Opinión | LA PALABRA DE LOS NÚMEROS

Impuestos inciertos

La realidad es que no han subido el impuesto al diésel porque sus socios de investidura no querían, amenazan con volver a grabar los beneficios de las empresas energéticas que la mayor parte se vuelven a reinvertir 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el pleno celebrado este jueves en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el pleno celebrado este jueves en el Congreso. / FERNANDO VILLAR / EFE

En 1904 la revista Nature realizó un experimento que se denominó el paseo aleatorio que consistía en dejar un borracho en medio de un sembrado y anticipar su trayectoria de salida y el resultado era impredecible. Los economistas usamos esa denominación para definir a la incertidumbre más dañina para la economía, ya que no es asegurable, ni diversificable.

Esta semana en el Parlamento español hemos vivido un paseo aleatorio de manual; una transposición de una directiva europea sobre un tipo mínimo acordado en el impuesto de sociedades para multinacionales que Pedro Sánchez podría haber aprobado con el apoyo que le ofreció el Partido Popular se convirtió en espectáculo al que los ciudadanos españoles no estábamos acostumbrados desde que se aprobó la Constitución en 1978.

El Gobierno prefirió negociar con sus socios de legislatura, con los presupuestos prorrogados de 2023 y en la segunda quincena de noviembre y sin aprobar si quiera la senda de déficit de los presupuestos de 2025 decidió incluir subidas de impuestos que le permitan cumplir las reglas fiscales con Bruselas. Entonces empezaron los relatos, lo que más energía consume a este Gobierno, y decidieron llamarlo reforma fiscal, pero este mismo Gobierno presentó un libro blanco de reforma fiscal en 2022 y las medidas presentadas poco tienen que ver con lo que recomendaron los expertos seleccionados por la ministra de Hacienda.

El relato fue: queremos grabar la contaminación y subimos el impuesto al diésel, los tipos de interés bajan y ya no tiene ningún sentido un impuesto extraordinario a la banca, pero los bancos son malos, el precio del petróleo y del gas se han desplomado desde 2022, pero las empresas energéticas son malas, los ricos son malos y subimos el impuesto a las plusvalías, etcétera.

La realidad es que no han subido el impuesto al diésel porque sus socios de investidura no querían, amenazan con volver a grabar los beneficios de las empresas energéticas que la mayor parte se vuelven a reinvertir para avanzar en la transición climática, por lo tanto, el Gobierno penaliza la inversión en renovables y la lucha contra el cambio climático, penaliza el crédito a las pymes que son las que más invierten y más empleo crean en España, como ha reconocido el nuevo Gobernador del Banco de España que hace pocos meses era ministro de Pedro Sánchez, etcétera.

Yo tuve la fortuna de tener de profesor de hacienda pública en la Universidad de Alcalá a Manuel Lagares, secretario de Estado con Enrique Fuentes Quintana en la reforma de 1978, y nos enseñaba que todos los impuestos tienen un impacto negativo sobre la actividad económica, pero que hay que elegir aquellos cuyo impacto es menor y tienen más capacidad de recaudación y lo aprobado esta semana es justo lo contrario; elevado impacto y baja recaudación. Pero lo que siempre nos enseñaba el profesor Lagares es que la política fiscal debe ser previsible y predecible, ya que es determinante en la inversión empresarial, en el empleo, en la productividad y en los salarios y acaba afectando a la recaudación de impuestos y la capacidad del Estado para financiar las pensiones, la sanidad, la educación y la dependencia.

Te recomiendo ver en internet el video del discurso de Fuentes Quintana, siendo vicepresidente económico en 1978, explicando a los españoles en televisión la necesidad de la reforma que se estaba aprobando y vuelvan a ver después un resumen del paseo aleatorio que ha sucedido esta semana en el parlamento español y todo es susceptible de empeorar.