen manifiestos a su favor, como sucede en España. O igual es que en Corea (la del Sur) los intelectuales lo son de verdad y se lo piensan un poco antes de firmar nada, la de abajofirmante sin que importe lo que firmas es una profesión -bastante bien remunerada- que se da solamente por estos lares. Apelar a los sentimientos de los ciudadanos ante cualquier indicio de delito suele dar resultado, por lo menos en occidente, en oriente nunca se sabe, porque allí, a la que alguien duda del honor de uno, éste coge la catana y se saca las tripas en la sala de estar. Por fortuna, Corea del Sur es el país más occidental de aquella parte del mundo, con lo que la propia o propio que limpia la casa de Yoon Suk-yeol y señora, se ha ahorrado un montón de trabajo con la fregona.

En lugar de eso, optó por el autogolpe. Un autogolpe de estado suele dar resultado, de hecho en España estamos todavía preguntándonos si no tuvimos uno en 1981, un día llegaremos a eso, de momento estamos todavía con la muerte de Franco. Ocurre que el de Yoon Suk-yeol fue más chapucero que el nuestro y se le ha vuelto en contra, con lo que ya pocas opciones le quedan salvo la cárcel o la huida, y desde Corea no es fácil fugarse en el maletero de un coche.

Al norte del paralelo 38 se deben estar riendo a carcajadas, si es que la risa no está prohibida en Corea del Norte. Venga acusarles a ellos de todos los males, y al final resulta que el raro era el vecino de abajo. Igual lo celebran tirando un misil.