Opinión | ELECCIONES

Una marea azul indiscutible

La conclusión es inequívoca: el presidente del PP sale reforzado, tanto en su estrategia de convertir este momento electoral en una suerte de cambio de ciclo respecto el denominado sanchismo como en términos de poder territorial

La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección por el PP, Isabel Díaz Ayuso (2i), el alcalde y candidato a la reelección José Luis Martínez -Almeida (2d), el presidente del partido Alberto Núñez Feijóo (c) y la portavoz en el Congreso Cuca Gamarra (d) saludan a los simpatizantes desde el balcón de Génova tras conocer los resultados electorales en Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección por el PP, Isabel Díaz Ayuso (2i), el alcalde y candidato a la reelección José Luis Martínez -Almeida (2d), el presidente del partido Alberto Núñez Feijóo (c) y la portavoz en el Congreso Cuca Gamarra (d) saludan a los simpatizantes desde el balcón de Génova tras conocer los resultados electorales en Madrid / EFE/Juanjo Martín

Una marea de la derecha, encabezada por el PP y con la colaboración de Vox, que afianza su implantación territorial en España, aunque no es tan decisivo como hubiera querido gracias a los espléndidos resultados de los populares. Es indiscutible que esta es la principal conclusión que arrojan las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, unos comicios que refuerzan todas las almas del PP: la más dura, que personaliza el liderazgo popular en Madrid, pero también la de Alberto Núñez Feijoo, bajo cuya dirección el partido conquista plazas nuevas, afianza las propias y logra resultados de enorme importancia electoral, política y simbólica, como los de Andalucía y la Comunidad Valenciana.

Si una de las incógnitas de esas elecciones era la influencia que tendría sobre el liderazgo de Feijóo, la conclusión es inequívoca: el presidente del PP sale reforzado, tanto en su estrategia de convertir este momento electoral en una suerte de cambio de ciclo respecto el denominado sanchismo como en términos de poder territorial. Todos suman en este PP de Feijóo, desde Isabel Díaz Ayuso hasta Juan Manuel Moreno Bonilla. Por este motivo, Ciudadanos ya no existe, devorado por el PP, y Vox, pese a su crecimiento, no es tan indispensable como querría Santiago Abascal. Otro asunto sobre el que será necesario reflexionar los próximos días, es el de las implicaciones que tiene en la política y la sociedad española la normalización plena de la extrema derecha que supone esta cita electoral.

De este jaque al denominado sanchismo que ha supuesto el 28-M surge un bloque de derecha dura, convencida de que se le abre un camino hacia la Moncloa, con una estrategia clara. A ello han contribuido los errores de la izquierda, del PSOE y del mundo caótico que se extiende en la izquierda de la izquierda. Erró Pedro Sánchez al aceptar el envite de convertir el 28-M en una primera vuelta de las elecciones generales y se equivocó también al pretender que a este bloque de derecha que se ha formado como oposición a su figura y sus alianzas lo podría derrotar desde la gestualidad y los anuncios efectistas. Urge una reflexión profunda en Ferraz si el socialismo quiere revertir la tendencia de cambio político que inaugura el 28-M, empezando por analizar cuál es la mejor forma de derrotar a la derecha. Recurrir a la política, sólida y anclada en la realidad, suele ser un buen punto de inicio. Su problema es que el ‘momentum’ político y la movilización electoral, hoy, es claramente de la derecha.

Si la derecha de la derecha, Vox, se ha afianzado, en lo que se refiere a la izquierda de la izquierda se ha cumplido la crónica del desastre anunciado. Los últimos rescoldos de los llamados ayuntamientos del cambio se han apagado, con el símbolo de la caída de Ada Colau en Barcelona. Los errores políticos propios de la gestión y, sobre todo, las divisiones, luchas y enfrentamientos cainitas en este espacio político han desmovilizado y ahuyentado a sus electores. Hay algunas pocas plazas en las que el PSOE aguanta el tipo que han caído del lado de la derecha porque con la sopa de siglas a su izquierda han competido entre ellas, robándose votos, restando escaños y concejales, y engordando los números de la derecha. El augurio de lo que esto implicaría para la izquierda en unas generales no puede ser peor. Si los líderes de este espacio necesitaban confirmación del suicidio político que supone la división, el 28-M lo ha confirmado. Este es otro grave motivo de preocupación para Ferraz.