Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Jon Kortajarena, el chulazo
En alguna ocasión, todo hay que decirlo, la ventana a su vida que son las redes sociales le ha jugado una mala pasada
A los guapos les ha caído el sambenito de que son insoportables, frívolos y egoístas. Seguramente sea porque es la única manera que tienen los feos de seguir viviendo con su vulgar cara, pero sabemos que no es verdad o que, al menos, hay excepciones que confirman la regla. Estoy hablando de Jon Kortajarena, el modelo bilbaíno que ha empapelado con su imágenes las marquesinas de medio mundo. Un chulazo de lo más simpático, el cabrón.
El susodicho aún no ha cumplido los cuarenta —es cuestión de meses—, pero mantiene la misma cara desde los 20. No voy a entrar en si se pincha o no se pincha porque el resultado es el mismo. Si lo hace, lo hace muy bien y nos alegramos por él.
En 2003 fue ‘descubierto’ por la industria de la moda y, desde entonces, ha trabajado para Roberto Cavalli, Versace, Gianfranco Ferré, Dolce & Gabbana, Salvatore Ferragamo, Giorgio Armani, John Galliano, Chanel, Jean Paul Gaultier, Missoni… Ha sido imagen de cualquier marca que se precie y de alguna otra que seguro que no lo merecía. Se le ha visto en videoclips con Madonna y Fergie y ha protagonizado las portadas de revistas como Vanity Fair, Vogue, Esquire, Harper's Bazaar, Glamour, GQ, Marie Claire, Elle… Le falta la Súper Pop.
No se le conoce talón de Aquiles, pero sí su punto fuerte: el pelo. A juzgar por sus constantes apariciones públicas, pongo muy en duda que haya tenido que viajar a Turquía para someterse a trasplante capilar alguno. Aquí siempre ha jugado con ventaja. Su madre, uno de los pilares de su vida, es peluquera.
Millones de personas le han visto alguno de sus vídeos de Instagram en los que aprovecha para asearse de buena mañana y se desenreda la melena. Digo millones porque solo a ese perfil le siguen más de 4,2 millones de kortajareners en Instagram (IG). Reconozco que yo soy en ocasiones uno de esos, lo que pasa es que no sé ser buen fan y enseguida me canso de la vida de los demás y le doy al unfollow.
En alguna ocasión, todo hay que decirlo, la ventana a su vida que son las redes sociales le ha jugado una mala pasada. Mostrar las vistas desde su casa de Londres dio demasiadas pistas a sus fans, que terminaron por adivinar dónde vivía y se tuvo que mudar. Y, aunque guapo y simpático, parece que es un poco quisquilloso de más. Le llovieron muchas críticas tras poner a parir a una empresa que reparte comida a domicilio por tardar demasiado en traerle una tortilla. «Lo de Glovo es una vergüenza, si no podéis dar un servicio no lo deis», denunció. Que conste que pidió disculpas aunque, qué queréis que os diga, si a mí me tardan dos horas en traerme una tortilla y tengo hambre, me como al repartidor.
Modelo fetiche de Tom Ford, Jon Kortajarena dio con él su gran salto al cine al aparecer en la primera película del diseñador norteamericano, A single man, protagonizada Colin Firth, que interpretaba a un profesor universitario gay de Los Ángeles. Corría el año 2009. En ese filme, Kortajarena se metía en la piel de un joven que tenía un breve encuentro con Firth y le ofrecía fuego para que se encendiera un cigarro. Breve pero intenso. Daban ganas de empezar a fumar. O de volver a fumar.
Tras aquello, ha aparecido en papeles pequeños en alguna película sin demasiado éxito y obtuvo un papel principal en la serie El inmortal de Movistar+. Ahí sigue, de proyecto en proyecto.
Nuestro vasco más internacional escogió su causa hace tiempo: el medio ambiente. Son constantes sus participaciones en proyectos para luchar contra el cambio climático y para proteger a los animales. Tanto es así, que lleva un tiempo concienciando a su sector, la moda, para reducir la gigante huella de carbono que deja la producción masiva de textiles.
Para morirnos de envidia, les hablaré de Casa Sua, un estupendo alojamiento de su propiedad situado en Lanzarote, comprometido con el medio ambiente y el ecosistema volcánico de la isla. Se encuentra en un macizo montañoso con la playa situada a sus pies. Sabemos que es un paraíso porque él mismo ha regado sus redes con fantásticas fotos de su paraíso canario. Una noche en la villa completa sale por 1.334 euros; la casa con vistas al mar, por 616 euros la jornada; y luego tiene también varios apartamentos de una o dos habitaciones y un estudio desde 200.
Recapitulemos. Es guapo, simpático, trabajador, con posibles y se codea con la crème de la crème de medio mundo. ¿Qué podría salir mal?
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