Opinión | DESDE EL UMBRAL
¡Es la geopolítica, estúpida!
Las dos principales características de esa confusión, el desgaste de la globalización y el errático comportamiento de fenómenos económicos, no sólo no han desaparecido sino que se han exacerbado

Trump aprovecha el ataque de Nueva Orleans para difundir mentiras anti-inmigración / AP/Evan Vucci
La referencia a la conocida cita de aquella campaña presidencial de Clinton (Bill) en los albores de los noventa no por ser ya extendido lugar común ha perdido fuerza. El subrayado del exabrupto servía, y sirve, como aviso para navegantes: que no, no mires hacia allí o allá, es aquí. Ya hemos pasado la pronosticada era del desorden, desde los albores pandémicos, para abrazar con fuerza un período de incertidumbre económica. Las dos principales características de esa confusión, el desgaste de la globalización y el errático comportamiento de fenómenos económicos, no sólo no han desaparecido sino que se han exacerbado. Ejemplo evidente: una inflación que, pareciendo controlada, sigue amenazando algunas de las mayores economías mundiales. Y el principal factor que mueve estos hilos de desconcierto es la geopolítica.
Empezando por un Trump que, sin haberse aposentado aún en Washington, le ha dado tiempo a amenazar la soberanía de Panamá y a lanzar el aviso a Europa de que no tiene clara que la ficha de Ucrania caiga siquiera en su lado de la mesa. Por supuesto, Trump sabe que las amenazas suelen tener patas cortas, así que se trata de ir testando la confianza de sus aliados. Estados Unidos necesita mantener la hegemonía en América Latina y que Europa aumente el gasto en defensa. ¿Por qué? Primero, porque el segundo usuario del Canal de Panamá ya es China, que va afianzando un nuevo corredor comercial. Después, porque sin inversión en defensa en el grueso de la OTAN el aumento de movimientos tipo Ucrania (ojos puestos en Taiwan) tendrá efectos desestabilizadores para aquellos mercados como Europa o Oriente Medio. No es que Trump piense en conculcar el derecho internacional sino que protege sus intereses en el (otro lugar común) tablero geopolítico frente al crecimiento de la "diplomacia económica" de China.
De hecho, la guerra larvada entre las dos potencias ya no es sólo comercial sino por el control de la inteligencia artificial (¿de veras que España, país con bajísimo nivel de desarrollo, lo primero que hace es la creación de una agencia reguladora? Vaya síntoma). Para ello la "colocación" de peones con capacidad energética es esencial. Aquí chocamos con una Unión Europea ensimismada en sus laberintos internos. Las crisis políticas en sus dos grandes motores tienen orígenes complicados en la capacidad de generación de energía (Alemania) y en la necesidad de racionalización fiscal (Francia) . Sin descontar el impacto que implica en la estructura del estado una inmigración que genera, que diría Stiglitz, “malestar” social.
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