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Teniente general Gan Pampols: ¡a mandar!

El militar ha podido desarrollar sus dotes en infinidad de operaciones en zonas de conflicto y directorios que requerían capacidad, conocimiento y maestría

Francisco José Gan Pampols, teniente general del Ejército de Tierra.

Francisco José Gan Pampols, teniente general del Ejército de Tierra.

¿Por qué ha tardado tanto en llegar el Ejército? Pregunta recurrente entre las víctimas de la DANA cinco días después del apocalipsis, cuando se empezó a visibilizar uniformes. Requerimiento que los alcaldes increpados en las calles anegadas no podían ni sabían contestar porque tampoco lo entendían. Y, por mucho que explicaran que llamarle no estaba entre sus competencias, la ciudadanía les reprochaba su pasividad mientras acumulaba pertenencias a las puertas de sus casas a modo de montañas de recuerdos robados.

A pocos días de cumplirse un mes del gran desastre, ni siquiera el tiempo ha dado, todavía, una respuesta lógica y definitiva a aquella cuestión porque las administraciones se enzarzaron en un cruce de reproches que pretendía acabar desorientándonos. A pesar de todo, si algo ha quedado claro desde el primer momento es quién no supo mandar. Y aunque la razón haya ido imponiendo algunas verdades, todavía mantiene algunos silencios. Silencios que, al contrario de lo buscado, la operación fallida de desviar la atención a Europa a cuenta del ascenso de Teresa Ribera no ha hecho más que seguir iluminándolos de manera cegadora. Ya lo dijo el clásico: cuando un mentiroso no puede convencerte, intenta confundirte.

La tregua política fue una ensoñación. Por mucho que la proclamaran en público, por mucho que insistieran en que la prioridad eran los damnificados, por mucho que aparentaran siguieron trabajando detrás del escenario de la tragedia para desacreditarse, unos más que otros, ante las consecuencias de un drama colosal que tardará años en cicatrizar sus incontables heridas. Por si fuera poco, el propio Carlos Mazón ha seguido empeñado en su protagonismo errático, fiando su supervivencia política a la reconstrucción y administrando con cuentagotas la resolución de la crisis de su Gobierno, al que ha dejado desnudo poniendo al frente de tamaña aventura a un teniente general.

Francisco José Gan Pampols (Figueres, Girona, 25 de abril de 1958) sí sabe qué es mandar. No solo por su profesión, que obliga a orden y disciplina, sino porque ha podido desarrollar sus dotes en infinidad de operaciones militares en zonas de conflicto y directorios que requerían capacidad, conocimiento y maestría. Por si fuera poco, hace un par de años escribió un libro en el que el título ya era toda una declaración de principios: El arte de mandar bien. Querer, poder, saber (Plataforma). Un texto que, escribía, pretendía ser "un toque de atención para que nos demos cuenta de por dónde empieza a resolverse un problema que, de no atajarse, acaba con todo y con todos". Más oportuno, imposible.

Reivindicando el término "mando", Gan Pampols añade a la técnica de la dirección el arte de la persuasión constructiva que, según él, debe ir siempre de la mano de la moral para conseguir objetivos intrínsecamente buenos. El primero y principal en este caso es ponerse a trabajar ya con hombres y no con uniformes porque, más pronto que tarde, un fenómeno parecido volverá a ocurrir. Todo lo demás le trae sin cuidado. Especialmente, las cuitas políticas que ya ha advertido que ni son de su incumbencia ni permitirá que se las impongan. Para blindarse, ha recurrido a otro colega estrellado como él y con parecido currículum internacional, el general de brigada Venancio Aguado. Ambos tienen un cometido añadido: enseñarle a Mazón cómo se manda. Bien, por supuesto.