Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE

Rafa Mir, la agresión sexual como deporte

Podríamos seguir en un bucle infinito porque el binomio agresión sexual-deporte (especialmente el fútbol aunque creo que no se escapa ninguna disciplina olímpica) es tan incontestable como el axioma de que en los vestuarios no hay ni un solo gay

Rafa Mir

Rafa Mir / EPE

De acuerdo. Hablaremos aquí de Rafael Mir--en libertad provisional pero investigado por una agresión sexual con acceso carnal--, conscientes de que con estricta actualidad informativa podríamos haber escrito de igual forma de Wissam Ben Yedder -ex del Sevilla que será juzgado el 15 de octubre por similar delito-- o de Hugo Mallo --el capitán del Celta de Vigo declarado culpable por abuso sexual contra una mujer que trabajaba como mascota del Espanyol--.

Incluso, y aunque rozando el larguero, podríamos haber tecleado Miguel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol de España (Cenafe), que ha difundido estos días la existencia de un contrato de consentimiento sexual para futbolistas de Primera División. El convenio --un kamasutra redactado para un sexo dosificado como la posología de un prospecto farmacéutico-- estipula en tres páginas las condiciones contractuales que tendrían que darse entre el jugador firmante y la parte sexual contratante en caso de mantener una relación consentida, se entiende. El acuerdo incluye una cláusula que, pese al citado consentimiento, es un oxímoron de manual porque conjuga el sustantivo "violación" con el adjetivo "accidental". Así, el artículo recoge la posibilidad de que en la actividad sexual "el varón, puede, sin culpa y sin intención, penetrar un orificio femenino que no esté disponible para la actividad sexual en virtud del acuerdo". Leer para creer.

Miguel Galán, al que como decimos no está dedicado este artículo, considera que la difusión de este convenio se ha debido a "la inquietud" de los futbolistas de la Liga después de que Dani Alves fuera condenado a cuatro años y medio de prisión por una agresión sexual. "Por miedo a que una mujer les tienda una trampa o presente una denuncia falsa, quieren burocratizar las relaciones", ha dicho el presidente de Cenafe para defender la difusión del convenio y, entendemos, justificar su existencia.

Recuerden, por cierto, que el futbolista brasileño antes mencionado fue condenado por la agresión sexual a una joven de 23 años en una discoteca de Barcelona y está en libertad provisional después de pagar un millón de euros de fianza sufragados por Neymar, que también fue investigado por abuso sexual y absuelto, pero penalizado por la marca publicitaria que representaba que le rescindió el contrato.

Así, podríamos seguir en un bucle infinito porque el binomio agresión sexual-deporte (especialmente el fútbol aunque creo que no se escapa ninguna disciplina olímpica) es tan incontestable como el axioma de que en los vestuarios no hay ni un solo gay. Justo es decir también que estos supuestos no solo se han registrado en la élite deportiva, sino que se han dado casos en categorías inferiores que, solos o en manada (acuérdense del caso de los tres jugadores de la Arandina que violaron a una menor de 15 años), han protagonizado capítulos de esta saga oscura a la que habría que sumar todos esos episodios que ni siquiera salen a la luz.

El delantero Rafa Mir (Cartagena, 1997), que había regresado al Valencia CF esta temporada tras haber sido cedido por el Sevilla FC en julio, comparte con muchos de los futbolistas adscritos, justa o injustamente, al deporte de la agresión sexual juventud, físico y cartera. Instagramer y patrocinador de marcas deportivas, exhibe a partes iguales en sus redes sociales poderío, belleza y faltas de ortografía. Si googlea en su búsqueda, el servidor sugiere dar respuesta a preguntas sobre el delantero como: ¿Cuánto gana Rafa Mir? (Medio millón de euros) ¿Cuánto pesa Rafa Mir? (86 kilos) ¿Cuánto cuesta Rafa Mir? (16 millones). Él mismo, y en una llamada que supuestamente hizo a la amiga de la víctima --otro día hablamos de ellas-- tras la agresión, reclamó clemencia para que no le denunciaran aludiendo a su "caché".

Solo un compañero del jugador ha calificado estos hechos como "una falta de respeto hacia el club y la afición", porque pesa la presunción de inocencia, pero también la omertá. El club del Mestalla se ha limitado a abrir un expediente, no por el presunto abuso, sino al entender que incumplió los horarios en su tiempo de descanso pudiéndole afectar a su rendimiento. Y es que la situación no es menos compleja para el Valencia, que debe hacer equilibrios para salvaguardar al profesional hasta que hablen los tribunales, pero que no debe ignorar la gravedad de los hechos que se le imputan, ni olvidar las consecuencias que puede tener la presencia de un jugador acusado de violación en la Liga. Una Liga de la que hasta los niños en plena era digital siguen coleccionando cromos.