Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE

Maribel Verdú, actriz y disfrutona

Imposible elegir entre sus más de ochenta películas, con títulos tan presentes en el patrimonio emocional de medio país como Belle Epoque, La buena estrella, Canción de cuna o Salsa rosa

Maribel Verdú.

Maribel Verdú. / EPE

Le tomo prestada para el titular a Maribel Verdú la autodefinición que apunta en sus redes sociales. Se le nota que vive con intensidad y alegría a esta actriz de luz que el próximo 8 de febrero comandará la entrega de los Goya en Granada, junto a su amiga Leonor Watling. "En la gala que vamos a presentar, nos proponemos disfrutar y hacer que la gente que nos vea también disfrute, se entretenga y pase un buen rato. Vamos a poner todo nuestro amor en esta noche tan especial", aseguró al conocerse el encargo.

Dos maestras de ceremonias de altura en un papel nada fácil, y seguro que uno de los más largos de sus carreras por mor de la habitual extensión de una velada que es sobre todo programa de televisión. En esta edición, la Academia del Cine español entregará el galardón de honor a una de sus expresidentas, Aitana Sánchez-Gijón, otra presencia femenina inexcusable en el séptimo arte patrio de las últimas décadas. Demasiado pronto, pensaron algunos, entre ellos la propia premiada, que debió tragar saliva por si se le estaba enviando el equivocado mensaje de una prejubilación no demandada. Pero vamos a verlo de otro modo. Como la reivindicación por todo lo alto de las mujeres en edad de transparencia social y cinematográfica. Verdú (54) y Watling (49) flanqueando a Sánchez-Gijón (56) deslumbrantes entre aplausos, en una alfombra roja que bien podría ser violeta. Reinas, nunca es demasiado pronto para combatir el maldito síndrome de la impostora.

Ha picado mucha piedra Maribel Verdú en las carteleras de nuestra vida, tanta o más que su íntima Aitana. Pero ya estamos comparando a compañeras que no compiten y sí comparten. La madrileña que dirigirá el repaso anual a la cosecha de cine español de 2024 ha cumplido cuatro décadas de profesión desde que a los 12 debutara con anuncios, y a los 13 encarnara a la hermana de Victoria Abril en El crimen del capitán Sánchez, un capítulo de la famosa serie de televisión La huella del crimen, bajo la batuta de Vicente Aranda. A los 15 dejó los estudios para dedicarse de lleno a la interpretación y la hemos visto crecer en las pantallas, con su mirada profunda y una sonrisa que no envidia nada a la de Julia Roberts. Arrancó como la adolescente drogadicta de 27 horas de Montxo Armendariz, y luego siguieron El año de las luces de Fernando Trueba o La estanquera de Vallecas de Eloy de la Iglesia. Ella suele decir en las entrevistas que el punto de inflexión de su madurez artística fue Amantes, otra vez Aranda, rodada en 1991. Imposible elegir entre sus más de ochenta películas, con títulos tan presentes en el patrimonio emocional de medio país como Belle Epoque, La buena estrella, Canción de cuna o Salsa rosa. Actriz bella, esforzada y autodidacta, ha trabajado con los mejores, desde Carlos Saura a Jaime de Armiñán, los Querejeta o Mario Camus, y fuera de España con Guillermo del Toro en la multipremiada El laberinto del fauno, con Francis Ford Coppola en Tetro o con Alfonso Cuarón en Y tu mamá también. También en su currículum las series favoritas de generaciones de televidentes, empezando por Segunda enseñanza para terminar en la muy celebrada Élite de Netflix, y un sinfín de representaciones teatrales desde que debutara sobre las tablas en el papel de doña Inés del Tenorio.

Maribel Verdú y Pedro Larrañaga.

Maribel Verdú y Pedro Larrañaga. / Archivo

Acaba de celebrar Maribel Verdú sus bodas de plata matrimoniales con Pedro Larrañaga, hijo y hermano de actores y actrices, a quien conoció en la serie Canguros. No han tenido hijos por decisión propia, y la actriz ha debido soportar el habitual bombardeo de preguntas invasivas al respecto. Porque no le ha dado la gana. Con una sonrisa firme ha despachado las intromisiones la profesional apasionada que defiende su intimidad con celo, manteniéndola alejada de unos focos que la miman como perfecto icono de la moda que además es. Ha sido madre, sin embargo, de un superhéroe en The Flash, la película de Andrés Muschietti. Casi nada. Y además madrastra. Se llevó el Goya a la mejor interpretación protagonista por su Encarna de Blancanieves, de Pablo Berger. Ya tenía otro por Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta, amén de nueve nominaciones de papel principal y de reparto que no logró. Maribel Verdú, premio Nacional de Cine 2009, medalla de oro de las Bellas Artes, con dos Ondas, un Forqué, un ACE, un Ariel, tres Fotogramas y un largo etcétera de reconocimientos de festivales, atesora además el don de parecer muy feliz con lo que hace. Sea ganar medallas o anunciar las de sus compañeros.