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Basuras: quien menos recicla, más impuestos paga

Estos sistemas han de ir a más, por el bien de las personas y del planeta, con incentivos fiscales

Contenedores de recogida selectiva de residuos.

Contenedores de recogida selectiva de residuos. / JORDI OTIX

Barcelona suspende en la recogida selectiva de residuos, igual que una veintena de las 36 ciudades del área metropolitana. La proporción media de reciclaje de la basura que generan está en el 40%, por debajo del objetivo marcado por la Unión Europea (50% desde 2020 y 55% a partir de 2025). Más de la mitad de los residuos se vertieron en el contenedor gris, como explica Manuel Arenas.

La poca querencia por el reciclaje obliga a una profunda reflexión, tanto por parte de las administraciones públicas como de la ciudadanía, que deben saber que las localidades con mejor nota (Tiana, Santa Coloma de Cervelló y Corbera, con tasas superiores al 70%) tienen sistemas de recogida de basuras de pago por generación, como los contenedores inteligentes o el puerta a puerta. Gustarán más o menos y todavía deben perfeccionarse para dar un mejor servicio a la ciudadanía, pero parece claro que son más efectivos que los contenedores abiertos callejeros. 

Estos sistemas han de ir a más, por el bien de las personas y del planeta, con incentivos fiscales. Quien menos residuos produzca y más recicle, menos ha de pagar. En este sentido se enmarca la nueva tasa obligatoria para todos los municipios, que a partir del próximo abril servirá para financiar la recogida y el tratamiento de basuras, así como el reciclaje. Cada contribuyente pagará en función de los desechos que genere. Ahora muchas ciudades contaban con una tasa similar, aunque no tan completa, tras decidirlo de forma voluntaria. 

La medida, recomendada por la UE e incluida en una nueva ley nacional, es un paso en la buena dirección, a pesar de su indefinición, que debe corregirse cuanto antes. Cada ayuntamiento puede decidir cómo mide la basura por hogar y cómo es su tasa. Sin criterios homogéneos, puede haber tantas modalidades como ayuntamientos. Se alienta así una inseguridad jurídica y una litigiosidad que ya sufrieron antes otros impuestos, como la plusvalía, y que no beneficia a nadie. También debe asegurarse que el dinero que los contribuyentes pagan con esta tasa, que puede rondar los cien euros anuales por vivienda, se destina a mejorar el servicio de basuras y no a otros usos.