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Pérez Simón y Asturias

La milla del arte de Madrid acogerá la colección del magnate asturmexicano el próximo año

"La forrajera", de Camille Pissarro, una de las obras de la colección.

"La forrajera", de Camille Pissarro, una de las obras de la colección. / LNE

En el Palacio de Cibeles se puede contemplar probablemente la mejor exposición de arte de este principio de temporada en Madrid. Se trata de "Setenta grandes maestros de la Colección Pérez Simón", con obras de Rubens, Goya, Van Gogh, Munch o Magritte, por citar sólo unos pocos artistas de épocas diferentes. Al visitar este despliegue de virtuosismo, un asturiano no puede dejar de preguntarse por qué este magnate asturmexicano no instalará su colección en Asturias y prefiere que forme parte de la abigarrada milla de oro del arte de Madrid.

La actual exposición, en el palacio que alberga el Ayuntamiento de la capital, es sólo el aperitivo de lo que podrá verse el año que viene, cuando se abra al público la sede definitiva de la colección en el edificio denominado la Serrería Belga. Esta construcción industrial, de principios del siglo XX, está situada a dos pasos del Museo del Prado, de la Fundación Thyssen y del Museo Reina Sofía.

La colección de Juan Antonio Pérez Simón (Turanzas, Llanes, 1941) no es cualquier cosa y no desentonará en el lugar elegido. Nada tiene que envidiar a otras con más nombre, como la Thyssen. La revista francesa "Paris Match" se refería a ella en 2010 como "la colección privada más grande del mundo". Y cuenta, además, con un factor añadido muy importante. A diferencia de otros magnates coleccionistas, éste no la heredó, sino que la ha ido creando él mismo desde cero, desde que una visita a los museos de París, con poco más de 20 años, le dejara deslumbrado por el arte.

Sería injusto culpar a políticos y empresarios asturianos de que la colección no venga a Asturias

Hoy ha atesorado casi cinco mil obras y una biblioteca de 50.000 volúmenes, que se encuentra entre las más importantes del mundo. Vive en Madrid, en el exclusivo complejo La Finca, conocido como "la urbanización de los futbolistas", por acoger las mansiones más ostentosas de la capital. Ha convertido su casa en una auténtica residencia-museo, llena de obras de arte; entre ellas, por cierto, "La barraca", de nuestro Nicanor Piñole, que preside el comedor.

Un asturiano no puede dejar de preguntarse por qué este magnate no instalará su colección en Asturias y prefiere la abigarrada milla de oro del arte de Madrid.

Cuando contaba sólo cinco años, sus padres se liaron la manta a la cabeza y, tras un viaje de 28 días en tercera clase, llegaron a Cuba. Sólo un mes después, continuaron hacia México, donde la familia se instalaría definitivamente. El padre se dedicó al negocio de las bebidas, mientras el joven Pérez Simón estudiaba economía y contabilidad. Precisamente como estudiante, conoció a otro joven que sería providencial en su vida y un gran amigo: Carlos Slim. Ambos se incorporaron al Grupo Carso, que acabaría siendo uno de los conglomerados empresariales más importantes de Latinoamérica, donde ambos, ya como socios, hicieron su fortuna.

En España, su mejor amigo fue el abogado Rodrigo Uría, hijo de la pintora asturiana Blanca Meruéndano. De hecho, estaban juntos en aguas de Croacia cuando en 2007 el letrado falleció a consecuencia de un infarto. Uría, que había participado en las negociaciones para traer a España la Colección Thyssen-Bornemisza, fue quien le aconsejó en los complejos trámites de trasladar su colección a Madrid.

En una reciente entrevista, Pérez Simón declaraba que su sueño siempre fue volver a España. ¿Y por qué no a Asturias? "Sabía que si volvía a Asturias nunca iba a volver a salir de allí". Probablemente, en esas enigmáticas palabras se encuentre la razón por la que su colección acabará en Madrid. De hecho, al empresario mexicano lo que le preocupan son las críticas procedentes de México, el país que lo acogió y en el que vivió la mayor parte de su vida, con muchas más razones para sentirse ofendido.

Sería injusto culpar a políticos y empresarios asturianos de que la colección no venga a Asturias. Desconozco si se hicieron muchas, pocas o ninguna gestión. Pero la misión resultaba imposible desde el momento en que no era el deseo del propio magnate Todos soñamos con que la Colección Pérez Simón, ese "Thyssen a lo bestia" –así la calificó la concejala madrileña Marta Rivera de la Cruz–, acabara en Asturias, fuera nuestro Guggenheim. Pero debemos ser realistas. Nuestra falta de ambición y nuestro complejo de inferioridad nos habrán hecho fracasar en otros empeños, pero no en este.