Opinión

Grito de libertad en el Parque del Retiro

Este viernes 9 de junio en el Parque del Retiro se reunirán algunos de esos artistas que tienen patria porque aquí se les ha acogido. Un manifiesto a favor de su libertad, y de la libertad democrática

Un hombre dibuja a Fidel Castro en una pared de La Habana (Cuba)

Un hombre dibuja a Fidel Castro en una pared de La Habana (Cuba) / Alejandro Ernesto

Tras el golpe militar argentino, con el apoyo de terroristas a su servicio, España y otras naciones de nuestra lengua se llenaron de exiliados que escapaban buscando auxilio frente a los que los perseguían para matarlos o para hacerlos desaparecer. Por sus ideas o por sus parentescos.

El miedo y las cárceles fueron el argumento de aquella milicia sin freno, y el exilio resultó la más benévola de las consecuencias de aquellas oleadas de huida del horror. Sin patria, aquí y en los países de acogida, hallaron el suelo propio que se les negó a golpe de sangre y de fuego.

Los militares argentinos usaron la fuerza con una saña imperiosa, brutal, y pagaron por ello con la pena de la cárcel, en unos juicios que el entonces presidente Raúl Alfonsín organizó para devolver a su país la libertad que ya no se detuvo.

El golpe argentino se produjo en 1976. Aquellos ciudadanos huían de un régimen militar cuando nuestro propio país estaba dibujando un futuro pacífico, amparado en una nueva Constitución que asegurara el futuro en el que ahora estamos viviendo. Hijos y nietos de aquellos expatriados de entonces conviven ahora con la España de la democracia.

Cuando llegó aquel exilio, los que olvidaban que nuestro país también tuvo su diáspora dramática españoles desavisados hicieron burla de los que venían a recuperar aquí la libertad que se les negaba en Argentina. Duró poco aquella persecución onerosa de los que aquí se llamaron sudacas pues precisamente los sudacas (y las sudacas, que en este caso jugaron un papel principal) se organizaron para que se avergonzaran los que aquí no entendían que el exilio había sido también nuestra patria.

Exilios idénticos se produjeron a raíz de la implantación de las dictaduras militares en Uruguay y en Chile. Esos países, como Argentina, desamparados por naciones, como Estados Unidos, que hicieron la vista gorda y permitieron que las respectivas satrapías latinoamericanas impusieran la ley de las armas y de las cárceles, formaron una zona gris como la que en otro tiempo habían sufrido España o Portugal en esta parte del mundo.

En Cuba, después de una fulgurante rebelión contra la dictadura de Batista, Fidel Castro permitió y alentó una dictadura estalinista que, en 1971, protagonizó una persecución duradera y brutal contra los escritores y los creadores, entre otras partes de la población. El caso Padilla, que ahora se cuenta en una película inédita hasta el presente, fue un ejemplo brutal de cómo Fidel Castro destrozó la esperanza de que aquella iba a ser una revolución progresista alzada contra la dictadura en beneficio de la libertad.

Fue mentira y es mentira, y ahora se viven episodios de esa mentira en otras zonas del mismo mundo, América Latina, donde gobiernos supuestamente de izquierdas, o nacidos de acciones en las que fuerzas de progreso lucharon contra las dictaduras militares, hacen exactamente aquello contra lo que se alzaron. Es el caso de Nicaragua o Guatemala o El Salvador, a las que se une el caso de Venezuela, donde la libertad ha sido opacada por la persecución de los opositores, a los que se persigue, se encarcela o se mata.

Nicaragua, el país que comanda con su mujer el dictador Daniel Ortega, es el más oneroso de los ejemplos de la destrucción de la libertad. De golpe, cientos de nicaragüenses fueron encarcelados o expulsados de su país, desprovistos de nacionalidad, de bienes y de pasaportes, y ahora son habitantes acogidos en el extranjero. Entre esos expulsados de su patria hay escritores o artistas que de gran relieve que estos días protagonizan, por ejemplo, actividades en la Feria del Libro de Madrid.

Este viernes 9 de junio en el Parque del Retiro, donde tiene efecto la citada feria, se reunirán algunos de esos artistas que tienen patria porque aquí se les ha acogido. Un manifiesto a favor de su libertad, y de la libertad democrática, sonará en su honor, como un poema que los arrope. El aire de ese parque es el aire que se les negó en sus países. Los han ido encarcelando o enviándolos al exilio. Aquí ahora tienen patria, como los españoles del 36 encontraron en América el auxilio que los amparó en la diáspora. Les quitaron la tierra, pero no les podrán quitar el aire, la respiración, las palabras y la vida.