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Tan grandes y tan diferentes

Ganen o no ganen quienes impactan en estas citas que llegaron desde Atenas hace la tira son esos esforzados semi anónimos que se dejan la vida entrenando como jabatos con el afán de mejorar en especialidades que siguen una selecta minoría, salvo en estos días con cientos de miles de televidentes que no se dan tregua

Tras haberse visto las caras hace nada sobre la hierba británica, quien se subió en esta ocasión a lo más alto del podio fue el otro. A la élite de los deportistas viene a verlos en estas citas caras de lo más famosas, Sharon Stone nada menos que entre ellas. Por la campiña de Versalles, el golfista Jon Rham dilapidaba su botín dado que la gozadera saudí no le da para garantizarse la gloria propulsada por Pierre de Coubertin.

Ganen o no ganen quienes impactan en estas citas que llegaron desde Atenas hace la tira son esos esforzados semi anónimos que se dejan la vida entrenando como jabatos con el afán de mejorar en especialidades que siguen una selecta minoría, salvo en estos días con cientos de miles de televidentes que no se dan tregua.

En ellos anida el corazón del olimpismo. Como el marchador que nos dio la primera medalla de este ciclo y que, al finalizar la extenuante prueba, ofreció una muestra de cordura tan impropia en otras celebraciones de estrellas con ferraris y descapotables esperándolos en la mansión en los que basar todo su rollo. Álvaro Martín, en cambio, nos regaló estas estrofas: "Estoy muy orgulloso porque he sabido compaginarlo con dos carreras universitarias y eso que no soy un lumbreras. Tampoco soy un superhéroe ni nada y aún así he conseguido lo que he conseguido intentando ser la mejor persona posible".

Y qué decir de Maialen Chourraut, la piragüista de eslalon con tres medallas en su haber, que gracias a sus 41 años se ha preparado escuchando las ocurrencias mañaneras de Juanjo Millás y, aunque no ha conseguido en París ampliar su rico legado, lo que ha aprendido a lo largo de tantos meses en el gimnasio sin darle tregua al pinganillo.

Y otra que tal baila es Carolina Marín que ha sacado al bádminton del armario. Cómo saltan sobre ese suelo y a qué velocidad. Cuánta exigencia esconde. Es frenético. Y, claro, se fastidió la rodilla. Otra vez. Se levantó, se resistió y volvió a tumbarse. Todas las ilusiones de repetir oro como en Río derrumbadas. Con lo maja que es no pudo reprimir el llanto... Ni yo.