Opinión | LA PALABRA DE LOS NÚMEROS

¿Qué nos deparará la economía en 2025?

Si cambian las condiciones financieras internacionales y tenemos de nuevo problemas para refinanciar nuestra deuda pública, volveremos a sufrir un frenazo brusco de la actividad y el empleo como sucedió entre 2001 y 2013

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, durante la presentación de la nueva versión de Carpeta Ciudadana, en la Escuela de Organización Industrial, a 19 de diciembre de 2024, en Madrid (España).

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, durante la presentación de la nueva versión de Carpeta Ciudadana, en la Escuela de Organización Industrial, a 19 de diciembre de 2024, en Madrid (España). / A. Pérez Meca - Europa Press

Los economistas, como el resto de seres humanos, pero el principio del año es momento de anticipar tendencias, el escenario más probable y los riesgos, al alza y a la baja. La economía española acaba 2024 creciendo con mucha intensidad y las economías tienen mucha inercia, por lo tanto, el escenario para este año que empieza es positivo. Los datos del tercer trimestre que publica la agencia tributaria registraron el mayor crecimiento desde 2022 y el doble que antes de la pandemia. El consumo privado que tuvo con comportamiento débil en 2024 se ha recuperado, la inversión empresarial ha mejorado, también la de construcción y las exportaciones, determinantes en el ciclo económico de una economía tan abierta como la española, también se recuperaron con fuerza en el tercer trimestre.

El empleo, según los datos de perceptores en el IRPF, crece pero termina el año 2024 con menor intensidad que comenzó y entra en 2025 con menos inercia. Los salarios siguen creciendo próximos al 5% en media, según esa misma estadística, y la inflación es menor y eso favorece el consumo y el crecimiento del empleo. La población sigue aumentando por llegada de inmigración y eso aumenta el consumo. El BCE continuará bajando los tipos de interés, el Euríbor que ya ha bajado significativamente continuará disminuyendo, los que tengan hipotecas a tipo variable tendrán más renta para gastar y las nuevas hipotecas crecen con fuerza tras las bajadas de tipos y seguirán haciéndolo en 2025.

El comercio mundial se ha recuperado en 2024, principalmente por el fuerte crecimiento de las importaciones de EEUU y Japón y eso ha ayudado a reactivar las exportaciones europeas y españolas. Si esa tendencia continúa en 2025 el crecimiento de la actividad y del empleo será mayor de lo esperado y más equilibrado, ya que animará la inversión empresarial que es la que va más rezagada desde la pandemia y es determinante para aumentar la productividad y los salarios. Pero en enero toma posesión Trump y es una incógnita que medidas proteccionistas tomará y cuál será su impacto sobre el comercio mundial y sobre las exportaciones europeas y españolas.

El otro principal riesgo de la economía española es la elevada deuda pública y las necesidades de financiación del estado. En 2024 la prima de riesgo ha bajado pero aprendimos en la crisis de 2008 que eso puede cambiar rápidamente. El consumo público es la partida que más crece del PIB y el déficit de las pensiones sigue siendo muy elevado y explica la mayor parte del déficit estructural. Sin una reforma que lo reduzca estructuralmente España seguirá teniendo elevada deuda pública y seremos una economía muy vulnerable a las condiciones financiera en los mercados internacionales de capitales y, con la debilidad del Gobierno en el Parlamento, es poco probable reducir esa vulnerabilidad en 2025.

El otro gran riesgo de la economía española es replicar el modelo insostenible de la primera década del milenio que acabó en el desastre de 2008. Es cierto que ahora hay un déficit de construcción de vivienda pero de nuevo hay burbuja inmobiliaria que se ha intensificado con la bajada de tipos del BCE, necesaria para Alemania, Francia e Italia, pero perjudicial para una economía que crece en población y en PIB como la española. Entre 1999 y 2007 tanto los gobiernos de Aznar como los de Zapatero se dejaron llevar por un modelo desequilibrado y aquello acabó en desastre. Ahora el riesgo es menor, al construir menos viviendas y tener superávit por cuenta corriente con el exterior, pero si cambian las condiciones financieras internacionales y tenemos de nuevo problemas para refinanciar nuestra deuda pública, volveremos a sufrir un frenazo brusco de la actividad y el empleo como sucedió entre 2001 y 2013.