Opinión | APUNTE

Presupuestos y sudor

La mayoría necesaria para que se validen unas cuentas públicas, tras tener que prorrogar las de 2023 después de un 2024 en el que fue imposible aprobar las que correspondían, requiere una gran capacidad de cortejo

Archivo - La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz

Archivo - La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz / Alejandro Martínez Vélez - Europa Press - Archivo

Sudor. Ese líquido que segregan las glándulas de la piel por el calor o el esfuerzo es lo que deberá derrochar el Gobierno si quiere sacar adelante unos presupuestos del Estado para 2025. Lo ha reconocido el propio ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que se muestra dispuesto a "sudar la camiseta" para lograr un acuerdo en esta línea con las fuerzas que dieron apoyo a la investidura de Pedro Sánchez.

Y es que, tras el juego de equilibrios casi imposibles que supuso aprobar el paquete de medidas fiscales que, entre otras medidas, incluye el impuesto a la banca y deja en el aire el que recae sobre las energéticas, deberá conseguir satisfacer a distintas fuerzas con visiones no solo distintas sino opuestas. Otra vez deberá defender una cosa y la contraria en aras a lograr los apoyos que necesita.

La mayoría necesaria para que se validen unas cuentas públicas, tras tener que prorrogar las de 2023 después de un 2024 en el que fue imposible aprobar las que correspondían, requiere una gran capacidad de cortejo. Y esto es así porque hay que atraer a quienes defienden una postura y convencer de que se suban al mismo barco con otros que no solo lo ven de manera distinta sino contraria. Y las discrepancias pueden encontrarse incluso dentro del Gobierno de coalición.

El Ejecutivo de Sánchez, un presidente acostumbrado a caminar por el alambre, pero que logra retos que a la mayoría le parecían imposibles, debe compatibilizar medidas que agraden a sus socios de la izquierda, como Sumar y Podemos, entre otros; con otras menos progresistas, que pueden desagradar a los primeros pero contentar a otros más conservadores en determinadas cuestiones, como Junts o el PNV. Casi nada. Como lograr que se equilibren en un vaso el agua y el aceite.

Solo el espantajo de un posible Gobierno del PP y Vox une a fuerzas que son muy distintas y que incluso compiten entre ellas, pero esa puede ser finalmente la clave y lo que puede evitar que el Ejecutivo pueda limitarse a sudar, pero no a orinar sangre para lograr los apoyos que necesita. Veremos.