Opinión | ORIENTE PRÓXIMO

Adiós a la paz

Mientras ha seguido atacando sin piedad el Líbano y Gaza, Netanyahu ha aprovechado las elecciones en EEUU para rodearse de sus seguidores más leales y relevar a los más críticos

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la frontera con Líbano.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la frontera con Líbano. / OFICINA DEL PRIMER MINISTRO DE ISRAEL

Mientras la batalla americana entre demócratas y republicanos ha ocupado el centro del debate global, Binyamín Netanyahu ha aprovechado para reforzar su estrategia. Su apuesta era una victoria de Donald Trump. Aunque Joe Biden haya sido incapaz de cambiar el rumbo de la guerra, el primer ministro israelí no se ha entendido ni con él, ni con Kamala Harris, ni con nadie de la actual Administración americana, sencillamente porque le han susurrado que lo de tener mano libre para hacer de los civiles el principal objetivo de su guerra no podía ser.

Israel ha seguido atacando sin piedad el Líbano y Gaza durante la campaña americana, pero por si acaso tenía que lidiar con una nueva revalida de los demócratas en EEUU, ha aprovechado el tiempo para rodearse de sus seguidores más leales y relevar a los más críticos. El más evidente ha sido el cese del ministro de defensa Yoav Gallant, probablemente el único miembro moderado del Gobierno de derecha más radical de toda la historia de Israel. 

Frente a los ataques salvajes sabíamos que Gallant había comentado en más de una ocasión que no podrían acabar con Hamás incluso arrasando Gaza y que por supuesto la invasión no garantiza el regreso con vida de los rehenes. Ya destituido se ha querido encontrar con las familias de los secuestrados para comentarles que en verano estuvieron a punto de llegar a un acuerdo de retorno y que el Ejército ya ha hecho en Gaza lo que podía hacer. Pero la decisión para un acuerdo que les devuelva a casa solo depende de Netanyahu, y no le interesa.

Como consecuencia no es extraño que Qatar, el país donde se llevan a cabo las negociaciones de paz haya decidido retirarse y bajo presión americana obligar a Hamás a cerrar sus oficinas de representación en el emirato. Se acabó la negociación. Podría ser una estrategia de presión para ver si de una vez es posible acabar con este infierno. Pero Netanyahu sabe que con Trump lo tendrá más fácil y ha aprovechado que los focos estaban en la campaña americana para seguir la guerra, alejando cualquier idea de paz.