Opinión | OPINIÓN

El paripé del impuesto energético

El Gobierno encajó el 30 de octubre la derrota fiscal sobre el gravamen, pero este jueves ha encajado su logro particular de sacar adelante la parte principal de su paquete fiscal

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, hablando la semana pasada en el Hemiciclo del Congreso tras un Pleno.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, hablando la semana pasada en el Hemiciclo del Congreso tras un Pleno. / Alberto Ortega

Las recientes peripecias parlamentarias del impuesto energético han creado en el PP la ilusión de una derrota fiscal al Gobierno este jueves. Lo cierto es que el Gobierno ya encajó su derrota por el impuesto energético el pasado 30 de octubre. Se la infligió Junts. Ya entonces Hacienda asumió que lo que iba a ser posible con los bancos iba a ser imposible con las energéticas, pues ese fue el precio que puso Junts para apoyar el resto del paquete fiscal del Gobierno.

Aunque muy consciente de ello, el Gobierno ha decidido seguir adelante con el propósito del impuesto para dar satisfacción a la exigencia formulada por Podemos, ERC, Bildu y BNG a pesar de que, como ha acertado a resumir el portavoz del PNV, Aitor Esteban, eso es solo "un paripé". Este mismo lunes, 23 de diciembre, el Consejo de Ministros se dispone a aprobar un decreto para dar continuidad al impuesto energético y evitar que caduque el 31 de diciembre, si bien, como casi todo el mundo asume, está condenado al fracaso posterior en el Congreso. Por si alguien tenía alguna duda de ello, PNV y Junts dejaron muy clara su intención este jueves, cuando unieron sus votos a los del PP para derogar el artículo de la ley de diciembre de 2022 por el que se creó el gravamen a las energéticas que se ha cobrado en 2023 y 2024 (una derogación con escasas consecuencias prácticas). La vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ni siquiera mostró enfado. Todo encajaba en el guión conocido, por más que un milagro hubiera sido bien recibido por ella.

Lo que pasó este jueves en el Congreso tiene interés político, para entender hasta qué punto llega la debilidad parlamentaria del Gobierno y cómo el PP está dispuesto a jugar sus cartas para socavar los apoyos del Ejecutivo. Por lo demás, más que una derrota fiscal (que sí se produjo el 30 de octubre), lo que obtuvo el Gobierno este jueves fue el logro de poder sacar adelante el resto de sus medidas fiscales, con las que aspira ayudar a lograr una recaudación adicional de 4.500 millones, y que estuvieron en un tris de naufragar.