Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE

Brigitte Bardot, la otra Revolución Francesa cumple 90

Brigitte Bardot.

Brigitte Bardot.

Amar las propias contradicciones asegura una vida larga, y quién sabe si feliz. El pasado 28 de septiembre, la leyenda del cine francés Brigitte Bardot (BB) ha soplado 90 velas fiel a su estilo. «¡Estoy harta de este cumpleaños, prefiero tener 20!», dijo al diario Sud Ouest, y remató: "No me importa la vejez, ni siquiera la vi venir". La bella actriz y cantante, rubia, de mirada pícara y ademán desinhibido, vive desde hace más de 30 años en dos mansiones de Saint-Tropez, acompañada por su cuarto marido, Bernard D’Ormale, y los animales a los que consagró su existencia décadas atrás. Ojo, no confundir a la fiera defensora de toda bestia sobre la faz de la Tierra, la que incluso contrajo matrimonio con una foca en el Ártico, con una de esas mujeres "sin hijos y con gatos" denostadas por el futurible vicepresidente de los EEUU JD Vance, que viven vidas miserables y amenazan la estabilidad demográfica. Quién dijo misantropía. BB tuvo un hijo al que no crio, a quien durante el embarazo consideró "un tumor que se alimentaba de mí", y en la pandemia del covid animó a no vacunarse, pues "cuando esos 5.000 millones de personas en esta tierra se hayan ido, la naturaleza recuperará sus derechos". Para quien sienta la tentación de escandalizarse ante la contumaz estrella deslenguada, otra declaración, esta al Semanal: "Sigo sorprendiendo a los pobres de espíritu, a los mediocres y a los sectarios. Toda mi vida seguiré diciendo lo que pienso, disguste a quien disguste".

El credo reaccionario, políticamente incorrecto y sin filtros no lo inventaron Alvise, Donald Trump o los anónimos de las redes sociales. Mucho antes de internet, la estrella Brigitte Bardot ya pisaba con garbo charcos de todo tipo. Activista antitaurina, contra el consumo de carne de caballo, contra la caza de focas. Ha pagado media docena de multas abultadas por delitos de odio, fundamentalmente debidos a comentarios racistas y contra la inmigración, a la que detesta y culpa de la degradación de Francia. Partidaria de un "gobierno autoritario que ponga orden en el lío en que vivimos", apoyó sin fisuras a Jean-Marie Le Pen cuando su partido era residual, y a su hija Marine, ahora que la ultraderecha cabalga fuerte la ola en Europa. "Es la única mujer que tiene un par de cojones", definió en France 2 a la líder de la Agrupación Nacional, para quien el marido de la actriz trabajó como asesor. "Es la Juana de Arco del siglo XXI", agregó la polifacética diva, autora de cinco libros.

Hay que remontarse al siglo XX para averiguar cómo la joven parisina de 1,65 de altura, apasionada de la danza y educada de forma estricta, que ocupó su primera portada en una revista femenina a los 15 años, acabó convertida en un icono de la sensualidad y la moda, y luego cogió su inmensa fama y se borró del mapa para ocuparse de los animales. Nacida en el seno de una familia acomodada que siempre apoyó su carrera, Bardot debutó a los 18 y a esa edad se casó con Roger Vadim, quien la dirigió en Y dios creó a la mujer. Esta cinta de 1956 prohibida en algunos estados norteamericanos fue un bombazo y la catapultó a la fama mundial como mito erótico, sobre todo por una escena en la que bailaba sobre una mesa. Trabajó después con Jean-Luc Godard o Louis Malle, evitó Hollywood, se atrevió con la música (grabó la primera versión de Je t’aime moi non plus con su novio de entonces, Serge Gainsbourg) y antes de cumplir los 40 y con medio centenar de películas en su haber anunció su retirada en 1973 desnudándose en una portada. No era feliz. Para entonces ya se había casado y divorciado del actor Jacques Charrier, padre del hijo con el que solo tuvo contacto de adulto, y del millonario Gunter Sachs, quien lanzó miles de rosas desde una avioneta sobre su casa para conquistarla.

"Hace lo que le da la gana", escribió sobre ella Simone de Beauvoir, ensalzando su desafío permanente al patriarcado por la vía de los hechos. Símbolo de la emancipación femenina pero a la vez mujer objeto, siempre fue muy clara en la reivindicación de su libertad sexual, quiso revelar públicamente que se practicó dos abortos y no ocultaba sus conquistas. Sin embargo, lejos de portar la bandera feminista, se pronunció contra el #MeeToo porque "muchas actrices provocan a los productores para conseguir un papel". No hablaba por ella, que siempre ha vivido como ha querido. "Soy libre y dependiente del hombre que amo", expresó hace unos días la estrella nonagenaria, en retirada de cualquier revolución.