Opinión | LABORATORIO

Los científicos locos del XXI

"Desde el insigne antecedente del doctor Frankenstein y toda la atracción de la ficción al miedo a la ciencia, el científico loco evolucionó a capitalista malvado en los años ochenta a partir de la reposición liberal de Reagan y los yuppies"

Una científica en un laboratorio.

Una científica en un laboratorio.

Toda la vida rodeado de gente que se tapaba la nariz ante la cultura popular estadounidense, despreciaba el esquematismo de sus cómics, la vulgaridad de sus pulps, el disparate de sus ficciones de serie B, el maniqueísmo de sus héroes y lo que explica el presente más amenazador es la última evolución del "científico loco", un habitual de esa narrativa hipercolesterolémica y sabrosa.

El estereotipo infalible del científico loco ya no es el vejete desgreñado de bata blanca y gafas en la frente que empuña una probeta en ebullición sino un milmillonario de Silicon Valley apoyado por fortunas niñatas que juegan al futbolín cuando descansan de los algoritmos.

Desde el insigne antecedente del doctor Frankenstein y toda la atracción de la ficción al miedo a la ciencia, el científico loco evolucionó a capitalista malvado en los años ochenta a partir de la reposición liberal de Reagan y los yuppies.

En los años 40, Lex Luthor era un chiflado de laboratorio que se enfrentaba a Superman; en los 80, un multimillonario dueño de una corporación industrial de tecnología de vanguardia con afán de poder universal.

Estos "visionarios" piensan en colonizar otro planeta porque dan la Tierra por amortizada

Elon Musk admira tanto a Nicola Tesla (cuyas chisporroteantes bobinas han decorado todos los laboratorios locos del pop) que le tomó el apellido para sus coches eléctricos autoconducidos, pero el magnate trastornado está más cerca de Lex Luthor cuando advierte de que "la inteligencia artificial tiene el potencial de destruir la civilización" e invierte en ella. Sam Altman, el CEO de chatGPT, la Inteligencia Artificial más conocida, va a la par en la advertencia de lo que acaba de desarrollar.

Estos "visionarios" piensan en colonizar otro planeta porque dan la Tierra por amortizada, tienen ensoñaciones apocalípticas como si fueran un plan de fuegos artificiales para una noche de julio y todo eso ya lo tiene uno muy leído en tebeos de grapa y en noveluchas con portadas brillantes de héroes, chicas, planetas y amenazas cósmicas. ¿No hay modo de llamar al orden a estos tipos amamantados por ficciones para chicos de Iowa de 12 años?.

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