Opinión | DESPERFECTOS

Cosecha Sánchez 2024

El presidente se mueve mejor en la niebla que a plena luz e incluso se diría que solo sabe si avanza o retrocede hasta que el enemigo político le cede el paso

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en rueda de prensa después de un Consejo de Ministros.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en rueda de prensa después de un Consejo de Ministros. / José Luis Roca

A lo largo del año 2024 Pedro Sánchez ha dado más pruebas de que le van mejor las malas iniciativas de sus adversarios que las más buenas de su propio gobierno. Cuando el ejército enemigo dormita o se equivoca, el tacticista Sánchez hace sus incursiones y gana terreno. No es terreno ganado para la paz o para que crezca el trigo. Simplemente lo ocupa y se reparte los despojos con sus aliados, según cada circunstancia.

Puesto que tiene la costumbre de legislar mal, hay que esperar a sus rectificaciones para saber lo que realmente quiere, aunque lo que esencialmente quiere es permanecer, anunciar que viene el monstruo de la ultraderecha y aterrizar en Bruselas para pactar lo que sea con quien sea. Ha llegado al privilegio de quien puede ser cordón sanitario y a la vez acceder a las centrales nucleares mientras no sean en casa. Para salir sin daño de las riadas de Valencia y hundir al PP incluso le da pista libre a Joan Baldoví de Més-Compromís, ya perfectamente arremangado para la campaña electoral.

Antes y durante 2024, Pedro Sánchez se mueve mejor en la niebla que a plena luz e incluso se diría que solo sabe si avanza o retrocede hasta que el enemigo político le cede el paso. Se le puede ver con su sonrisa más cansina cuando repite tanto que la política consiste en ayudar a la gente que "lo pasa mal". Está dispuesto a pararle los pies a Donald Trump y si hace falta se entrevista con Carles Puigdemont. Para ningunear a Núñez Feijóo dedica horas laborables al cuerpo a cuerpo con Isabel Díaz Ayuso.

Mientras The Economist le sonríe, Yolanda Díaz dispara contra Nadia Calviño y le pone al empresario en contra. Más enfrentada al negativismo que amiga de la industria, Teresa Ribera abre su delegación en Bruselas en el momento rampante de Giorgia Meloni.

El digital Politico recuerda que Sánchez está muy predispuesto a hacer "de la necesidad, virtud": con un gobierno de coalición minoritario y a merced de los nacionalismos, Sánchez solo tiene margen para ser pragmático con las malas cartas que se le reparten. Aun así, dado el mal estado de la socialdemocracia europea, Politico le reconoce su influencia en algunos de los recientes acuerdos más complejos en Bruselas. ¿Será lo mismo con la nueva Comisión y los giros políticos en los países-miembros? ¿Qué pasará en París y Berlín? Para la circunstancia española la incógnita es otra: ¿se recuperará Sánchez en 2025 o 2024 habrá sido su annus horribilis?

Si es que ha llegado la era de la inteligencia artificial, nos corresponde imperativamente pensar mejor y no pensar menos. La socialdemocracia europea asumió hace tiempo que la política es el arte de lo posible. Pedro Sánchez está en un estado distinto: todo es relativo y lo que no lo sea al menos tiene que aparentar que lo es. Si el PP se conforma con imitar esas tendencias, en el próximo Estado de la nación bastará con que hablen Óscar Puente y Gabriel Rufián.